De vez en cuando cogías tu guitarra junto a la chimenea y los trémolos brotaban como por encanto. Y me mirabas de hito en hito. Y al final me sonreías. Y simplemente así éramos felices. Nadie ha vuelto a coger esa guitarra que tú tocabas ya de niña. Descansa apoyada en un rincón del salón de Alájar, junto con otra que era mía pero jamás aprendí a tocar, esperando unas manos que ya nunca la acariciarán, y yo esperando una sonrisa y unos ojos dulces que sólo subsisten en mi recuerdo.
¿Es necesario reducir el consumo de carne? Un desafío nutricional y
socioeconómico
-
Por Pierre Levasseur El consumo de carne está en el centro del debate
científico y político. Numerosos estudios han demostrado que una dieta con
menos carn...
Hace 8 horas