martes, 18 de noviembre de 2008

domingo, 16 de noviembre de 2008

La aldea perdida

Está en la sierra de Huelva, en Alájar. Perdida entre colinas, no se divisa hasta que el camino llega a su final. Dice la leyenda que no la tomaron los franceses; la buscaron pero no dieron con ella. En tiempos de la emigración sus habitantes la abandonaron, pero aún resuenan sus ecos en las callejuelas empedradas. Amalia me cuenta que iba todos los días a la escuela andando por ese camino, con lluvia y frío, pero no le importaba. El pueblito era una gran familia, y cuando sólo había un huevo que comer los niños se turnaban para mojar el pan en la yema, y después jugaban y reían. Los hijos y nietos tienen ahora todoterrenos en los que se puede llegar por un carril que han abierto. Algunos han vuelto y arreglan sus casas para pasar los fines de semana, pero la vida de antes ha desaparecido. Sólo en agosto, cuando la Virgen de la Salud, la aldea recupera en parte la alegría de las fiestas de antaño, y los niños que la dejaron sienten nostalgia y recuerdan tiempos más pobres pero quizás más felices, o a lo mejor es que el tiempo borra las desgracias y hace que sólo recordemos los buenos momentos. Cuando camino hasta allí o contemplo esta foto me da la impresión de que el tiempo se ha detenido en Los Madroñeros.

sábado, 15 de noviembre de 2008

De etimologías y agresiones lingüísticas

Leo en un blog de título inquietante, "La navaja en el ojo", que el término es una abreviatura del inglés web log. A estas alturas ya sabemos lo que es la web, y un log no es más que un registro, como el que se lleva en el cuaderno de bitácora de los barcos. Desde luego estos angloescribientes son maestros en el arte de crear palabras. Nuestro idioma tiene sin duda más matices, pero imaginad si tuviéramos que crear una nueva palabra a partir de "cuaderno de bitácora en la red". La economía es una virtud, tanto para el dinero como para las palabras. Sospecho que el lenguaje influye mucho en nuestra mente, más de lo que los expertos están dispuestos a admitir. Los alemanes podrían llamar a un blog algo así como Netzschiffstagebuch, así todo junto, y si se pronuncia suena aún más amenazante. Conseguirían meter el concepto en una sola palabra, pero un poco a lo bruto. No la usan, prefieren blog. ¿La globalización lingüística lleva a la cultural? ¿Invaden las huestes anglosajonas nuestros cerebros?

¡Qué gran invento...

... el de los blogs! ¿Quién dijo que Internet aliena a las personas? Me parece la forma más sencilla de poner en orden mis pensamientos y compartirlos con otros. ¿Nunca habéis sentido el deseo de grabar vuestras ocurrencias lo mismo que se graba la voz? Hay noches que la cabeza me da vueltas como un torbellino y se me ocurren miles de ideas a la vez, y por la mañana se me han olvidado, o si me acuerdo me da pereza pasarlas a un papel o al ordenador, o su sentido es distinto a la luz de día; vamos, que se pierden para siempre. No es que esto sea una desgracia para la humanidad, pero a mí me gustaría recordarlas de vez en cuando, y a lo mejor se las cuento a alguien y le gustan o le hacen gracia, lo que alimentará mi ego, cosa que no le viene mal siempre que coma con moderación. Esto de los blogs es lo más parecido a una grabadora de ideas. Cierto que las tengo que poner por escrito, pero es mucho más fácil y divertido: a la vez que se escribe se puede leer el periódico por Internet, o consultar algún otro blog, o jugar una partida de cartas, o ver el tiempo que hará el fin de semana. Lo mejor de todo es que no da pereza, y además es muy fácil de ordenar y de cambiar cuando se desee, y es interactivo, hasta creo que se puede poner un candado electrónico, igual o más seguro que el que tenía mi viejo diario de adolescente, que me duró dos meses hasta que me aburrí de escribir pamplinas en él.

Salutación

Dicen nuestros amigos de la RAE que un andurrial es un paraje extraviado y fuera de camino, y se usa mayormente en plural. Sirva esta definición para justificar la elección del título de mi blog, no porque yo me encuentre perdido, sino por lo extraño que me resulta el mundo donde vivo.