miércoles, 22 de agosto de 2012

Orfeo



El hijo de la musa baja todos los días a la orilla del lago junto a mi casa, y llora amargamente sus recuerdos. Versa est in luctum citara mea. El desgraciado la perdió dos veces, y su música suena lúgubre entre los profundos bosques de Tracia en pos de su recuerdo. Algunas noches vuelve a embarcarse en la vieja Argos, y marca un ritmo imaginario con las nueve cuerdas de su lira, pero la nave no logra salir del puerto. Ni siquiera el viejo perro está allí para consolarle a la vuelta de sus desventuras. La música graba a fuego el dolor en las almas de los deudos. Aunque hubieras mantenido la vista hacia adelante, no habrías vencido por tercera vez. Cerbero aguarda con los dientes intactos. Pobre mortal; murió el amor, sólo la música te sobrevive.

2 comentarios:

José Miguel Domínguez Leal dijo...

¿Por qué Perséfone, reina del Hades apiadada de Orfeo, y no Eurídice, la compañera muerta de éste? Sea como sea, hermoso texto por lo demás.
Un abrazo, tocayo.

José Miguel Ridao dijo...

Tenía siempre a Eurídice en la cabeza al escribir el texto, y al final supongo que en el último momento miré hacia atrás. Gracias, como siempre, por tu atenta lectura, tocayo, y felices días últimos de agosto.