lunes, 9 de junio de 2014

Ridao el apóstata


Muy poco tiempo después de nacer, mis padres me inscribieron, con su mejor voluntad, en un club de gran tradición en nuestro país, condición indispensable para ser un ciudadano respetable en la España de la época. A medida que fui adquiriendo eso que llaman uso de razón, proceso en el que aún me hallo inmerso, me di cuenta de que mi flamante club no me gustaba mucho, al principio más que nada  porque me obligaba a acudir los domingos, debidamente endomingado, a unas reuniones donde un oficiante soltaba unas parrafadas ininteligibles que me llevaban al ensoñamiento más inocente, generalmente con los toboganes que esperaban fuera; además, debía dar la mano a unas personas que no conocía de nada, y muchas señoras emanaban un desagradable efluvio a perfume de sacristía reconcentrado. Tampoco es que aumentara mucho mi entusiasmo la educación recibida en el colegio, donde varios de mis profesores usaban sotana y chasca. No guardo mal recuerdo de ellos, nada tengo que reprocharles y se portaban con nosotros igual de bien o mal que sus compañeros que vestían pantalones, pero me seguían llevando a esas dichosas reuniones por la tarde antes de entrar a clase, con lo bien que se estaba jugando a las canicas. Así fue pasando el tiempo, mi razón fue estando cada vez más para mi uso y disfrute, y decidí dejar de acudir a las reuniones en la medida de lo posible. Aunque veía buenas intenciones en el fundador histórico de mi club, no lo tenía tan claro en cuanto a sus continuadores, y me empezaron a mosquear muchas cosas que mi razón cada vez más madura me revelaba. Además, qué caramba, yo siempre he sido tremendamente individualista y escéptico, y las sectas me dan yuyu, así que hace poco me planteé que, aunque muchos me dicen que no me estorba y no hace ningún daño, sería conveniente y, sobre todo, honesto, salir del club que ha tenido el honor de contarme entre sus miembros durante tantos años. Pero, ¡oh sorpresa! —con la secta hemos topado—, he descubierto que en este club resulta muchísimo más sencillo entrar que salir. Parece que tengo que mandar cartas, visitar gerifaltes, rellenar formularios, pedir documentos, aflojar algo de guita, acudir a entrevistas, escuchar de viva voz los privilegios que voy a perder, y claro, no ando yo muy sobrado de tiempo, ni de ganas, ni de humildad, y se me ha ocurrido dar fe pública por medio de este blog:

A todos los que me leyeren: pastores, ovejas, corderos, terratenientes y demás miembros de la comunidad, declaro que me borro del rebaño. Sé qué os va a ir igual de bien sin mí, o incluso mejor, y yo, la verdad, aunque no os guardo rencor, me quedo más tranquilo.

P.S. Enseguida iba a poder escribir yo esto en el siglo XVI...

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Si fuese usted realmente un valiente,(mon)señor Ridao, daría el nombre de esa supuesta "secta". Pero como es usted un "cobardica" no lo hará. Sobre todo por que en el fondo de su alma sabe que no lo es, que lo que realmente es una la "secta" es la pandilla de pseudointelectuales sectarios que intentan defenestrarla día sí día también.
No reniegue de lo que pueda usted arrepentirse en un futuro cercano.
Valiente es aquél que ( como mi padre fallecido hace un mes ) proclama su fe públicamente en tiempos de persecución e intentos de ridiculizar al creyente.

José Miguel Ridao dijo...

Bueno, le voy a echar más cojones aún, y no por cierto de manera anónima: me refiero a la Iglesia Católica.

Secta:
1. Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica.
2. f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra.
3. f. Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.

Suscribo las tres acepciones de la RAE.

Abrazos antisécticos.

Paco dijo...

Tomo nota.

