Si no vas a abrazarme, si no me vas a besar, al menos cógeme de la mano. Nada ha cambiado, todo está ya claro, pero mira qué gesto tan inocente. Para mí lo es todo, y ahora mismo has de ser tú, no me preguntes por qué. Me comprometo a que a nada comprometa. Lo necesito, estoy perdido. A lo mejor después sigo andando yo solo, o me abraso y pierdo esa mano, pero es que no la necesito, de verdad, lo mismo que tantas otras cosas que ya no tienen sentido. Dirás — con la boca chica — que vaya tontería, cogerme de la mano. Si tú supieras lo que se puede decir a través de la piel, aunque sea ese trocito de piel tan sensible... entonces seguro que no te atreverías.
Cuatro observaciones (y tres preguntas) sobre el nuevo índice de referencia
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Por Jordi Galí (CREI, UPF y BSE) El coste de la vivienda se ha convertido
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Hace 12 horas
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