Gustave Flaubert
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Gustave Flaubert, caricatura de Neale Osborne
*La historia del arte no es más que un martirio sin fin.*
*Gustave Flaubert (1821-1880)*
*N*o, señor ...
Hace 1 día
El cuaderno de José Miguel Ridao
Este libro es políticamente incorrecto. Absténganse de leerlo aquellas personas que se la cogen con papel de fumar; los/las que son tan gilipollos/as que piensan que van a resolver el problema de la violencia doméstica duplicando el género de todas las palabras sospechosas de ser sexistas; l@s que son aún más gilipoll@s que l@s anterior@s y emplean la arrobita del internés para solucionar sus problemas sexuales; los que llaman a los negros personas de color y a los blancos les llaman blancos, como si pintando de colores a la gente se les tuviera más respeto; en definitiva, no pierdan el tiempo con mis consejos todos aquellos que se creen las cosas que dicen los políticos: no les voy a convencer; lo más que voy a lograr es enfadarles, y para eso siempre hay tiempo.Y para terminar, last but not least, como dicen los ingleses, que son unos pedantes, no como yo, que escribo en el libro palabras como culo y coño, pero también soy bien nacido, y por eso mismo y porque lo siento, quiero agradecer y agradezco a Javier Sánchez Menéndez, presidente de la Fundación Ecoem entre otros menesteres emprendedores y creativos, la confianza que una vez más ha depositado en mí, no en vano es el quinto libro que me publica bajo este sello editorial. Los otros cuatro eran profesionales, pero éste me hace más ilusión, será por el histrión que se esconde detrás de mi rostro serio. ¡Muchas gracias, amigo!
'You think so now,' said Mr. Weller, with the gravity of age, 'but you'll find that as you get vider, you'll get viser. Vidth and visdom, Sammy, alvays grows together.'Grande entre los grandes Dickens, sin lugar a dudas.
'Eso piensas ahora,' dijo Mr. Weller, con la gravedad que le daban sus años, 'pero llegará un momento en que aprendas que cuanto más grande sea tu panza más sabio serás. La gordura y la sabiduría, Sammy, siempre van de la mano.'
El viajero mira andar a las mulas, tirante el aparejo en la cuesta arriba, flojo y como descansado en la cuesta abajo. Las mulas andan moviendo las orejas a compás, haciendo sonar las campanillas de bronce del pretal. Martín llama pretal al collarejo.La crónica del viaje a la Alcarria de Cela data de 1946. Cada vez que leo descripciones de nuestro paisaje físico y humano de esta época, hasta los años 50 del siglo pasado, me entra añoranza de un tiempo que no he vivido sino en sus últimos suspiros. Un tiempo en que las máquinas no habían cambiado en nada la vida del hombre sencillo, que seguía arando la tierra con la ayuda de mulas y bueyes, compañeros inseparables durante milenios. Un tiempo en que la única manera de transportar mercancías era el empleo de carros de largas lanzas que circulaban a paso de tortuga por caminos polvorientos. Una vida en que las noticias llegaban con retraso de días, o incluso de meses, el tiempo que tardaban en cruzar el océano. Una vida rutinaria y monótona para la mayor parte del pueblo, que seguía aferrado a la tierra. La principal ocupación de las mujeres era lavar la ropa en la fuente o en el río, y así se les iban las horas, entre bromas y sudores, cuidando a los hijos, y al llegar a casa debían disponerlo todo para el marido que llegaba del campo con sus pantalones de pana y su camisa blanca abotonada hasta el cuello, oliendo a sudor honesto. Una vida que ninguno querríamos ahora para nosotros, acostumbrados al golpe antológico que ha dado el progreso a nuestros menesteres, rompiendo en unos años decenas de siglos de tradición, sufrimiento, miseria y pureza. Sobre todo, pureza.
—Esta se llama Catalana; el delantero se llama Pantalón.
Por Valdenoches, los picapedreros parten la piedra. Están negros como tizones y llevan un pañuelo debajo de la gorra para empapar el sudor. Trabajan despacio, rendidamente, y se defienden los ojos con un cuadradito de tela metálica, atado con unas cintas a la nuca.
Camilo José Cela: Viaje a la Alcarria