Aun así, sepa usted que si alguna vez, en algún supuesto lugar del final de los tiempos, me preguntasen por un tal José Miguel Ridao, yo responderé: "A juzgar por sus escritos, parecía un buen chaval, creo que no se merece ningún castigo eterno"

Así sea.

eres_mi_cruz dijo...

hasta ahí, fácil, ridao...
ahora cómo vas a convencer a tu mujer de que tus hijos no hagan la primera comunión... ahí quiero ver al tío...

José Miguel Ridao dijo...

Pues el caso es que me ha entrado un poco de repelús con eso, Paco, a ver si con la antigüedad que ya tenía cojo y me condeno, pero entre tu testimonio y que estando fuera uno no puede cometer pecados, espero salvarme. Se agradece tela.

No ni na, eresmicruz, ahístartío, uno con la comunión hecha, otro en trámites y a los otros dos los llevará el menda a la catequesis y a donde haga falta, que la parienta de uno es mucha parienta de uno, por no hablar de madre y suegra. Ya tendrán tiempo de apostatar...

Abrazos jumilleros (de que jumillo, que no he bebido).

NGG dijo...

Pues sí que eres un calzonazos, Bacalao.
Y estoy con el anónimo: hoy día es mucho más heroico y valeroso aquél cómo su padre que proclama su fe en público y no el que apostata "de cara a la galería"... y por escrito. ¡Anda ya, pisha, déjate de rollo!

José Miguel Ridao dijo...

Calzonazos no, condescendiente. Y te aseguro que en mi entorno sigue siendo mucho más difícil apostatar que proclamar la fe. Lo de la galería es para tener testigos, ya que la secta no me lo pone fácil...

eres_mi_cruz dijo...

di que sí, ridao... y cuando le pregunte el cura en las catequesis, lo bien que quedará eso de

-¿hijo, y tú qué quieres ser de mayor?...
- yo quiero ser... ¡¡¡APÓSTATA COMO MI PADRE!!!...

Ana Vera dijo...

Me ha llamado la atención que utilice la palabra "club", porque yo también la uso para estos menesteres. Y, efectivamente, la palabra "secta" tiene una carga muy peyorativa para la mayoría de hablantes cuando en realidad no es tal. O sí, ya depende de como te tomes el tema. Sectas hay muchas...
Creo que una de las cualidades que indican claramente que una persona está en equilibrio es el estar liberado de la pertenencia a grupos (clubes), lo cual es muy importante, porque los grupos determinan maneras de pensar: si te sientes del "club de los andaluces" esto te hace pensar que eres vago, te gusta la fiesta y eres diferente a los catalanes.
Esto se detecta por la manera de expresarse de esa persona: "nosotros los andaluces somos así", "los médicos... los profesores... los carteros... pensamos esto", "las mujeres somos diferentes", "nosotros tenemos más derecho porque somos personas y ellos animales..."
Pertenecemos a un club cuando nos sentimos identificados plenamente con el grupo y eso determina nuestros pensamientos, palabras y acciones, ya no hacemos, decimos, ni pensamos lo que queremos, sino lo que quiere el club, por tanto, la personalidad individual queda subyugada al grupo, si soy del Madrid y me encuentro con un tipo del Barça, sin conocerlo personalmente, ya tendré sentimientos y pensamientos preconcebidos hacia él.
Y, por supuesto, los clubes más peligrosos son los que te clasifican de una manera y no te permiten salir de ahí.

Anónimo dijo...

Soy agnóstico. Dicho esto, si por "secta" o "club" se entiende lo que dice Ana Vera, aplicar dicho término a los católicos sería tanto como afirmar que quien lo sea no tiene ni puede tener ideas propias, sino sólo los prejuicios propios de su "secta". Que San Juan de la Cruz o Gerard Manley Hopkins, un poner, careciesen de ideas propias me parece a mí una afirmación seriamente candidata a Mayor Burrada del Año (y probablemente también de la Década, e incluso del Siglo). Yo la votaría.

Dyhego dijo...

Salu2.

José María JURADO dijo...

Por si vale de algo.

Un abrazo.

