No hay pastilla para este dolor. Ni terapia. Ni remedio. No es dolor, es vacío, es pérdida inapelable. No hay descanso tampoco. Los recuerdos dulces se hacen amargos. Y duelen. Y no importa que pase el tiempo, como me decían. Si acaso lo acrecienta, porque estoy más lejos de la dicha. Quizás no es bueno haber sido tan feliz. No lo sé. Hace tiempo que ya no sé nada.
CRÓNICA DEL DÍA DEL APAGÓN
-
Hombre soy y nada humano me es ajeno.
TERENCIO
El lunes pasado llegué a Montequinto (el barrio de Dos Hermanas donde doy
clase) quiz...
Hace 32 minutos