jueves, 24 de enero de 2013

Sans retour




El otro día vi una película que llevaba tiempo buscando y que me perdí en su momento, Tous le matins du monde, y fui a ella en busca del sonido diríase que mítico de la viola da gamba. Algunas cosas me gustaron más y otras menos: el ambiente está muy bien recreado, especialmente la naturaleza semisalvaje en que vive Monsieur de Saint-Colombe, el maestro de un Marin Marais muy convincente, sobre todo en su versión de anciano, interpretada por el actor "ruso" Gerard Depardieu. Me resultaron especialmente insufribles algunas inevitables concesiones a la galería, como la caracterización de las hijas de Saint-Colombe, músico enigmático del que apenas se conoce nada, ni siquiera sus fechas de nacimiento y muerte, como unas ninfómanas que beben los vientos por el joven Marais. Pero, más que hablar de la película, vengo hoy a traer dos momentos, dos frases especialmente brillantes y evocadoras, que dejo en su idioma original porque se entienden bien, y así no pierden su fuerza. Una la pronuncia Marais en su lecho de muerte:

J'avais un maître. Les ombres l'ont pris.

Me conmueve hasta el tuétano esa añoranza del maestro perdido, de un maestro incomprendido por el mundo y que no abrió del todo los ojos del discípulo hasta que éste estuvo en su lecho de muerte.

La otra frase da título a la película, y habla muy bien del escritor Pascal Quignard, su autor:

Tous les matins du monde sont sans retour.

Y cuánta verdad expresan estas palabras, cuánta melancolía. Puedo sentir la luminosidad de una mañana de primavera, el aire fresco inundando mis pulmones, y mi carrera alborozada se hace más lenta, anunciándose primero con unas luces tenues, para acabar en un ocaso irremediable tras una jornada intensa de emociones. Eso, y no otra cosa, es la vida.

2 comentarios:

eres_mi_cruz dijo...

has despertado mi curiosidad con eso de las ninfómanas, oye... francesas además...

José Miguel Ridao dijo...

Pues no te tomes la molestia, eresmicruz, de buscar las escenas: es una de esas francesas canijas, lacias, con los ojos encendidos pero que no hay por donde agarrarlas. Supongo que es lo que tiene ser ninfómana. La hermana parece otra cosa, pero como es menos golfilla no se le ve na en toda la película.