EL BUEN PASTOR
Evangelio según Juan 10, 1-18
1 «En verdad les digo: el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por algún otro lado, ése es un ladrón y un salteador.

2 El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

3 El cuidador le abre y las ovejas escuchan su voz; llama por su nombre a cada una de sus ovejas y las saca fuera.

4 Cuando ha sacado todas sus ovejas, empieza a caminar delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.

5 A otro no lo seguirían, sino que huirían de él, porque no conocen la voz de los extraños.»

6 Jesús usó esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

7 Jesús, pues, tomó de nuevo la palabra: En verdad les digo que yo soy la puerta de las ovejas.

8 Todos los que han venido eran ladrones y malhechores, y las ovejas no les hicieron caso.

9 Yo soy la puerta: el que entre por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento.

10 El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud.

11 Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.

12 No así el asalariado, que no es el pas tor ni las ovejas son suyas. Cuan do ve venir al lobo, huye aban donando las ovejas, y el lobo las agarra y las dispersa.

13 A él sólo le interesa su salario y no le importan nada las ovejas.

14 Yo soy el Buen Pastor y conozco a los míos como los míos me conocen a mí,

15 lo mismo que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y yo doy mi vida por las ovejas.

16 Tengo otras ovejas que no son de este corral. A ésas también las llevaré; escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño con un solo pastor.

17 El Padre me ama porque yo doy mi vida para retomarla de nuevo.

18 Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos está el entregarla y el recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre.»

Ana Vera dijo...

Señor agnóstico anónimo, insisto en que es muy importante tomar conciencia de a qué grupos pertenecemos, porque los grupos determinan nuestras maneras de pensar. Por lo que infiero de su discurso, Ud. pertenece al grupo de los agnósticos y al grupo de lo que se sienten superiores a los animales. Yo no me he definido porque no creo que eso aporte nada al argumento, pero soy consciente de que pertenezco a unos cuantos, no vivo en una cueva, por tanto tengo prejuicios, juicios heredados y creo que reflexionar sobre eso no puede hacerle mal a nadie.
Tampoco he nombrado a los católicos, pero ya que me habla de San Juan de la Cruz, cuya vida me fascina y cuya obra (incomprensible e incomprendida por los de la secta de su tiempo) releo con gusto y con frecuencia, le diré que San Juan de la Cruz es el ejemplo perfecto de que si estás en una secta no puedes no pensar como los de la secta, en el siglo XVI, concretamente, eso le supuso dar con sus huesos en la cárcel.

Muñoz Escasso dijo...

Buenas Ridaorrr:
Entonces ya no se te puede llamar pecadorrr de la pradera?.
Y lo más importante:Consultaste con Bach antes de apostatar?.En caso afirmativo, qué te dijo?.
Yo el apostaticidio este no termino de verlo. Anda que te caes del caballo como San Pablo y tienes que volver a echar la instancia...
Yo cada día soy más ateo y menos anticlerical. Así mismo se lo dije el otro día a un ojiplático y amable cura del Opus.
Yo llevo mucho tiempo de echarme a Dios a la cara, para decirle que su trabajo es manifiestamente mejorable.
Aún así no pierdo la esperanza de perdonarle después de perdonarme.
Joder, qué homilía te he soltado, chacho...
Un abrazo Ridao.

Anónimo dijo...

Gracias a Ana Vera por su contestación, aunque hay en ella algunos matices que encuentro discutibles. El ejemplo de San Juan de la Cruz lo que demuestra es que SE PUEDE pensar distinto de los de la propia "secta", aunque eso a veces (no siempre) pueda suponer riesgos. NO EXISTE NINGUNA "SECTA" TAL QUE SEA IMPOSIBLE, SÓLO POR PERTENECER A ELLA, EL PENSAMIENTO PROPIO. Y los grupos a los que podamos pertenecer, o sentir con ellos afinidades, son una influencia a tener en cuenta, pero en absoluto DETERMINAN nuestro pensamiento, que siempre puede ser y mantenerse libre.

