sábado, 29 de mayo de 2010

Kraus: el maestro (y 3)


El aria preferida de Kraus, la que mejor y más veces cantó, su obra de arte más perfecta, fue la romanza del Werther de Massenet "Pour quoi me reveiller". El joven Werther que salió de la pluma (y de las vivencias) de Goethe está ciego de amor por Charlotte. Un amor imposible, que le ha hecho huir desesperado. Entonces recita un poema arrebatador:

Pourquoi me réveiller,
Ô souffle du printemps?
Pourquoi me réveiller
Sur mon front je sens tes caresses,
Et pourtant bien proche est le temps
Des orages et des tristesses!
Pourquoi me réveiller,
Ô souffle du printemps?
Demain dans le vallon
Viendra le voyageur
Se souvenant de ma gloire première.
Et ses yeux vainement
Chercheront ma splendeur.
Ils ne trouveront plus que deuil
Et que misère! Hélas!
Pourquoi me réveiller,
Ô souffle du printemps?

¿Por qué me despiertas,
oh viento de primavera?
¿Por qué me despiertas?
En mi frente siento tus caricias,
¡y sin embargo están cerca los tiempos
de tempestades y de tristezas!
¿Por qué me despiertas,
oh viento de primavera?
Mañana llegará
un viajero al valle
acordándose de mis glorias pasadas,
y sus ojos buscarán
en vano mi esplendor.
No encontrarán más que duelo,
¡ay! y que miseria.
¿Por qué me despiertas,
oh viento de primavera?


El joven Werther que ahora nos ocupa tenía 68 años cuando cantó el papel en el Teatro de la Zarzuela para conmemorar el 40º aniversario de su debut en ese escenario. Viéndole, cualquiera diría que tenía diez años menos, y cerrando los ojos al escucharlo su voz era la de un joven romántico, el mismo que creó Goethe en su novela inmortal, el mismo que llevó Massenet a los pentagramas para las delicias de los amantes de la ópera. El vídeo que sigue dura nueve minutos, seis y medio de los cuales son de aplausos.



El maestro se hizo mucho de rogar, pero no tuvo más remedio, en contra de su costumbre, que dar un bis en plena representación. Esta vez la ovación fue inenarrable. Se me ponen los pelos de punta al oírlo, así que puedo imaginarme la emoción y las lágrimas de los afortunados espectadores de esa velada en el Teatro de la Zarzuela.



Yo tuve la fortuna de asistir a una de las últimas representaciones de Werther por Kraus unos meses antes, en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, a la que acudí con mi padre. Tengo grabada en la mente la imagen del maestro recitando el aria famosa. Cuando acabó de cantar, el público bramó; el teatro se puso en pie, y yo, nunca lo olvidaré, permanecí sentado en mi butaca viendo cómo Kraus, inmóvil, recibía los aplausos. Nunca en toda mi vida me he sentido más solo que en aquel momento.


7 comentarios:

mangeles dijo...

Interesantísimo...y muy bello romance.

Besos

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias por este testimonio inefable de Kraus. Muy bella imagen también la de tu soledad.

Bea. dijo...

Sublime también a mi me hubiese gustado oirlo en directo que suerte la tuya acudir con tu padre el mío me llevó en mi infancia a ver películas de Joselito.

José María JURADO dijo...

Grandioso.

José Miguel Ridao dijo...

Me alegro de que lo hayas disfrutado, mangeles.

Gracias a ti, tocayo.

Es curioso, Bea, Kraus llegó a los 70 años cantando y Joselito se rompió en la adolescencia.

Se agotan los adjetivos, José María.

Abrazos.

Mery dijo...

Qué curioso pensar de lo que es capaz la música: en medio de esa gloria, de esa ovación apabullante, tu te sentiste sólo. Ya anidaba dentro de tí ese gérmen indispensable para vivir este Arte.
Te comprendo muy, pero que muy bien.
Un beso muy de mañana

José Miguel Ridao dijo...

Sí, Mery, no sé ni cómo lo recuerdo.

Un beso.