viernes, 19 de noviembre de 2010

The invisible writer


El artista tiene que procurar ser invisible y distanciarse de su obra. Todo lo demás es vanidad, saludable al principio pero que a partir de ciertos grados muy frecuentados llega a ser insoportable. No hay ejemplo más grande que el de Bach: nunca llegó a ser consciente de la grandiosidad de su obra; para él no tenía mérito, recibió un don natural, lo educó con tesón y lo puso en valor. Nunca dejó de trabajar, ni de mejorar. Sólo era un humilde servidor de Dios que se consideraba afortunado de poder crear una música que sirviera a los hombres para comunicarse con el altísimo. Renunció a hacerse "visible" en la sociedad; ni se le pasó por la cabeza. Incluso una de sus mejores composiciones, como El arte de la fuga, es una obra experimental que nunca llegó a ser ejecutada en vida del maestro, y las famosas variaciones Goldberg se incluyeron inicialmente en un volumen de ejercicios para teclado.


Por eso cada vez me sorprende más contemplar las actuaciones mediáticas de artistas, y me fijo sobre todo en los escritores. Unos son mediocres, otros buenos, y también los hay excelentes, pero todos ellos forman parte de un circo, ríen en público, se quejan en público, hablan, critican... se revuelcan en un show penoso que tiene más de corral de vecinos literarios que de literatura. No es que no se pueda escribir bien en esas condiciones, pero se me antoja más fácil escribir en paz, apartado de la jauría, aunque no se gane dinero: ¿alguien desea de verdad la tiranía de ganarse el pan escribiendo? Además, para mí el autor y la obra son uno; creo posible que un fantoche escriba una obra de arte, pero me resisto a leerla mientras le veo actuar en el circo. Panem et circenses, nada se salva.

Intuyo que hay escritores, genios, invisibles, pero no los vemos.




P.S. Se puede tildar a Glenn Gould de excéntrico, o de exhibicionista, pero con 32 años se retiró de los escenarios en la cumbre del éxito, y se dedicó a perfeccionar sus interpretaciones en los estudios de grabación, alejado del mundo. En cierto modo, trató de hacerse invisible.

17 comentarios:

Mery dijo...

Vaya, coincidimos en entrada musical, aunque la tuya abarca otras artes, además.
Tienes razón con Gould, esa especie de pánico escénico le hizo adentrarse en la perfección de un encierro, donde no le contaminara el aplauso de la gente.
Qué mala es la vanidad en grandes dosis.
Un abrazo, musical y nocturno

Fernando Moral dijo...

La valía debe ser reconocida, creo que estamos de acuerdo. Y si como dices -convengo también en ello-, en que el reconocimiento social es superfluo, ¿quién lo debe juzgar... el Dios de Bach? Jejeje.

Un aprieto-abrazo.

Anónimo dijo...

Hmmmm.... tu ideal del artista me parece más romántico que otra cosa. Poner a Bach como ejemplo ¿no es incurrir en cierto anacronismo?

Joaquín dijo...

Excelente reflexión. Con más motivo debo recomendarte que leas la novela Invisible man de Ralph Waldo Ellison (un escritor norteamericano negro), que está resultando tan fecunda en debate. Para quienes lo desconozcan, no trata de la figura del hombre "que se hacía invisible", sino que trata de la invisibilidad moral (en la que está también concernida la invisibilidad artística y literaria, como apuntas).

Marisa Peña dijo...

Ay Ridao...Me ha gustado tu reflexión.Lo de los reconocimientos en vida es lo mejor que le puede pasar a un artista(¿o lo peor?)pero no siempre ocurre.y sí, la vanidad es mala, pero abunda que es un primor.

Liliana G. dijo...

Lejos, muy lejos la humildad de Bach de la circense dicotomía entre escritor contemporáneo y bajo perfil...
Yo soy más descreída, no creo que ningún fantoche escriba una obra de arte. El arte supone una elevación espiritual que un fantoche desconoce desde la sublimación de su ego.
¿Ves, José Miguel? Nosotros somos invisibles porque somos grandes... por lo menos como personas, que es lo importante :)

Besotes invisibles.

P.S.: Glenn Gould, no ejecuta música, él "es" la música y por lo tanto el arte.

Ignacio dijo...

Escucha a Keith arrett tocando a Bach.

¡ayer te lo podía haber pasado en mano!

Ignacio dijo...

Keith Jarrett

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Magnífico Gould. Ostinato rigore, que es fuente del arte.
Un abrazo.

Las hojas del roble dijo...

Me has dejado pensando, Ridao, y eso ya tiene mérito...

Un abrazo

Unknown dijo...

José Miguel, en dondes te metes que no te veo.


Un abrazo.

mujer prevenida vale por dos dijo...

Realmente no entiendo porque un artista tiene que procurar distanciarse de su obra...
Si me dices distanciarse de la necedad, la abulia, la falsedad, las intromisiones en su actividad creativa... pero de su obra, no lo entiendo.
El artista y sus coetaneos; como rivales, no lo se... no es artista quien quiere. Conseguir dominar un arte es mucho, y "paladares" que sepan admirarlo muy dificil...

(Cada profesión tiene su circo particular en cada circo hay payasos)

Un abrazo Ridao!

Eutelia dijo...

"Alguien desea en realidad la tiranìa de ganarse el pan escribiendo?"

Pues se ve que si, que muchos si, aunque no tengan nada que decir, que es lo peor.

Un abrazo, bonita reflexiòn

José Miguel Ridao dijo...

Otro abrazo, Mery. Hay que moderar la dosis, es cierto.

Tú eres una maricona, Fernando. A ver cómo salgo del aprieto. El reconocimiento social no es superfluo del todo: la vanidad en pequeñas dosis ayuda a todos, hasta a Bach. Si uno se hace medianamente "invisible" se aleja de lo mundano. Pueden pasar dos cosas: 1. Que no tenga reconocimiento de fuera, y entonces a lo mejor es una mierda lo que escribe, o es tan bueno que no le comprenden, y él lo sabe, luego está contento. 2. Que sí tenga ese reconocimiento, más que del gran público de sus pares: es lo ideal, como le pasó a Pessoa: te valoran quienes saben, luego eres un monstruo. Pero siempre... ¡Aléjate del circo!

Un abrazo circense.

José Miguel Ridao dijo...

Sara: es ciertamente anacrónico, pero creo que, salvando las distancias y obviando la "esclavitud" de los artistas del barroco a sus mecenas, es un modelo válido. Puedo poner de ejemplo, como he dicho antes a Fernando, a Pessoa, más cercano en el tiempo, aunque sin llegar a sus niveles de instrospección, que el tipo era un tristón de cuidado.

Definitivamente compraré el libro, Joaquín.

No es tan mala, Marisa. En su justa medida, sin creerse el ombligo del mundo. Vanidoso, sí, pero con humildad.

Abrazos

José Miguel Ridao dijo...

Di que sí, Liliana. Ahora mismo estoy tecleando y no me veo los dedos. ¡Qué grande soy!

Muchas gracias, Ignacio. Ya los he recibido por e-mail.

Con esa máxima yo nunca seré artista, tocayo, por desgracia. Soy poco "ostinato".

Abrazos relajados.

José Miguel Ridao dijo...

Ya me dirás las conclusiones, Juliño.

Coño, Ramón: tu foto es transparente; sólo se ve el humo del cigarro.

MPVX2: no es distanciarse, sino todo lo contrario, concentrarse en ella y dejarse de pavoneos.

Pues sí, Eutelia: muchos lo desean, pero pienso que no es el camino para hacer arte.

Abrazos muchos.