Acabo de claudicar de la lectura de La cartuja de Parma, de Stendhal. No suelo renunciar tan fácilmente a un libro una vez empezado, tengo un rechazo instintivo a hacerlo. Ya me pasó hace un tiempo con el Ulises de Joyce, y, dada la experiencia, no lo pienso intentar con Proust. Es como si desde que escribo en el blog las novelas me interesaran cada vez menos, sobre todo esas largas novelas realistas y psicológicas del siglo XIX y principios del XX. No hace tanto tiempo que disfruté de la lectura de Rojo y negro, también de Stendhal, y en mi adolescencia me tragué miles de páginas de Tolstoi y Dostoievski, pero no creo que la literatura de hoy en día vaya por ese camino, o al menos a mí no me atrae en absoluto. Prefiero mil veces leer un diario brillante, donde además de sucesos se exponen opiniones y, sobre todo, sensaciones, que una larga trama elaborada, por muy bien escrita que esté. Creo que el único libro largo que volvería a leer es el Quijote, que no creo que entre dentro de la categoría de novela, sino que habría que etiquetarlo como obra de arte, a secas.
Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos.
Jorge Luis Borges
Lógicamente, estas preferencias mías en la lectura tienen su reflejo en lo que escribo; a día de hoy me veo incapaz de escribir un relato de más de diez páginas. ¿Defecto?, ¿virtud? Más bien una evolución, creo yo.
6 comentarios:
Yo también creo que la brevedad en los cuentos es una evolución, José Miguel. Sin ir más lejos, a duras penas reconozco mis cuentos de antaño, hoy en día, con el auge del "microrrelato", o uno evoluciona o se queda afuera. En contra de lo que se supone, escribir corto y puntual es mucho más trabajoso que "irse por las ramas". Resumir no es fácil.
Es cierto que ahora no me embarcaría en la lectura de aquellos libracos de mi juventud, para una vez fueron suficiente.
El Quijote lo leí tres veces (de cabo a rabo) y en cualquier momento lo vuelvo a leer...
Concuerdo JM, ni defecto ni virtud, evolución.
Besotes
Concuerdo con el sentimiento: Muchos textos me parecen extensiones de ellos mismos, y la brevedad una prueba de ingenio. No sé si esto me hace caer en cuenta que uno no puede vender cuentos sueltos y los catálogos son arbitrarios y débiles, que finalmente la novela evolucionó por servicio al mercado con los defectos y ventajas que conlleva.
Suelo sorprenderme en ciertos momentos con el placer de algún texto largo, novelas como del mencionado Stendhal, de Asturias u algún otro desatinado que se extienda más de doscientas páginas -en 500 o 600 las proporciones se me vuelven universales-; también admito que las abordo con cierta sensación de deber: ya soy niño grande y puedo leer textos sin que me exciten estética o intelectualmente, muchas veces aprendo de esta pretendida humildad.
Más que una evolución, yo diría que el cuento es estricto sentido común. Y por eso lo desertamos también, porque incluso o especialmente, las cosas razonables suelen fatigarnos.
A veces encanto, se trata del trabajo y la disciplina a la hora de sentarse largo tiempo para escribir una larga historia o un novela. Es verdad que con esto de los relatos, micros y nuestro escritos breves cuando vamos a leer " El libro gordo de petete " nos entra un muermo espantoso. Y qué decir si debemos escribirlo.
Pero quién no se ha leído "La historia interminable" en una tarde para saber como acaba.
Pues eso jaja, a trabajar _so vago_.
Besos.
Lo de la evolución es una excusa.
Perdona, hoy tengo ganas de meterte caña.
Liliana: a mí me está sucediendo ya que me cuesta trabajo escribir mucho. Mi tendencia a la síntesis, a ir al grano, hace que me cueste cada vez más escribir, estoy perdiendo el hábito de escribir de corrido.
Arrowni: el ingenio puede ser una trampa. No recuerdo a quién leí que criticaba a Dickens por ser escritor de ingenio (sin profundidad). Tu reflexión sobre
la justificación económica del formato de la novela me parece acertada. Además, el gran público pide una trama, son pocos los que buscan la profundidad en pocas palabras. En lo que dices de que el cuento es estricto sentido común, discrepo: los buenos cuentos están hechos de sensaciones, del uso artístico del lenguaje. Se acercan mucho a la poesía. El sentido común no tiene por qué ser bueno, en cuanto que es una corriente expresada por una mayoría pensante. El escritor transgresor, el artista, el genio, no emplea el sentido común.
Interesantes aportaciones, muchas gracias, como siempre.
Lourdes: lo reconozco, me da pereza escribir, y además tengo poco tiempo. Por eso blogger es un formato idóneo en los tiempos que corren. Es lo que tienen las autojustificaciones: yo me lo guiso y yo me lo como.
Un beso.
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