- Es una evidencia que la educación es tarea principalmente de la familia; a la escuela se va sobre todo a aprender. Como los padres no tienen tiempo ni ganas de educar a sus hijos, pretenden que los eduquemos en los centros.
- Es una evidencia que un profesor debe emplear su tiempo en enseñar, y no en rellenar papeles. Hay que hacer un informe hasta cuando un alumno pide ir al cuarto de baño.
- Es una evidencia que el profesor de secundaria está para enseñar la materia que domina. Nos hemos convertido en cuidadores de adolescentes, y lo importante es la pedagogía.
- Es una evidencia que las programaciones deben ser herramientas simples que ayuden a dar las clases. Nos obligan a redactar (o a copiar) tochos insufribles inaplicables en clase pero que quedan estupendamente, y pasamos más tiempo programando que preparando las clases.
- Es una evidencia que la calidad en la enseñanza no se mide con la nota que saca el alumno, sino con lo que aprende. La administración nos soborna para que regalemos los aprobados, síntoma de que la calidad de la enseñanza es excelente, y mientras tanto seguimos a la cola en el informe PISA.
- Para que un niño aprenda es necesario un mínimo de disciplina en la clase, y eso pasa por que se le pueda castigar. Prohibido castigar a nadie (qué palabra más fea), ni sancionar (suena mejor, pero tampoco vale). Nos comemos a los cafres con patatas, y si algún compañero tiene interés en aprender, están por delante los derechos del cafre a no ser sancionado.
- Es una evidencia que cuando digo niño me refiero a niños y niñas, alumnos y alumnas, jóvenes y jóvenas, miembros y miembras todos y todas de la comunidad educativa. ¡Qué horror de profesor o profesora! ¡Utiliza un lenguaje sexista! ¡Pobres alumnos y alumnas! Se les/las está discriminando gravemente, se empieza por el lenguaje y se acaba como maltratador (nótese que aquí no se emplea el femenino maltratadora).
- Podría seguir añadiendo puntos hasta el infinito.
No deja de ser una evidencia que la Administración desprecia las evidencias, y prefiere obcecarse en errores que hasta el más cerril e indisciplinado angelito (o angelita) de los que pueblan nuestras aulas sería capaz de ver. También es evidente que hay intenciones ocultas e inconfesables en los poderes públicos. Dado el nivel moral exhibido por los políticos españoles, ¿se puede esperar que pretendan inculcar en los futuros ciudadanos adultos valores que ellos no comparten?
4 comentarios:
Dejo mi sello por amor propio, y amor a mi amigo, y porque, joder, el post es interesante.
Menos educación y más mogollón.
Evidentemente querido José Miguel. Ya te había leído pero no suelo dejar comentarios en las entradas antiguas.
En la educación, mientras no se promueva y valore el esfuerzo personal, jamàs se obtendrãn resultados buenos.
Siempre se dijo que la letra con sangre entra, y se quiera o no es así.
Hala, un sanguinolento abrazo
Tiene usted más razón que un santo. Uy, perdón; en estos tiempos aconfesionales que corren, léase "tiene usted más razón que un ciudadano ejemplar".
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