sábado, 2 de junio de 2012

Apuntes (164): Speer, Jesse Owens y el Hitler de los calentadores




Leyendo las memorias de Albert Speer, arquitecto oficial y ministro del III Reich, se me desmontan algunas ideas preconcebidas que tenía sobre Hitler. Una es su nivel de actividad, que yo creía febril, pero al parecer pasaba largos períodos de descanso, hacía perder el tiempo a sus colaboradores, redactaba sus discursos en el último momento y se dedicaba a revisar planos de sus obras megalómanas e incluso a diseñarlos, seguramente para satisfacer su vocación frustrada de arquitecto.

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Y como anécdota, si es que se puede considerar así, es conocida la rabia que le causaron al Führer las victorias del atleta norteamericano de raza negra Jesse Owens en las olimpiadas de Berlín del 36, delante de toda la plana mayor nazi. Yo pensaba que se debía a la puesta en evidencia de la pretendida superioridad de la raza aria, pero Speer nos sorprende: resulta que la ira de Hitler se debió a que pensaba que la raza negra es mucho más atlética y es imposible superarla, ya que se trata de seres más primitivos, digamos que más cercanos a los monos. Él reclamaba que el Comité Olímpico debería haber prohibido la participación a los negros, para eliminar tamaña injusticia.

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Al leer a Speer es inevitable reflexionar sobre lo que fue la Alemania nazi. Él era una persona "normal" (si es que se puede aplicar a alguien este concepto). Arquitecto joven, de una familia bien situada, brillante, sin trabajo en medio de la tremenda depresión que se dio en Alemania durante la República de Weimar. Desencantado, se afilia al partido, como otros tantos, los caminos del azar le llevan a entablar contacto con Hitler, que inmediatamente queda seducido por su brillantez como arquitecto. Un encadenamiento de circunstancias le lleva a ocupar el puesto de arquitecto principal del Reich antes de la guerra. Proyecta junto al Führer obras megalómanas: avenidas kilométricas con una anchura de más de cien metros; una sala de reuniones rematada con una cúpula de 250 m de diámetro y a 220 m de altura, donde cabrían varias basílicas de San Pedro, una nueva Cancillería con un despacho para el Führer de 960 m 2, al que se llegaba tras franquear unas puertas de cinco metros de altura y recorrer una galería de 150 m de largo... Por si nos quedaba alguna duda, Hitler había perdido hacía tiempo la chaveta, quién sabe si nada más nacer, igual que Göring, que se hizo construir una mansión fastuosa. Lo raro es que un tipo como Speer le siguiera el juego. Cuando su padre septuagenario, también arquitecto —igual que su abuelo e incluso el hijo de Speer, del mismo nombre, un arquitecto hoy en activo muy laureado,—,  fue llamado a ver los proyectos, reaccionó con gran sentido común, y reprochó a su hijo que se había vuelto loco. Speer lo reconoce veinte años después, se asombra ante la ostentosidad de su obra, él que aspiraba a la sencillez del mundo dorio. Pero el III Reich no era por entonces más que un montón de cenizas, y sólo la compañía de Rudolf Hess y un puñado de antiguos camaradas en Spandau le recordaba que aquello fue real, demasiado real.

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Y a pesar de lo normal que se nos presenta este hombre, lo diferente que se ve de los demás en las fotografías, con ese aire de intelectual y de buena persona, por mucho que dijera en Nüremberg, él, quizá la persona más cercana a Hitler, ministro de Armamentos del Reich, tuvo forzosamente que tener noticia de la Solución Final.

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No sé si la frivolidad es de muy buen gusto en una entrada como ésta, pero no puedo resistirme a contar la anécdota de un "chapuzas" que vino a mi casa hace años para reparar la caldera de gas. Le pregunté por la calidad del aparato, marca Chaffoteaux, y el hombre se deshizo en elogios, lo mejor del mercado, una maravilla, y como ya no sabía qué más añadir, para que no me cupiera duda de lo afortunado que era, me dijo: —Para que usted lo entienda: Es el Hitler de los calentadores.

16 comentarios:

Dyhego dijo...

Espero que no te quemes al ducharte, Monsieur Ridao.
Salu2.

José Miguel Ridao dijo...

No, me he mudado y ahora tengo un Junkers, aunque el nombrecito acojona bastante más...

eres_mi_cruz dijo...

Junkers JU Stuka... joder si acojona... que activaba sirena y matraca en el morro al tirarse en picado...

sobre el recorrido ese del despacho de Hitler... te recomiendo el libro de Deyan Sudjic, "La arquitectura del poder"... donde describe las sensaciones de Emil Hácha, el presidente checo, al hacer ese recorrido... sólo cruzar el despacho en diagonal, de la puerta al escritorio del führer, le llevó un minuto... imagínate los nervios de aquel señor al acercarse a la figura a contraluz del enano cabrón ese...

