He terminado de leer recientemente Los papeles de Pickwick, de Dickens, y una vez más me debo rendir ante el talento del novelista inglés, que a mi juicio no tiene parangón. Esta obra fue su primer gran éxito, y en ella recurre a un sentido del humor universal, tan actual hoy como en la época victoriana en que se escribió. Las andanzas de señor Pickwick y el resto de miembros de su selecto club son antológicas. En realidad no sucede gran cosa, pero el genio de Dickens convierte cualquier anécdota, cualquier peripecia, en una obra maestra de estilo y de humor. No hay que olvidar que los trabajos de Dickens aparecían por entregas semanales, e iban dirigidos a un público muy amplio, en absoluto selecto. Se trata de uno de los pocos casos en la historia de la literatura en que una obra de calidad fuera de lo común haya ido destinada a un gran número de lectores, y aquí se demuestra que el Arte, así con mayúsculas, no tiene por qué ser exclusivo, y que hay bastante de pose y de pedantería en muchos escritores, parapetados en una pretendida barrera cultural, que piensan que para que una obra sea buena debe ser difícil acceder a ella.
Dickens es un maestro en muchas cosas, pero destaca especialmente en el retrato de los personajes. Es asombrosa su capacidad para trazar en un par de líneas una serie de matices tan precisos que nos parece estar viendo al sujeto en cuestión, tratando con él y participando de su experiencia vital. En Los papeles de Pickwick hay un despliegue asombroso de tipos, y yo me quedaría, aparte de los miembros del club, con el "rascal" de Mr. Jingle, que usa un lenguaje peculiarísimo, con frases cortas de no más de tres o cuatro palabras, Joe, el niño gordinflón al servicio de Mr. Wardle, con una facilidad increíble para quedarse dormido en cualquier sitio, y sobre todo el inefable Mr. Weller, criado de Mr. Pickwick, junto a su padre Mr. Weller Senior. Otra de las habilidades de Dickens consiste en imitar el acento de sus personajes en función de su clase social. Aquí brilla su genio humorístico, llevado a su máxima expresión en esta obra. Cada intervención de los Weller es una invitación a la carcajada, pues nos llevan de la mano con sus filosofías llenas de sentido común expresadas en un lenguaje que nos hace reír por lo llano y real. Ofrezco a continuación una muestra, y hago notar lo importante que es leer en el idioma original, aun a riesgo de perder parte del sentido de la obra. En este caso se pierde, o al menos yo no sé darle, la variante dialectal empleada por Weller, no digamos ya la semejanza entre "vider" y "viser":
'You think so now,' said Mr. Weller, with the gravity of age, 'but you'll find that as you get vider, you'll get viser. Vidth and visdom, Sammy, alvays grows together.'Grande entre los grandes Dickens, sin lugar a dudas.
'Eso piensas ahora,' dijo Mr. Weller, con la gravedad que le daban sus años, 'pero llegará un momento en que aprendas que cuanto más grande sea tu panza más sabio serás. La gordura y la sabiduría, Sammy, siempre van de la mano.'
9 comentarios:
La marca de los genios es construir grandes textos a partir de minucias ordinarias. Una gran epopeya cualquiera la hace interesante.
Saludos.
Grandísima novela, Ridao. Al leer tu comentario me han entrado ganas de releerla.
Yo no la he leído y mira que me la pongo en espera en menos que canta un gallo.
Si, Dickens es UNICO.
Un abrazo
Yo no me atrevo con el original, conozco mis limitaciones: ¿alguna traducción digna?
Justamente, Sombras, eso es lo difícil, lo más difícil.
Pues ponte en ello, José Manuel. Yo lo he disfrutado a lo grande.
Lo mismo te digo, Mery. Es larga, mejor todavía: más tiempo de disfrute.
Teresa: yo sólo la he leído en inglés, pero puedes aprovechar el año Dickens. Hoy mismo he leído que ha salido una nueva edición por unos 12 euros, no recuerdo la editorial. Segura que la traducción está bien cuidada.
Abrazos Píckwickos
Ya lo he visto, Teresa. La edición es de Austral. Casi 1000 páginas. Seguro que está bien.
En la página de papyrefb lo tienen en ebook.
Halaaaaa, lo que ha dichooo, verás como te coja el FBI...
¡Lo negaré todo!
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