
Si nadie quiere los caramelos, ¿para qué demonios los tiran? Supongo que lo que a los niños de antes nos llenaba de ilusión se ha convertido ahora en un símbolo de la cabalgata, como el arroz que echan en las bodas, pero me niego a aceptarlo. Se me revuelve el estómago cuando contemplo las calles llenas de caramelos despreciados, para mí esa alfombra no es un símbolo de la cabalgata de mi niñez, sino una obscenidad ante la pobreza de muchos niños del mundo, el fin de la ilusión, el triunfo de la wii frente al caballito de madera.
1 comentario:
A mí también me deprime la visión de los caramelos pisoteados.
Te devuelvo la visita, amigo José Miguel. Buen blog.
Un saludo.
Publicar un comentario