Con este bagaje haikuiano partí una mañana de finales de agosto a caminar por el sendero de los molinos, en Alájar, que discurre junto a una ribera donde hay restos de molinos antiguos. Se trata de un camino muy umbrío, agradable para hacer en verano (en otoño más); precioso, como todos los de la sierra de Aracena. Así de contentos íbamos paseando Lola y yo, con el bebé Gonzalito en una mochila y Jaime y Miguel yendo y viniendo (siempre hacen el doble de kilómetros). Yo, en mis ensoñaciones, entre comentario y comentario sobre el paisaje y gritos a los niños, iba pensando, no sé por qué, en los haikus, y de repente me topé con el estanque de la fotografía.
Se trataba del estanque perfecto para que saltara una rana. Algo parecido le debió de suceder a Bashō cuando compuso su haiku inmortal. Pero claro, seguro que no tenía niños alrededor, así que dije a mi santa y dilecta esposa que siguiera el camino con los niños, que yo les alcanzaba en un ratito, y me aposté junto al estanque, esperando disfrutar de la misma sensación que el padre de los haikus cuando el primer batracio se decidiera a brincar.
Pasaban los minutos y en el agua sólo se movían esos insectos feos con patas muy largas, pero la rana no aparecía. Yo pensaba que la paciencia es algo muy oriental, y seguramente lo de Bashō no fue llegar, sentarse y saltar la rana, así que continué un buen rato en mis trece, hasta que, dado lo improbable del éxito de mi misión, y ante la evidencia de que la pacencia no es la mejor virtud de mi media naranja, desistí del intento y seguí el camino desprovisto del ansiado momento zen. Mientras alcanzaba a mi familia, supongo que fruto de la frustración del instante, compuse el siguiente haiku:
un viejo estanque
ni rastro de la rana
haiku... jodersu
20 comentarios:
Es usted un genio.
Abrazos.
Me he caído al suelo cuando he leído el título. Me imaginaba a Lola y a tí pinchando de nuevo la rana y la maravilla de comprobar que por fin se cumplía vuestro ansiado sueño(que no es otro que rellenar hasta el último asiento de la Chrysler Voyager).
De los embarazos anteriores siempre me enteré por tu puntual llamada telefónica cada dos años y presentía que el quinto sería distinto.
Ya he conseguido levantarme y estoy de acuerdo con Juanma; usted es un genio.
No seas malo, Ale
Pa genio el de mi hijo Ignacio, Juanma, que por cierto no vino a ese paseo.
Álex, te cabe el Titanic y el acorazado Potemkin uno detrás de otro y atravesaos, con el Mani de capitán.
Menos mal que aportas cordura, julio.
Abrazos nomientesruineros.
A la rana hay que inventársela, hombre ¿o tú te crees que Basho la vio? Hasta el chapoteo era de mentira.
No me jodas, José María. Acabas de chafarme toda mi teoría sobre el mundo zen. Ya se podía haber inventado un ornitorrinco revolcándose en el lodo...
No sé dónde leí que mientras que el poeta occidental coge la flor y la deshoja, el oriental se limita a contemplarla. Y es que a usted, como buen occidental, esto de la contemplación excesiva no le va (a mí tampoco)
Y, por desgracia, el poeta sureño se la come (entiéndelo no como un chiste, sino como una reflexión).
¡Este ridaiku es una genialidad! Jajajaa
José María tiene razón, todo maestro se ha inventado algo, que no me digan lo contrario... Además, de haberlo querido, hubieras hecho un haiku con los bichos feos de patas largas del estanque, ¿por qué no?
Besos Ridao :)
PD: La Santa, cada vez más Santa...
JM, la rana se lleva en el bolsillo y se suelta cuando hace falta, o qué te crees, ¿que están esperándote?
Aunque no te doy más ideas, seguro que cuando crezcan los niños (por cierto, me falta Ignacio, ¿qué hicisteis con él) harás que te lleven la rana y que te pongan el haiku como a Fernando VII.
Por cierto estoy con Ale, ya toca.
Ya, Liliana, pero es que en esto de los haikus al final siempre sale la rana. Verás:
un viejo estanque
bichos con largas patas
ninguna rana
Y sí, la Santa, más santa que nunca.
Capitán, a Ignacio lo dejamos en casa con Loli. Ése no está ni pa mochila, ni pa andar, ni pa na. Y no me toca, hombre, recuerda que nosotros siempre dejamos un año en barbecho entre niño y niño.
Abrazos barbecheros.
Debe ser usted un puntazo.
salu2
Me ha encantado, un diez.
Gracias José Miguel.
Ja, ja , ja....:)))¡Es genial! A lo mejor te estoy regalando los oidos, halagando sin razón,alimentando el ego, buscando mi hueco para que alguien venga a leerme, no sé... pero en fin te lo tengo que decir:eres GENIAL y celebro haberte conocido en este universo bloggero.Gracias por los buenos momentos que nos regalas( viniendo del primer claustro de
reparto de grupos es un reconstituyente, de los buenos)
Abrazos (reparte entre tus criaturitas y tu santa)
No vio usted el salto de la rana porque el Cordobés está muy ocupado en el mes de agosto toreando en plazas de tercera, hombre. En otoño a lo mejor hay más suerte...
Genial, Ridaiku.
No te creas, Dyhego. Lo que ocurre es que en mi blog me envalentono...
Gracias a ti, Javier, por tu generosidad.
Eso es un comentario en condiciones, Marisa. Menos mal que no has hecho caso a mi entrada de los diáblogos. El blog está para esto, para subir la moral. Gracias, guapetona, y suerte con los horarios.
Lo intentaré otra vez en otoño, Juan Antonio, aunque:
no es lo que era
el salto de la rana
del Cordobés
Abrazos.
Jajaja...Me ha gustado el haiku y ese rato con tu familia tan naturalmente relatado,cálido y hasta intimo....
Un abrazo....
Gracias, América. Es más fácil relatar hechos verídicos, sobre todo cuando se pasa bien.
Un abrazo.
Chapeau.
Ya que mencionas esos molinos abandonados (que a mí se me antojan mágicos cada vez que me topo con uno) ¿por qué no compusiste un haiku sobre ellos?
Un abrazo
Tomo nota, Mery. Compondré un haiku sobre los molinos cuando me sienta inspirado (haré otra vez el paseo). Gracias por la idea.
Un beso.
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