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Kawazu Tobikomu llegó a Edo una tarde de noviembre. No lo conocía nadie, y pronto se ganó una reputación de hombre sabio por sus costumbres austeras y, sobre todo, porque se pasaba el día entero meditando, sin hablar con nadie. A los cuarenta días de llegar trazó en la arena del suelo de su cabaña las siguientes palabras:
de mi pasado
hoy no me queda nada
salvo el futuro
Pronto estas palabras pasaron de boca en boca, hasta que todo el país supo del poema, y acudieron a venerarle desde los lugares más remotos. Pero Kawazu les contemplaba indiferente, y jamás se le oyó pronunciar palabra alguna hasta que llegó su hora. Ese día cogió el mismo cayado que treinta años antes, y, borrando lo que escribió, dijo solemnemente, ante el silencio asombrado de la multitud:
copié ese haiku
cuando dejé el hogar
de mi maestro
Moraleja: no todo el que calla es sabio
Arquitectura del petróleo
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Un nuevo estilo arquitectónico: *Arquitectura del petróleo. *
Los vapores del petróleo y los petrodólares parecen ser determinantes en la
definición de ...
Hace 5 horas
18 comentarios:
En realidad fue sabio por callar y no por "su" haiku. El que calla otorga, y él otorgó con su silencio el poder que no hubiera tenido si hubiera hablado...
La moraleja sería entonces: "el que calla, además de otorgar, también es sabio".
Un cariño Ridao.
Es de ver cómo le duró el haiku 30 años escrito en la arena de su cabaña... :)
Las palabras no son de nadie... Cuando uno hace un poema sabe que por cortesía dirán que es tuyo, pero cuando uno hace un poema (sea haiku o no) sabe que nada más anunciarlo no es suyo, sino del corazón del que lo lee.
Me encanta la entrada de todos modos porque no siempre el que calla otorga, hay silenciosos que son necios y otros malvados...
Liliana, no se sabe muy bien si era sabio o caradura, porque lo cierto es que todos los que le visitaban le dejaban ofrendas, y el tío no tuvo que dar un palo al agua en toda su vida, a pesar de no ser capaz de componer un verso. Otra moraleja opcional podría ser: "El que calla come gratis". Sí que le duró el haiku, su única ocupación diaria era mantenerlo para que no se borrara...
Me has hecho pensar, y me gusta.
Abrazos.
Es verdad lo que dices, Antonio, pero a todos los poetas que conozco les gusta tener publicados sus poemas, con su nombre impreso en la portada. Será que no son lo suficientemente sabios. Además, suelen ser bastante parlanchines...
Claro, pero eso no quiere de cir que se pierda la memoria del autor... Me gustó una reflexión de Bécquer, que aunque muy romántica es el que deberia ser el sueño de todo poeta: "Que canten mi poema como si nada y cuando le pregunte como y donde lo leyó me diga que lo sabe desde siempre" No es una cita exacta.
Al menos no escribió
de mi futuro
hoy no me queda nada
salvo el pasado
aunque, bien pensado, hubiera sido más zen y más honrado.
De fábula, has escrito de fábula, sólo te ha faltado algún animal para escribir de Fábula.
En serio, me ha gustado mucho, y no lo puedo callar.
Un abrazo silencioso
La reflexión de Bécquer es muy certera, Antonio. Él era un poeta auténtico, no sé si hoy en día los hay equiparables, yo diría que no.
Mucho más zen, José María, dónde va a parar. Y qué me dices de éste:
de mi presente
nada quedará mañana
salvo el pasado
Es occidental total, nada zen, batante lógico. Perfecto para la poesía de sobremesa...
Veo que estás de vuelta de tus vacaciones. Espero que las hayas disfrutado.
Gracias por esas palabras, Capitán. Procuraré que no se enteren sus superiores, pues las pueden tachar de mariconadas.
De vacaciones ya, supongo.
Un abrazooooo, ¡arrrrr!
Pues me gustado, y mucho, este relato. La moraleja me parece acertadísima, no lo esperaba. Ni el que calla es siempre sabio ni tampoco el que habla...ay, qué pocos vamos quedando.
Un fuerte abrazo.
Yo creo que tú y yo y si acaso un par de ellos más, Juanma. Qué pena da cuando una raza se extingue, ¿verdad?
Un abrazo resabiado.
Pues a mi me dan cierta envidia esos dueños tan dueños de sus silencios (frente a los esclavos de las palabras), no sé, complejos varios que se pueden tener...
Un abrazo
Aurora
Cierto, oh Ridao, siempre cierto...la lengua, como de costumbre, se agitó sagazmente dentro de tu boca para referir palabras plenas de sabiduría. Propias de un sabio, vaya.
Ea, con Dios.
Vaya Ridao me voy dos días y dos entradas a cada cual mejor...¿qué va a ser de mí el viernes que me voy otra semanita? En fin, lo superaré mirando al mar desde el Cabo Peñas y paseando por los senderitos asturianos:)Bromas a un lado, genial.
Los aforismos sobre la poesía, la madurez y el oído poético-musical, "sembraos".
Lo de hoy, tiene miga, ¿eh?.A veces hay quien calla porque no tiene nada más que decir, quien calla porque considera que lo que tiene que decir es demasiado importante como para ir desperdiciándolo con cualquiera (y más si puede cobrar por ello) y quien calla porque honestamente necesita hacerlo.Cada uno que se coloque donde pueda.Yo como no callo ni debajo del agua, pues asumo que soy excesiva y punto, otros que asuman su silencio, tanto si es bello y profundo, como si es fruto de la esterilidad o de la estulticia.En fin , besos y espero cogerte con ganas a la vuelta.Mil besos
Alguos de esos dueños de sus silencios son sabios, Aurora, pero otros son sólo eso, dueños de sus silencios. Y, por cierto, también hay muchos sabios parlanchines, cómo no. La moraleja sólo trata de diuscutir el aforismo de que todos los que calan son sabios; hay mucho necio silencioso.
Un abrazo.
Calla, Juanma, no sea que por tanto ronear nos tomen por necios. No sólo hay que ser sabio, sino parecerlo...
Qué de elogios, Marisa, vas a hacer que me crea un sabio, y entonces la hemos cagao. También hay quien calla porque le da vergüenza abrir la boca, y no deja de ser algo sabio por ello. Tú y yo lo mejor que hacemos es seguir largando, mayormente en el blog, y si somos sabios o no es lo de menos.
Un abrazo, y que disfrutes de tu nueva semanita de vacaciones.
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