miércoles, 24 de septiembre de 2014

Impresiones parisinas



- A los descendientes de los galos les quedan dos telediarios siendo mayoría en la capital de Francia.

 - La Torre Eiffel impresiona mucho más que en la fotos. Esa misma torre la ponen en Sevilla sin vigilancia y los chatarreros de Torreblanca la desguazan y la venden en los polínganos en un par de días con sus carritos del Hipercor.

- El sarcófago de Napoleón tiene toda la pinta de una caja de limpiar zapatos. Además, nunca he entendido la coba que se le da a ese megalómano asesino en pleno siglo XXI.

- Un mojón muy grande para los jardines de las Tullerías. No he visto cosa más sosa y polvorienta a la que llamen jardín en ningún otro sitio.

 - Lo que sí es un gran invento es la costumbre de dejar en los parques cientos de sillas y hamacas a disposición de los paseantes, para tomarse cómodamente una de esas asquerosas baguettes secas que venden en los kioscos a cinco euros y despatarrarse en condiciones. Volvemos a lo mismo: en Sevilla acabarían en los patios particulares en un abrir y cerrar de ojos.

- Será un problema de raza, pero a la típica parisina rubia de ojos claros le faltan un buen par de argumentos para convencer del todo a un macho ibérico acostumbrado a otras contundencias.

- La flota de bateaux mouches se reduciría a una cuarta parte si en el mundo no hubiera chinos.

- Los recepcionistas de los hoteles se dan aires de ministros sin cartera.

- Al pasear por París tenía la sensación de ir por un territorio familiar: era como dar un paseo por Sevilla pero a escala 10:1. Supongo que en ello ha tenido que ver que cuatro horas antes de estar junto al Arco del Triunfo me encontraba plácidamente durmiendo en mi cama sevillana. Así no hay quien se imbuya de un espíritu aventurero.

- París huele a mantequilla caliente.

- En Montmartre, ni rastro del ambiente bohemio. Si Verlaine levantara la cabeza se marcharía a África a buscar a Rimbaud.

- Los Van Gogh del museo d'Orsay son igualitos a como salen en las fotos. Da la impresión de que forman parte del ajuar de uno.

- Me llamarán cateto, pero tampoco es para tanto París: una gran ciudad como muchas otras, monumental, eso sí, pero sus mejores edificios no suelen pasar de los doscientos años. Es como Sevilla pero a lo bestia y sin encanto: sin duda lo tuvo antaño, pero se lo ha llevado el turismo.

Imagen: Turista haciendo el gilipollas en el museo Rodin.

6 comentarios:

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
¡Pero bueno, esto qué esssss! ¿Que vienes de París y no te ha gustado?
¡Y eso que has estado de visita, si tuvieras que vivir allí...!
Supongo que la magia de las ciudades está más en su esencia que en su presencia.
Salu2 parisienses.

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
¡A tu abuela se le fue el santo al cielo y te ha hecho una chaqueta un poquico grande...!
Salu2 lutecios.

José Miguel Ridao dijo...

Ya ves, Dyhego, no pienso pedirme el Liceo español, ea. Y para que luego me llamen cabezón...

Abrazos agilipollados.

Martín López dijo...

Hermosa y edificante imagen de la honradez ibérica lo del reciclaje de los carritos en entorno poliganero. ¿Cómo se dice realmente? ¿Polígano o políngano? ¿No será esta última forma una herrata? (lo de Fe de herratas le juro que lo vi en una de esas inefables revistas pedagógicas.)

Martín López dijo...

Bueno, y lo del reciclaje de la Torre Eiffel en si... Lo público , de todos. O sea del primero que llega y tontos los demás.

José Miguel Ridao dijo...

Es políngano, políngano sin duda. Yo, en mi ombliguismo, diría que el origen está en el Políngano de San Pablo, en mi ciudad, pero el término se ha hecho internacional. Por ejemplo, tenemos el blog "Der Políngano.com", que me da pereza enlazar.