sábado, 12 de septiembre de 2009

Paquera

Francisca Méndez Garrido. La Paquera de Jerez, Reina de las Bulerías. El poderío en estado puro, una verdadera fuerza de la naturaleza. Su voz era honda y potente como un terremoto. Cuando arrancaba al principio de una bulería (tirí titrí tirí...) era capaz de pegar contra el respaldo del asiento a los asombrados oyentes de los auditorios flamencos. Eso en sus últimos años, porque esta mujer, como tantas otras, tuvo que deambular por tablaos y fiestas de señoritos durante la posguerra para salir adelante. En esa época sólo unos privilegiados pudieron disfrutar de su arte. Eran otros tiempos, más duros, pero donde el flamenco era también más auténtico y más hondo.

El vídeo que ofrezco al final habla por sí solo. La Paquera tenía 54 años cuando lo grabó, una edad que para el flamenco, a diferencia de otros estilos musicales, es de plenitud, pues el cantaor alcanza esa mezcla de sabiduría y hondura que el cante requiere. El arranque (24'') es característico, pleno de potencia, aunque en esta ocasión no sube en la escala hasta las alturas donde ella solía habitar cuando era más joven. Todo el cante respira alegría y personalidad por los cuatro costados. Por ejemplo, en 1'14'', "dolor de mare mía..." se desborda en su grito de desgarro (1'20''), y así hasta el final, derrochando arte.

Como anécdota, contaré que mi primer trabajo fue en la Cámara de Comercio de Sevilla, y recuerdo que mi jefe era un catalán muy peculiar, aficionado al flamenco y a la juerga, y por no sé qué azares del destino resulta que era amigo de la Paquera. Era digno de ver cuando le llamaba por teléfono a la oficina (¿Eztá Joze?), los jartones de reír que se pegaban los dos por teléfono, todo un director del departamento de comercio exterior y esa gitana tocada por el duende de Jerez. Y es que la música, en este caso el flamenco, es más humana que todas las diferencias sociales, de raza y de cultura.

Por desgracia nunca la vi cantar en directo, y eso que tuve las entradas para verla en la Bienal poco antes de su muerte, pero al final no pude ir. La imagen que tengo de ella es de verla muchos veranos en Rota, donde solía pasar temporadas, sentada en un velador tomando el fresco, digna y orgullosa. Una cosa está clara: a esa mujer no le enseñó nadie a cantar, ese estilo inimitable se mama y se lleva en la sangre.



Retrato de la Paquera: Marvin Steel, 2009. Extraído de su blog: http://bulerias-decordoba.blogspot.com/

P.S. No es por cebarme, pero es digna de ver la indumentaria del guitarrista. Si la vista no me engaña, tiene una camisa blanca estampada con ¡fresas!

14 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Impresionante mujer. Su imperio está por encima de cualquier estampado en fresa. Es dificilísimo.
Me llega la misma sensación que a ti cuando la veías sentada: dignidad y grandeza.
Saludos, Ridao, buen finde... y buena boda;-)

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Siempre grande. Me ha encantado volver a verla cantar. Dicen algunos flamencólogos que la mayoría de edad del cante jondo se alcanza a partir de los sesenta. Un abrazo.

América dijo...

Poco que decir después de la semblanza tan bella que nos hace de la inolvidable Paquera,sumado a la anécdota que nos ofreces la hace más cercana.

Paquera es un ejemplo del poder de trasmisión que tiene el flamenco,una expresión artística plena.

El video es de antología,imposible no emocionarse al escuchar su voz y observar todo el lenguaje corporal que la caracterizaba,la imagen seleccionada es preciosa.
La indumentaria del guitarrista,licencias que se toman los artistas!

Matica de Romero....OLÉ.

Un abrazo.

Liliana G. dijo...

¡Guuuaaauuu, qué fuerza que tiene esta mujer! Se me ocurre arrolladora... Imposible no sentir su canto desde el corazón del arte.

Estupenda semblanza Ridao y merecido homenaje. Me ha encantado.

Besotes.

Juanma dijo...

Tremenda la Paquera, absolutamente reina y tremenda. Una fuerza brutal y un arte puro donde los haya. Y sí, eso no tiene otra explicación: eso hay que mamarlo.

Y el guitarrista, que suena de lujo el hombre, también tiene los maravillosos calcetines blancos sobre zapatos negros.

Abrazo.s

Juanma dijo...

Ese "Abrazo.s" que me ha salido no tiene nigún enigma. Es una errata más para sorna del dueño de esta casa.

Pasión dijo...

José Miguel, el flamenco, el cante jondo no me gusta mucho la verdad, será por eso de las mezclas de familia o porque nadie es profeta en su tierra.

La Paquera, Jerez de la Frontera, eso es punto y aparte, la foto impresiona, el guitarrista y los palmeros qué propios, para enmarcarlos.

Verla y oirla cantar con ese ímpetu me ha dejado asombrada y pegada al respaldo del asiento como tu dices, me gusta.

Abrazos.

Marisa Peña dijo...

El flamenco es el llanto de la tierra andaluza, el grito, el desgarro, la dignidad profunda.Incluso en la alegría aparente de las bulerías o los fandangos, hay un dolor hermoso.
Si se crece entre andaluces que miran al sur desde un Madrid sediento de mar, uno se acostumbra a sentir el cante jondo.Besos.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

La Paca me hace llorar, eso es arte.

Y no sólo ella.

¡No me veas lo que tengo en mi pueblo!

Julio dijo...

Arte destilado. Quien vea esto se tiene que enamorar del flamenco por narices.

José Miguel Ridao dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Vuelvo de la boda de mi hermano y es un placer leerlos. Ayer pasé por Jerez, patria de la Paquera, camino de Zahara. Toda la provincia de Cádiz rezuma arte por los cuatro costados.

Un fuerte abrazo.

Rosna dijo...

Aqui en la isla son admiradores del arte flamenco , tenemos muchas escuelas , es una danza que se lleva en el alma y se baila con la fuerza del corazón .
Excelente homenaje , gracias por rescatarlo y compartirlo con tod@s.
Buen inicio de semana !!!
Rosna

Mery dijo...

Como estoy con el pinganillo movistar, no puedo ver el vídeo, pero lo haré en cuanto me esté permitido.
Y ¿qué tienes tu contra las fresas? ¿Eh?
Me parto, y no veo la hora de ver la camisa del susodicho.

Un beso

José Miguel Ridao dijo...

Ya sabía de la afición en tu isla, Rosna. De aquí a poco tiempo ponéis allí tablaos flamencos y plazas de toros. Por aquí ya estamos empezando a comer sushi.

¿Todavía con pinganillo, Mery? Para mí acabó la pesadilla. De verdad, no te pierdas al guitarrista. No sólo la camisa; también los pantalones, calcetines, zapatos...

Dos abrazos dos.