lunes, 21 de octubre de 2013

Héctor



Entre las puertas Esceas
aún resuenan los pasos de Aquiles
tras el divino Héctor.
Gloria eterna al Priámida
caído con estrépito ante el héroe implacable.
El polvo de la llanura troyana
fue lavado con su sangre incorrupta.
¡Esclarecido matador de hombres!
Tu tremolante casco
se divisa hoy en las tardes claras
junto al Ponto vinoso,
mientras Andrómaca, de níveos brazos,
unge tu cuerpo broncíneo
con el perfume de los inmortales.

5 comentarios:

Antonio Montes dijo...

Estupendo, José Miguel. ¿Puedo decir el mejor elogio que se me ocurre?: que parece una traducción del griego.

Inmortal historia ¿verdad? Algo tiene el agua cuando la bendicen. Desde antiguo se hablaba de la intrascendencia de la peripecia de Helena y otras zarandajas; no se habla en la Ilíada sino de un episodio de la guerra, ni siquiera de la guerra entera. Y sin embargo, la historia no se gasta, y seguirá leyéndose mientras haya lectores.

Imposible, por cierto, no rendirse ante el personaje de Héctor, el más humano, abnegado y honrado de todos. Un merecido homenaje.

Un abrazo.

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
Claro, así cualquiera...
Salu2 divinos.

José Miguel Ridao dijo...

Muchas gracias, Antonio. La verdad es que Homero me lo ha puesto fácil. En cuanto a Héctor, mucho mejor que Aquiles, que me cae algo "gordo". He descubierto tarde a Homero, pero en buena hora.

No ni na, Dyhego...

Abrazos priámicos.

Anónimo dijo...

Creo que es una sarta de tonterías de mucho cuidado. Con cariño, aunque no lo parezca, lo suyo no es la poesía.
No quisiera estar en su pellejo, tanto leer para tan poco fruto.

José Miguel Ridao dijo...

Se agradece el cariño, oh venerando anónimo.