miércoles, 23 de septiembre de 2009

Crónicas de un pueblo: la municipal

Después de pasar una temporada larga en Alájar, cuando vuelvo a la capital me parece otro mundo, y viveversa: en la escasa hora y media que tardo en ir de Sevilla a Alájar para pasar un fin de semana me parece haber viajado poco menos que a la luna. Para que veáis la diferencia de mentalidad entre la ciudad y la sierra, os cuento hoy una anécdota que nos ocurrió este verano.

Andábamos hacia el final de agosto y, como mi hermano Jorge se casaba en septiembre, Lola, mi mujer, buscó una modista del pueblo para hacerle el traje para la boda; muy buena, por cierto, hasta organiza desfiles de moda flamenca para las romerías de la zona, y estaba encantada de hacer un traje de fiesta, pues por allí salen pocos. El caso es que hubo que ir varias veces a medir, a cortar, prueba por aquí, ajuste por allá... En una de éstas, Carmen, la modista, había quedado una tarde con Lola para hacer una última prueba. Esa mañana habíamos salido a hacer un sendero toda la familia menos Ignacio, a quien dejamos en casa con Loli, una amiga ya más que empleada, que nos ayuda con los niños y la casa. A mediodía llamaron a la puerta y, al abrir Loli, se dio de bruces con la municipal del pueblo. Ella pensó, como es lógico, que tenía el coche mal aparcado o alguna cosa por el estilo, pero no era por eso: venía ¡a dar recado de que esa tarde Carmen no podía recibir a Lola! Como no tenía el teléfono, a la buena señora no se le ocurrió otra cosa que dar la razón a través de las fuerzas del orden, que para algo estarán, pensaría...

18 comentarios:

Capitán dijo...

En los pueblos los municipales (¿o son locales?) sí que son útiles al ciudadano, mucho.

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
¿Dónde dice usted que hay empadronarse...?
Salu2

Olga Bernad dijo...

Pues claro que sí, eso es dar vida a las fuerzas vivas, me parece muy bien;-)
Mi abuela, en su pueblecito de Teruel, llamaba al médico por la ventana. Viva la tecnología.
Ay, otro año te hago caso y nos presentamos en Alájar...
Un beso.

Juanma dijo...

(Bueno, Capitán, no siempre es así, ay)

Qué anécdota tan deliciosa, Ridao, así da gusto.

Un fuerte abrazo.

Mery dijo...

Leerte y parecerme estar leyendo una novela costumbrista del XIX, ha sido todo uno.
No es extraño sentir que la ciudad es, en realidad,otra galaxia.

Una delicia.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Ridao te van a hacer cronista oficial de las "Alajas".

Salud.

Alonso CM dijo...

La anécdota es deliciosa. A mí no me sorprende porque he vivido gran parte de mi vida en distintos pueblos. Pero si te digo la verdad,de vez en cuando necesito volver a mi pueblo.
Un abrazo

José Miguel Ridao dijo...

Municipales es más fino, Capitán. Locales suena a garito cutre.

Toma nota, Dyhego:
Ayuntamiento de Alájar. Plaza de España, 3. 21340 Alájar (Huelva).

Claro que sí, Olga. ¡Mira que no venir esta año! Encima os habríais puesto púos de jamón...

Gracias, Juanma, pero gusto...

Sí, Mery. Es otra galaxia mucho más inhóspita.

Pues si fuera así no querría mejor trabajo, Javier.

Tú me comprendes bien, Miradme. Gracias.

Abrazos a tutiplén.

Julio dijo...

Ridao: eso ha pasdo porque tú eres parte de los poderes fácticos de Alájar...

Juan Antonio González Romano dijo...

Yo viví hasta los 12 en un pueblo, Montellano (más que un pueblo, parece un oxímoron) y allí los municipales también servían para eso, además de para evitar nuestros tradicionales juegos de tirarnos pedradas los unos a los otros...
Qué tiempos.
Un abrazo.

José Miguel Ridao dijo...

Te equivocas, Julio, yo allí soy un mindundillo. Ni siquiera me invita el boticario a jugar al mus con el cura y el alcalde (que, por cierto, es tendero)...

Tú lo has dicho, Juan Antonio, ¡qué tiempos! Ah, y el oxímoron se compensa con el gentilicio de pancipelao, un tanto redundante...

Abrazos algaideños.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Vivan los pueblos¡¡¡

Alejandro Muñoz dijo...

Hace 32 años, cuando 100 familias de veraneantes le tomamos el gustillo al remojo junto al Coto de Doñana, en un paraíso aislado de la civilización (y acosado por adosados en la actualidad); cada vez que aparecía por la urbanización una pareja de la benemérita sabíamos que había hecho su último viaje el abuelo de alguno de nosotros.

Pasión dijo...

José Miguel, mi hermana la mayor aparcó su coche en lo alto de la acera, en la puerta de mi casa, la calle es de una aldea.

Vino un municipal para llamarnos la atención.

Desde ese día todos los vecinos aparcan en la acera, nos cuesta la vida sacar el coche, no hay visibilidad.

Abrazos.

José Miguel Ridao dijo...

¡Que vivan, Javier!

Sí, Álex, y si en el camino se encontraban un chorizo abriendo vuestros coches le pegaban dos hostias antes de detenerlo. ¡Eran otros tiempos!

Es que hay aldeas y aldeas, Pasión.

Abrazos medianocheros.

Liliana G. dijo...

Pero no me vas a negar que no es pintoresco José Miguel... además te ha dado argumento para esta entrada y para que le cuentes la anécdota a tus nietos :)

¡Vivan los pueblos! (Allí sí se vive)

Besotes.

José Miguel Ridao dijo...

Liliana, lo bueno (o lo malo) del blog es que no tendré ni que contárselo, lo leerán ellos. ¿Son igual de pintorescos los pueblos de tu tierra?

Un abrazo.

Liliana G. dijo...

Pero claro Ridao, todos los pueblos son así de pintorescos vayas donde vayas... Mi familia es de uno llamado San Jorge, donde yo pasaba vacaciones de verano e invierno, y no te cuento las particularidades porque creo que son las mismas en todas partes...
Y te conocen todos aunque no hayas nacido allí porque uno es el hijo o la hija de fulano.
Es un encanto que extraño.

Cariños.