skip to main |
skip to sidebar
Colores pálidos
Alájar, uno de noviembre
Está la tarde azul violeta.
Los tejados rojos, antiguos,
rezuman un agua verdosa.
Tocan a muerto las campanas
hace ya muchas horas, tantas
que las calles parecen negras
con pentagramas enlutados.
Aún quedan flores amarillas
en algunos prados perdidos,
mojados por la lluvia fina.
El sol se oculta tras las sierras
y la noche llega despacio.
Ya no se quejan las campanas.
Los muertos reposan arriba,
en su casa de musgo y piedras.
Está la noche triste, pálida.
El viento suena tras la puerta.
6 comentarios:
En estos días, siempre acecha por cualquier rendija un poco de melancolía, un poco de tristeza, un poco de pena...
Saludos alajareños.
Como si lo estuviera viviendo... sin coñas por la expresión... ¡eh!
"Tocan a muerto las campanas
hace ya muchas horas, tantas
que las calles parecen negras
con pentagramas enlutados".
Me acordé de mi pueblo, emocionante, sobrecogedor y lúcido. Muy lúcido.
Adoro el otoño.
Es verdad, Dhyego, ya vi tu entrada, muy entrañable.
Déjate, Álex, que por aquí todo ha sido muerte, con decirte que los cuatro se me han disfrazado de zombies y han ido por todo el pueblo con esa mierda del trato y el truco...
Gracias, Escasso, también es mi estación preferida, y esas campanas dejan un poso de esperanza.
Abrazos unamierdapajalogüineros.
Los versos que hablan de un campo en otoño siempre me resultan encantadores. Melancolía, media luz, colores cambiantes...
Un gusto, Sr. Ridao
Muchas gracias, Mery, y qué alegría que estés de vuelta.
Publicar un comentario