Cuando me levanté ayer por la mañana y abrí la ventana olía de una manera distinta, algo había cambiado. Hasta la sierra y la Peña se veían con otra luz, como más tenues y lejanas, pero a la vez más accesibles. Al salir a la calle las hojas volaban a ras de suelo con las ráfagas de viento, y el aire era fresco. La gente del pueblo que va a pasear por el campo a esas horas ya no iba en mangas cortas, y un hombre montado en una motillo que volvía de su huerta traía cara de frío. Después salimos a caminar, a hacer un sendero por la parte de Valdelarco, siguiendo la ribera, entre helechos milagrosamente verdes y bosque de galería. Sólo se oían los pájaros y el rumor del viento y del agua; ninguna chicharra. Nadie diría que un día antes sudamos la gota gorda bajando de Los Madroñeros a Linares, y luego subiendo de Linares a Alájar.
Un día tan solo y ha llegado el otoño, aunque sea por unas horas, me da igual, porque así es como lo disfruto más, cuando se presenta de improviso. Me pasa lo mismo con la primavera, que aquí en el sur se puede oler cualquier día soleado de febrero. Cuando llegue el otoño de verdad estaré tan acostumbrado a él que no lo disfrutaré igual, pero esta mañana ha sido un regalo, un regalo que llevaba tiempo esperando.
Foto: pueblo de Valdelarco, en la sierra de Aracena.
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Hace 5 horas
11 comentarios:
Pasó por allá y se nos subió por el norte hasta la Pedriza ;-), vino también ligero y de improviso, José Miguel.
Me ha gustado mucho esta entrada.
Un abrazo todavía cálido aunque se huela el otoño un poquito.
Jo, vaya sitio la sierra de Aracena, para morirse.
¡¡¡aaaayyy!!!
(es un suspirito, por si lo escribí incorrectamente)
Ese otoño que manda ya señales.
Como cartas de un novio (o novia, hombre) diciéndonos que viene.
No me gusta el mal tiempo, pero ya estoy cansada de este absurdo verano.
Tu texto me he gustado mucho.
Viva el sentido del humor, etc, pero te sienta bien escribir en serio.
Un beso.
¡Qué delicia!, y qué ganitas de otoño tengo yo también.
He podido olerlo leyéndote.
Un abrazo
Gracias, Aurora. Sí que es un sitio precioso, pero no se lo cuentes a nadie que luego se llena de gente.
Te se ha escuchao perfestamente, Juanma.
Coincido contigo en lo absurdo del verano, Olga. Respecto a lo del humor, más de una vez me he planteado abrir un blog específico, y otro para las burradas, para no espantar a los lectores serios.
Gracias, Maite. No veas lo bien que olía en el camino...
Abrazos otoñales anticipados.
Disfruta tú que puedes, que aunque aquí bajaron las temperaturas, se sabe y se siente que estamos todavía en verano, y peor, en agosto.
Besos.
¡Pero qué bonito texto José Miguel! Si hasta he visto y percibido esas imágenes, me ha dejado una sensación de familiaridad exquisita.
En cuanto a los imprevistos del tiempo, creo que están sucediendo en todo el mundo, pues en Argentina, hoy se pronostican 28 grados y aún estamos en invierno. Ayer sacamos nuestras remeras y dejamos a mano los abrigos. Aquí comenzó a palpitarse la primavera.
Fue hermoso compartir esta postal a la distancia.
Besazos.
Desde luego, Parsimonia, en Sevilla habrá que esperar hasta noviembre para que llegue el otoño, y y...
Muchas gracias, Liliana. Esperemos que el cambio climático sea menos dañino de lo que nos aseguran los científicos.
Un fuerte abrazo.
Hola, me ha gustado este texto tan sencillo y fresco como esa tregua ¿por un dia?..que nos ha dado el verano.
Regreso de esa tierra donde el otoño siempre es un presagio, siempre pare que está ahí, a la vuelta de la esquina.Y me encuentro este texto, precioso, una pequeña acuarela de palabras querido ridao.un placer volver.Sigo leyendo...
Gracias, bambu. Por desgracia parece que sólo fue por un día, pero un día para disfrutar.
Gracias a ti tambíén, Marisa. Tú eres experta en colorear palabras para enredar a tus lectores.
Abrazos.
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