viernes, 20 de enero de 2012

Apuntes (151): Adiós, mecenas


La dedicatoria de Quevedo en su libro Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio es genial:
A ninguna persona de todas cuantas Dios crió en el mundo.
Y la concluye así:
Hagan todos lo que quisieren de mi libro, pues yo he dicho lo que he querido de todos. Adiós, mecenas, que me despido de dedicatoria.
Como se ve, más independiente era Quevedo en el siglo de Oro que muchos escritores actuales.

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Un día en el campo con el rumor de mis hijos jugando en la hierba y el sol bañando nuestro rostro. Eso es todo lo que espero de la vida.


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Todo túnel tiene un final. Si tenemos esta certeza nos salvaremos de la oscuridad.

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Creo que el sitio más deprimente donde he estado es el metro de Madrid.

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Qué difícil es situarse en un punto medio, no caer en el extremo de nuestras convicciones, tolerar que alguien no piense como nosotros, escuchar al menos sus razones sin pensar en las nuestras. Quien así actúa abandonará los extremos y caerá a uno de los lados, si no al centro, y al comprender a los otros podrá convivir en paz, pero en época de fanatismo será atacado sin piedad desde todos los flancos.

5 comentarios:

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
No conozco la vida de Quevedo pero sí recuerdo a un profesor que nos decía que Quevedo era todo un "personaje" de lo más variopinto: sublime en unos sonetos y realmente guarro en otros. Misógino. Muy gallito en unos casos y muy lameculos en otros.

En cuanto a los "del centro" hay dos posibles tipos: los que están en medio para medrar y coger en su provecho todo lo que puedan; y los que intentan hayar una media objetiva que les permita ver más allá de los fanatismos.

Saludos equidistantes.

Paco dijo...

NO me entere yo que vienes por Madrid y no me avisas.

Es que no has sabido mirar bien. Todo tiene su encanto. El metro de Madrid también.

José Miguel Ridao dijo...

Eso tengo entendido, Dyhego. Hay muchos Quevedos por ahí todavía. Yo hablo de los centrales nobles, que no pegan patadas ni pisan manos.

Paco: con Madrid me pasa una cosa muy rara: es bajarme del AVE y me deprimo. Viví allí unos meses y fueron un calvario. esa ciudad tiene algo que me espanta.

Abrazos de espantapájaros.

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
Evidentemente, "hayar" lo escribí mal por culpa del ordenate, no por falta de sapiencia,m jejejeje.
Saludos hallados.

L.N.J. dijo...

Bueno, yo lo dejo aquí.

Mucha suerte José Miguel, dentro de ese punto medio y sin saber por qué, siempre hay alguien que abandona.
Será como bien dices, que es época de fanatismo.

Un beso y hasta siempre.