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Vengo rumiando esta entrada desde hace mucho tiempo, pero no me decidía a escribirla porque uno (es decir, yo) salía bastante malparado. Como en los últimos tiempos está bajando ostensiblemente el número de comentarios que tienen ustedes a bien dejar en mis entradas, el cambio de escenario me deja en una mejor posición, y aquí me lanzo pues: proclamo a los cuatro vientos del Internet que es una gran mariconada el afán por acumular en el zurrón bloguero cuantos más comentarios se pueda (la imagen de la izquierda es un patético ejemplo de lo que digo).
Hay quien lleva a gala que su blog es mejor que el de los demás porque cada día recibe 10, 20, 50 ó 100 comentarios. En primer lugar, hay algo muy obvio: no todos los lectores del blog tienen por qué comentar; es más, la notoriedad del mismo vendría dada por el número de lectores, y no por el de comentaristas. Además, sé de buena tinta (uno, que es un cotilla) que muchos blogueros se dedican a explorar el vasto universo bloguilandio dejando huella de su visita a cada cuaderno que van, sea éste español, argentino o armenio-azerbayano. Estadísticamente, está comprobado que de cada cinco comentarios que se hacen en otros blogs se recibe uno en respuesta. Según estos cálculos, un bloguero que visite 500 blogs en un día (da tiempo de sobra, lo sé de buena tinta) recibiría una media de 100 comentarios, más los que caigan de propina por otras vías. Esta clientela hay que mantenerla, como es lógico, pero nuestro ambicioso personaje tiene diseñada una completa estrategia de visitas programadas, con comentarios tipo spam, que al fin y al cabo son también los que recibe. Además, nuestro hombre responde puntualmente uno por uno a los comentarios recibidos, con una o dos palabras, con lo que consigue duplicar su cifra ansiada, que ya va por 200.
Por si no quedara clara la vanidad de estos narcisos y la inutilidad de sus acciones, basta echar un vistazo a los blogs de autores consagrados, por ejemplo el
cuaderno de Andrés Trapiello o el de
Felipe Benítez Reyes, para comprobar que reciben muy pocos comentarios. Yo los denomino (mi amigo
Alejandro lo sabe muy bien), blogueros eximios. El eximiato no está al alcance de cualquiera, pues consiste en recibir muchas visitas y pocos comentarios. Ahí queda el reto.
Y a continuación, ofrezco mis números, que hablan por sí solos:
- Récord de comentarios en una entrada: 79, el 12 de noviembre de 2009.
- Número medio de comentarios desde que abrí el blog: 12230 comentarios / 756 entradas = 16,2 comentarios por entrada.
- En el último mes: 306 comentarios / 36 entradas = 8,5 comentarios por entrada.
- En la última semana: 48 comentarios / 9 entradas = 5,3 comentarios por entrada.
- El último día: 0 chops, por primera vez desde el 12 de enero de 2009, recién abierto el blog.
Por otro lado, el número de visitas al blog ha ido siempre en aumento, actualmente recibo unas 150 al día (esto es otro pedazo de mariconada del que ya hablé hace un tiempo).
Conclusiones:
1. Estoy pasando de ser un chufla en toda regla a adquirir galones de eximio, señores, y a marchas forzadas. Prepáranse, que no va a haber quien me aguante.
2. Hay que ser gilipollas para perder el tiempo haciendo estos números.