José Miguel Ridao dijo...

Pero tengo entendido que ese edificio nuevo del Reichstag no llegó a construirse, era tan cojonudo que se preveía su finalización para 1950. De hecho, creo que no sobrevive prácticamente nada de lo que proyectó Speer, lo demolieron. Lo acojonante es que el hijo de Speer, que también se llama Albert Speer, sea arquitecto, y le he visto rascacielos ultramodernos. Y tiene toda la cara del padre...

eres_mi_cruz dijo...

si puedes conseguirte el libro para tu ridaier te vas a reír... Hacha firmó la capitulación de Checoslovaquia, luego, como escribe Sudjic, "la arquitectura de Speer cumplió con el cometido que Hitler había esperado de ella"... con mucho humor, te habla de la antigua Cancillería como "un edificio estrecho y alargado, casi todo él no más ancho que una sala y un pasillo, que se extendía a lo largo de los cuatrocientos metros de Voss Strasse"... Speer llegó a tapar la trasera de unos almacenes con una fachada palaciega de piedra... sumergió estatuas en té "para darle un poco de pátina"... conspiraron para que todo el mundo pensara que ese inmenso edificio fue construido en sólo un año, como demostración de la superioridad técnica y organizativa alemana... tenían comprados los terrenos para desarrollar aquel proyecto cuando decidieron construir una nueva Cancillería, que, efectivamente no se llevó a cabo... osea... igualito que la Junta de Andalucía pero con glamour... ¡pero con quién cojones van a firmar algo si mandan por delante a Mario jiménez o Susana Díaz... homepoffavó...

José Miguel Ridao dijo...

Pues lo voy a buscar, que promete. No sé si has leído las memorias de Speer, las tienes gratis -¡schhhh!- en el internés. Te quedas pasmao con lo que proyectaron. Y el tío te cuenta las intimidades de Hitler, Göring, Goebbels, Himmler y toda la peña. A Göring lo retrata como un sátrapa oriental. Unas intrigas que te cagas. Speer es crítico con todos menos consigo mismo.

eres_mi_cruz dijo...

no lo he leído, ya sabes... best-seller caro, tapa dura... lo tenía en memoria para cuando saliese en rústica... supongo que ya estará y con lo bien que me lo has vendido, este sábado voy a la librería... soy una antigualla...

el debate arquitectónico en la Alemania de aquella época era si financiar con fondos públicos los campos de concentración presentándolos como viviendas sociales para obreros, osea...
Hitler no era más que otro de esos clientes aburridos con manejo, que cuando están nostálgicos llaman a su arquitecto como el que llama a su señorita de compañía... el Sudjic este es arquitecto y habla con conocimiento... también escribe de Clinton, Stalin, Mao... lo hace bien y con gracia, merece la pena...

José Miguel Ridao dijo...

Speer dice que el tío se sabía los planos de memoria, que tenía diseños personales de los años 20, que corregía los planos... era un diletante incorregible, dando siempre por culo hasta a sus propios compañeros. Supongo que te suena esa actitud. Lo malo (creo) de este libro es que te lo presenta como un ser humano. Loco, pero un ser humano.

eres_mi_cruz dijo...

sí, era lo que en el argot se conoce como un jibia... aunque, siendo honesto... ya quisiera yo ahora mismo un cliente como Adolfo maquetitas por mu loco y mu sijoputa que fuera...

José Miguel Ridao dijo...

Dice Speer que había maquetas de tres metros de alto que ocupaban naves enteras, y Hitler se metía dentro imaginándose su futuro esplendoroso. Sólo en construir las maquetas ya se les iría un pico. Parece ser que sólo se conservan fotos. Esto merecería una exposición, ya que ha pasado tanto tiempo...

eres_mi_cruz dijo...

imagino al führer jugando a las casitas con Göring... la verdad es que era un personaje que se prestaba a la parodia...

y cambiando de tercio... el caso es que Speer me recordaba a alguien... y ya sé a quién...

José Miguel Ridao dijo...

Es el mismo tío mirando p'al otro lao ????????????

eres_mi_cruz dijo...

xacto, pero con lunares...

José Miguel Ridao dijo...

¡¡Lo has clavao!!

Mery dijo...

No sabía nada de la vida de Speers.

Y vaya salero el de la caldera, se oye cada cosa que es para partirse.

Un abrazo

José Miguel Ridao dijo...

Sí, en casa se ha convertido en un clásico. El hitler de esto, el hitler de aquello...