Algunas de las tesis de Ortega en La España invertebrada resultan disparatadas, rozando lo grotesco, como eso de que para que una sociedad progrese debe haber unos cuantos aristócratas seguidos dócilmente (sic) por el pueblo inferior. También da la matraca con la a su juicio lamentable falta de importancia de los hombres de letras y de ciencia en comparación con otros estamentos de la sociedad, como por ejemplo los políticos, o más aún si se les compara con sus pares franceses. Ahí se le llena la boca a don José: que si Mesié X. o madame Y. entraban en un salón y dejaban la escena en suspenso, prendido el aire con un aura de gloria. Se conoce que a nuestro insigne filósofo le hubiera gustado ser francés, y más viendo cómo se entretiene en sacar las vergüenzas a su patria. Lo que está por ver es la reacción de la alta sociedad francesa al verle franquear las puertas de uno de sus salones.
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Y Cela volvió a la Alcarria en un Rolls Royce, con choferesa negra y de largas piernas. Igualito que en el 46. Donde más se nota el cambio es en su prosa florida, juguetona, sembrada de palabras raras y resonantes. El escritor parco del primer viaje –especialmente desafortunados los poemillas esparcidos por el texto- me dejó con un regusto de escasez sintáctica propio de la posguerra, añorando a Azorín, y este “hombre maduro” que pretende ser un viejo verde y cachondo, a mí me da que era un farsante con mucha labia, eso sí, dueño de una prosa tocada por los dioses.
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Siempre se dice que en el campo las cosas se ven de otro modo, pero en realidad no es así: simplemente no se ven las cosas que nos sobran en la ciudad.
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Hablar mal de escritores consagrados tiene siempre una mezcla de sinceridad, atrevimiento y provocación.
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Llevo un par de meses comiendo cinco naranjas diarias, aproximadamente un kilogramo, que me sale por unos 35 céntimos. Contra la crisis, vitamina C.
5 comentarios:
La tesis de Ortega está tomada directamente de Platón. Me gusta el retrato iconoclasta (además de injusto y perverso) que hizo de él Orejudo en "Fabulosas narraciones por historias".
Y la choferesa de Cela no era rubia, sino ébano, eso sí, de interminables piernas.
Si, si, era una negrita a lo Grace Jones.
A Ortega hay que entenderlo en su época, cuando los políticos eran personajes con cultura y, muchos de ellos, excelentes ordaores. Me pregunto cuál sería su opinión en la España actual y en la Europa actual.
Un abrazo
Excelentes oradores, que vaya palabreja me ha salido.
Otro abrazo
Esta vez me quedo con las dos últimas.Joer con gin tonic del din de semana, tengo para la fruta de veinte días.
y si, cuando hablo de Kobe Bryant, me pasa lo mismo que a ti cuando analizas a Ortega y Casette.
Pues es verdad, Sombras, me ha despistado lo de Oteliña, y releyéndolo veo que viene de Otelo. No tenía guasa, don Camilo...
Mery, yo no daría un duro por Ortega hoy en día, en esta sociedad tomada por las Masas. Probablemente la daría una apoplejía...
Escasso: un mojón mu gordo pa el chupón de Kobe, que si no es por Pau no gana sus dos últimos anillacos.
Abrazos gasoleros.
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