(Y un mínimo detalle: la vida y la obra de San Juan de la Cruz NO SE HICIERON "en contra de los de la secta de su tiempo". Tuvo entre sus correligionarios muy encarnizados enemigos, pero también muy entregados amigos; y los unos no pertenecían menos que los otros a la "secta" en cuestión. El propio San Juan de la Cruz hubiera encontrado simplemente demencial la idea de que su pensamiento no era libre a causa de su pertenencia a la Iglesia Católica, que jamás puso en duda, y le hubiera resultado absurdo el pensamiento de que habría ganado libertad si se salía de ella. En esto como en otras cosas, mucho me temo que la visión de mi amiga sea francamente unilateral).

Ana Vera dijo...

Gracias a Ud. también, Sr. Anónimo por sus comentarios, que también yo encuentro discutibles, pero que no puedo ni quiero estar discutiendo hasta el infinito y más allá, por eso, si este comentario le suscita alguna inquietud, y supongo que así será y que me contestará de nuevo, tendrá Ud. el privilegio de decir la última palabra en esta conversación.
Dicho esto, voy al grano:
Por si piensa que mi comentario se centra en la España del siglo XVI, me curaré en salud recomendándole una vueltecica por las cárceles y cementerios de nuestro mundo en pleno siglo XXI. Y ahora sí, me voy al XVI:
No confunda Ud. el pensamiento extraordinario de algunas individualidades sobresalientes por motivos de formación teológica e intelectual, como la del santo que nos ocupa o la de su amiga Santa Teresa de Jesús, amiga a su vez de Fray Luis de León (todos padecieron procesos con la Inquisición, oh, qué casualidad) con el del común de las gentes de la España de la época, en la que no se podía no ser cristiano, en la que se vivía en un clima de terror y persecución obsesiva que dista mucho del que dibuja en sus candorosas afirmaciones. Palabras como: “política de máximo religioso”, “expulsión de los judíos”, “expulsión de los moriscos”, “bautismos masivos”, “Inquisición”, “Tomás de Torquemada”, “proceso inquisitorial”, “procesados y condenados” o “Índice de Libros Prohibidos”, son claves para comprender lo que estoy diciendo.
“No existe ninguna secta tal que sea imposible, solo por pertenecer a ella, el pensamiento propio”, en fin, relea eso honestamente y luego lea alguno de los 18.000 informes internacionales en los que se clasifica a las sectas por el grado de peligrosidad.
“Los grupos a los que podamos pertenecer son una influencia a tener en cuenta, pero en absoluto determinan nuestro pensamiento”, esta afirmación es una paradoja. Reléala honestamente.
Profundice en eso que Ud. califica de “mínimo detalle”, según el cual San Juan de la Cruz no escribió en contra de la Iglesia Católica de su tiempo echándole un vistazo a alguno de los numerosos estudios filológicos que hay publicados sobre la obra de San Juan de la Cruz y pregúntese por qué el propio San Juan de la Cruz manipuló su obra para adaptarla a los preceptos de la Iglesia, y, pregúntese de paso, por qué no fue la suya la única manipulación que sufrió la obra en cuestión.
En cuanto a lo me cuenta sobre lo que para San Juan de la Cruz era ser libre, no hace falta que se lo invente, está en su obra, y es muy hermoso, le recomiendo que lo lea y lo desentrañe. Los que no gozamos de su visión 360º tenemos que conformarnos con ir a los textos.
Y creo que es suficiente, aquí me bajo.

Anónimo dijo...

Nada quiero decir, fuera de agradecer lo de "ingenuo". De verdad que a mis 56 años, con todo lo que uno ha visto, vivido y leído, "lástima grande / que no sea verdad tanta belleza", como dijera uno de los Argensola. Pero en fin, mil gracias.

José Miguel Ridao dijo...

Pues sí que me ha sentado bien la apostasía. De momento dos meses de vacaciones en el blog. Es que se queda uno de tranquilo...