miércoles, 30 de noviembre de 2011

Doce golondrinas


Ya no quedan golondrinas en los campos;
han llevado su alegría volandera
hacia los mares de África; los cielos
rojos, remotos, los versos solitarios
de una mañana en el Trópico de Cáncer
se han hundido para siempre en el océano.
Y los poetas, fingiendo ser poetas,
destilan lágrimas blancas, caramelos
esparcidos suavemente en sus cuadernos
de melancolías nuevas y olorosas.

5 comentarios:

L.N.J. dijo...

José Miguel, llevas más razón que un santo, nos alimentamos de penas, experimentamos la vida, y después incluso de una muerte, fingimos y nos aliviamos.
Bueno, se alivian; yo no soy poeta.

Me gustan las golondrinas, los gorriones, las gaviotas.
Precioso título.

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
Me ha gustado mucho esa comparación entre lágrimas y caramelos esturreados.
Si fuera un ladrón de guante blanco te la robaba y todo.
Saludos carameleros
(tócame los aleros...)

José Miguel Ridao dijo...

Gracias, Lourdes. A mí me gustan mucho las golondrinas, los gorriones no tanto, que son unos gorrones y unos descarados, me quitan las miguitas de pan del desayuno.

Dyhego: con lo de "esturreado" me has dejado descolocado. Suena a despachurrado, pero mis caramelos están esparcidos. Con tal que no se pisoteen como los de las cabalgatas...

Abrazos estartaos.

Dyhego dijo...

"Esturrear", por lo menos como se entiende en Murcia, es esparcir cosas pequeñas a voleo o dejar las cosas arrojadas por enmedio como cuando tu pequeñín aboca los juguetes al tun tun.
Saludos recogidicos.

José Miguel Ridao dijo...

Bueno, en siendo asín... Una nueva palabra para el talego, gracias.