De vez en cuando cogías tu guitarra junto a la chimenea y los trémolos brotaban como por encanto. Y me mirabas de hito en hito. Y al final me sonreías. Y simplemente así éramos felices. Nadie ha vuelto a coger esa guitarra que tú tocabas ya de niña. Descansa apoyada en un rincón del salón de Alájar, junto con otra que era mía pero jamás aprendí a tocar, esperando unas manos que ya nunca la acariciarán, y yo esperando una sonrisa y unos ojos dulces que sólo subsisten en mi recuerdo.
El Barón de Holbach y las maneras de François Couperin
-
Paul Henri Thiry Barón de Holbach (1723-1784) conocía la música de François
Couperin (1668-1733). Le gustaban las composiciones que Couperin había
re...
Hace 6 horas