lunes, 11 de julio de 2011

Otro pestiño de libro


Estoy enrachado: en esta ocasión le ha tocado el turno de mi abandono y desprecio a la novela American Pastoral, de Philip Roth, ganadora del premio Pulitzer y reputada como la obra maestra del escritor judío, cualificado candidato año tras año al premio Nobel. Su principal defecto: la desmesurada extensión para contar una historia muy simple, tanto que puedo resumirla en pocas líneas: un escritor judío ya sexagenario, alter ego del propio Roth, rememora sus años de la infancia, y en especial la figura del carismático Seymour "Swede" Levov. En esto que acabo de contar se van lo menos doscientas páginas. En las siguientes doscientas se reconstruye la vida del tal Levov, su fábrica de guantes de piel y, sobre todo, una tragedia familiar: su única hija, de dieciséis años, hace explotar una bomba en una oficina de correos en un atentado terrorista que causó dos muertos. Corren los años de la guerra de Vietnam y las actividades "antiamericanas" de jóvenes radicales son especialmente violentas. Roth vuelve una y otra vez a ese atentado, lo destripa, se pasa por la conciencia del padre, de la madre, de los americanos en general, de los trabajadores negros de la fábrica... en una sinfonía "pastoral" aburridísima e infumable. Una vez más constato mi acuerdo con Borges en que, si hay que decir pocas cosas, se digan con brevedad, para ahorrar el martirio a los lectores. Yo perdono la extensión a Cervantes, a Dickens y a algunos otros, porque disfruto mientras los leo, son amenos y tienen maestría. Pero a autores como Roth, tan obsesionados con una historia y una conciencia propia muy particular, que tratan de destilar morosamente en novelas interminables, a ésos no los trago. Bastante que he leído la mitad del libro.

9 comentarios:

Er Tato dijo...

Aguantarse los peos y leer estos ladrillos terminará por causarte estreñimiento.

Después no digas que no te he avisado...

Un abrazo

P.S.: Donde se ponga un buen microrrelato... ;-P

Alejandro Muñoz dijo...

Menos mal que no has terminado de leerla. Pensaba que ibas a contarnos el final. Échale huevos. Seguro que la segunda mitad vuelve a contar lo mismo. Pero de atrás hacia adelante.

Martín López dijo...

Los hechos, de Ph. Roth, está muy bien. A mi me gustó.

José Miguel Ridao dijo...

Ni tanto ni tan calvo, Tato, dejémoslo en cien páginas.

Ni de coña, Álex, hay que ir a lo práctico.

MLL: yo me leí "Everyman" y también me gustó, pero ésta es un pestiño.

Abrazos pestiñeros.

Rafael Hidalgo dijo...

Es que la gracia está en la página 10.796 que es donde se aclara el por qué de todas las anteriores, pero claro, si no has llegado hasta ahí no lo puedes saber.

José Miguel Ridao dijo...

Ya decía yo, Rafael. Ahora me explico todo: los críticos, que no tienen tiempo de leer, se han ido a esa página, que es la caña, y así le han dado el Pulitzer.

Anónimo dijo...

No es mi favorita de Roth, pero hombre, tanto como un pestiño... Oye, que me estoy tomando un licor de castañas que me traje de Alájar que está buenísimo (12 de julio en Belfast, el eterno helicóptero de la policía amenaza con no dejarme dormir, así que me he decidido a abrir la botella a ver si acaba ahogando ese runrún).

Juan Carlos Garrido dijo...

Sin haber leído la citada, es un hecho probado que críticos y editores tienden a menospreciar cualquier novela que se extienda menos de cuatrocientas páginas.

Saludos.

José Miguel Ridao dijo...

Es verdad, Sara, los pestiños están muy buenos. Esta novela es más bien un plumcake tieso, jeje. Buena idea, la del licor de castaña. Yo no lo he probado, a ver si lo compro en la Peña.

Tienes razón, Sombras. En fin, allá ellos con su canon.

Abrazos.