No hay pastilla para este dolor. Ni terapia. Ni remedio. No es dolor, es vacío, es pérdida inapelable. No hay descanso tampoco. Los recuerdos dulces se hacen amargos. Y duelen. Y no importa que pase el tiempo, como me decían. Si acaso lo acrecienta, porque estoy más lejos de la dicha. Quizás no es bueno haber sido tan feliz. No lo sé. Hace tiempo que ya no sé nada.
Cuando un recorte sanitario silencia a las víctimas de violencia de género
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Como es bien sabido, una de cada tres mujeres en el mundo sufre violencia
física y/o sexual alguna vez en su vida, en la mayoría de los casos
infligida por...
Hace 4 horas