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La pregunta
A veces el silencio es la única respuesta. Las palabras permanecen, pero no hallamos la roca donde han nacido todos los vientos. Abrimos los labios y ningún sonido escapa de ellos, porque no hay nada que decir. Buscamos el cielo con los ojos, escuchamos los rumores misteriosos del bosque, sentimos el frío golpeando nuestro rostro… y todo se resume en un silencio desconcertado.
A veces el silencio es la única respuesta a una pregunta agazapada. Una pregunta fría, certera, implacable. Una pregunta que nunca nos haremos, pero que pende como una amenaza invisible sobre nuestro cuerpo frágil. Una pregunta incierta y verdadera como el fuego que convierte un tronco en cenizas. Una pregunta que intuimos, y escapamos de ella con todas nuestras fuerzas hasta caer exhaustos en la tierra, heridos por un espanto mudo y tenebroso.
5 comentarios:
Te voy a decir una cosa, Ridador: no se te ocurra preguntarme ni la hora, no vaya a ser que me sueltes esa. No quiero ni saberla.
Abrazos acojonados.
Fernando: ¿A que no sabes por dónde va la prima de riesgo de España?
¡¡¡ Maldita pregunta !!!
¡Qué de tiempo, Maile! Mil veces maldita, mejor huir de ella, si se puede.
Un beso fuerte.
Nunca deje de veni mi señor Ridao
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