jueves, 18 de agosto de 2011

El yo poético


En todo acto de creación se pueden plantear dos preguntas: quién lo hace y a quién va dirigido. Dejaré la segunda cuestión para otra entrada, y me centraré en la primera. Puede parecer que la respuesta es trivial, pero se trata de algo más sutil de lo que parece: no se refiere a que sea el propio artista quien crea, algo que es evidente, sino bajo qué forma personal lo hace. Si nos ceñimos al campo de la poesía, se habla del "yo poético", que no tiene por qué coincidir con el yo personal. Nos movemos en un terreno inseguro, pues no se sabe bien hasta qué punto un poeta puede desprenderse de su yo para desdoblarse en otros sujetos, cada uno con sus rasgos personales diferenciados. Es el caso de Pessoa, que como se sabe escribió gran parte de su obra utilizando varios álter ego o heterónimos, cada uno con su estilo propio. Los más conocidos son Álvaro de campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis y el inconmensurable Bernardo Soares, autor del Libro del desasosiego. A todos ellos hay que añadir los poemas que escribió el propio Pessoa como ortónimo; es decir, con su propio nombre y supuestamente con su propia personalidad. Este desdoblamiento, todo un alarde poético, tiene, si se profundiza en su obra, un patrón común que lo unifica, y que no es más que el yo poético del propio Pessoa. Otros poetas hacen algo parecido sin recurrir a heterónimos, y nos ofrecen "personalidades" muy diversas en las distintas etapas de su vida o incluso en momentos muy cercanos en el tiempo, en una suerte de esquizofrenia creadora, aunque siempre con su sello propio.

Hay quien critica al poeta que alza su voz en primera persona, aduciendo que la voz poética es diversa, como también lo son sus fuentes. Estamos de acuerdo con lo segundo, y no sólo en Pessoa, sino en cualquier poeta verdadero: la despersonalización es un supuesto imprescindible en cualquier obra de arte. En cuanto a lo primero, tan estremecedor es el inicio del poema Tabacaria (Não sou nada./Nunca serei nada./Não posso querer ser nada./À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo.) y prácticamente toda la obra poética de Pessoa, escrita en primera persona, en "muchas" primeras personas, como muchos poemas de Lorca que utilizan el tú, o los grandes poemas descriptivos, como los cuartetos de Eliot.

Yo-me-mí; tú-te-ti; él-ella-ello; es lo de menos. Como en una ocasión Oscar Wilde le dijo a Gide, en uno de sus brillantes fogonazos: "No escriba nunca yo. El arte no existe en primera persona." Escribamos, entonces, con un yo prestado.

4 comentarios:

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Hace un par de semanas también hablé en mi blog del "yo" literario. Te dejo el enlace por si no lo leíste. Un abrazo:

http://antonioserranocueto.blogspot.com/2011/07/del-yo-al-tu-diluido.html

José Miguel Ridao dijo...

He leído tu entrada con mucho interés. Curiosamente, tú propones un viaje del "ello" al yo, y en mi caso es al revés. Sin duda es un tema interesante, que han abordado muchos poetas. Fíjate en esta frase de Eliot, de su obra "The sacred Wood": "El arte evoluciona, pero no mejora ni progresa, y el proceso del artista es un “autosacrificio“, una continua extinción de la personalidad".

Abrazos.

L.N.J. dijo...

José Miguel, es un tema que me interesa mucho. Acabo de leer el enlace de Antonio Serrano y creo que ambos merecéis la pena.
Voy a empaparme un poco de otras lecturas respecto al tema y otros autores y volveré más preparada.

Es verdad que una persona no puede escribir sin derrochar su "yo", que lejos de ser egocéntrico entra directamente en la memoria poética de otros seres cuando la lectura se interpreta de maneras diferentes. Ahí está el artista.
Es verdad que ese "yo" a veces falta y la persona se alimenta de otras lecturas, personas..., para formarse.

Una simbiosis desenfrenada.

Besos.

José Miguel Ridao dijo...

Gracias, Lourdes. Sí que es interesante. Si puedes, lee a Eliot: como teórico es magnífico.

Un beso.