Cada uno intenta, de forma involuntaria (gracias a la intuición de la inmortalidad), preservar su huella.Stefan ZweigA unos les da por construir pirámides que les sirvan de tumba, otros salen de su terruño, incendian Persépolis y conquistan Babilonia; los hay que glosan las hazañas de los héroes, perdurando en la memoria de todas las generaciones del futuro; algunos se esmeran en producir obras de arte imperecederas, y llenan de apariciones la bóveda de un templo, o traducen las palabras del cielo a un lenguaje que vibra en el aire y penetra en las almas, o nos demuestran que "todo son palabras": el amor, los celos y la muerte, o también, más modestos pero igual de grandes, nos cuentan las aventuras de un pobre loco mucho más cuerdo que todos los hombres. Incluso hay quien es atroz, y tortura y extermina a miles y millones de criaturas para dejar una huella, sangrienta pero bien grande y visible.
Yo, como muchos de vosotros, me he abierto un blog. Algo es algo...
Apunte para la posteridad: termino de escribir y pulso el botón de publicar con un bebé lloroso colgado de la oreja.
26 comentarios:
Monsieur RIDAO:
Te comprendo perfectamente, en ambos casos, en el del churumbel subido a la chepa mientras trabajas y el de "perdurar" pensando que lo que escribes pueda llegar a alguien.
Salu2.
(Por cierto, ¿el niño "del afoto" es el celíaco?)
No, Dyhego. El celíaco es Miguel, el mayor, el más rollizo y orondo (milagros de la dieta).
Seguimos comprendiéndonos. Salu3.
Algo has hecho, menos hacen los parlanchines políticos de nuestro país; al menos para mí...
Por cierto, yo soy alégica a la lactosa, ! Con lo que me gustan los helados !. Bueno, así somos, así comemos - digo yo-
Saludos
Los parlanchines políticos están dejando una gran huella, L.N.J.,con tanto meter la pata.
Mi hijo Miguel también tiene intolerancia a la lactosa; creo que la alergia es peor. De todos modos, nos encomendamos a Mercadona y todo es más fácil.
Saludos y gracias por venir.
Larga vida a google y a su filial blogger, que nos inmortaliza.
Un abrazo
... y a Siltolá y al Duca, Juan Antonio, larga vida también.
Un abrazo blanquiazul.
En efecto, y a Siltolá, y al Duque della Vóngole, faltaría más.
Yo le llamo "il Duca dil Saco di Soldi", pero creo que nos estamos refiriendo a la misma persona.
Mi niña nos ha dado una de esas noches que quedan para nosotros. Ella sí que ha dejado huella perdurable, y oíble, en todo el bloque.
Por lo demás, dejar una huella siempre es una tentación. ¿No te parece?
Un fuerte abrazo.
Los ordenadores tienen un iman especial que hace que en cuanto lo enciendes, revoloteen los niños alrededor reclamando tu atención.
Un secreto confesable: me encantaría tener una versión impresa de mi blog, un libro con todas mis entradas y que perdurara en los estantes de libros de mis sucesores generación tras genereración.
Antes que dejar huella aniquilando a la posteridad, sin la cual no habría nadie para verlas, claro, prefiero pasar desapercibida y en el anonimato, José Miguel, que tampoco está nada mal.
"Es preferible morir olvidado que vivir odiado..." Lo dijo alguien que no fui yo y no recuerdo, pero tenía razón...
Besos.
¡Las veces que escribí con los niños prendidos de mis orejas! Jajajaja Ahora es tu turno...
No hay forma más bonita de perdurar que en la huella que dejas en tus hijos, ¿no crees?
Un beso
Es una tentación sana, Juanma. Esta noche yo he tenido dos huellas perdurables, de un máximo de cuatro.
Abrazos insomnes.
El papel sigue teniendo glamour, Maite, pero la huella digital avanza, y acabará comiéndoselo.
Mi hijo Gonzalo a sus seis meses alarga su manita cada vez que abro el portátil, y todo su afán es tamborilear en el teclado. Pronto quiere dejar huella...
Un abrazo.
Son muy sabias tus palabras, Liliana. "Qué descansada vida la del que huye...".
Dichosa tú que puedes escribir con las orejas libres.
Un beso.
Qué comentario más precioso, Lola. Acabas de alegrarme un día demasiado largo.
Eso de "penetra" me ha gustado mucho José Miguel.
Si fueras la de la foto de la entrada de Octavio pasaría del dicho al hecho, Javier, pero tratándose de ti lo dejaremos tal cual, que aun tratándose del alma, mariconeos los justos.
Un abrazo impenetrable.
Pues sí que estamos en sintonía... Dejar huella, perdurar.en realidad permanecemos en la memoria de los que nos aman.esa, como dice Lola es la mejor huella.La palabra escrita, el arte en general son formas de perdurar, pero el recuerdo es la mejor.
Un abrazo muy fuerte y perdurable
Muchas gracias, Marisa. Recuperas la magia del comentario de Lola, acertado y muy real. Otro abrazo para ti, y no digo penetrante para no dar alas al señor ése de ahí arriba.
A esos bebés llorosos debemos echarles la culpa de que abramos nuestros blogs. Algunas de mis entradas las he escrito pensando más en que ellos puedan leerlas en un futuro que en mis lectores actuales.
Ahí estarán nuestras huellas, para que les sirvan de guías.
Dejas cuatro cuadernos vivos que van a darte la inmortalidad, al menos hasta donde nos puede interesar ser inmortales.
Ojo que después crecen las orejas, y ya no tenemos edad.
Pues como algunas de mis huellas blogueras sirvan de guía a mis hijos van listos, Álex. Miedo me da...
Preciosas palabras que yo te agradezco, Capitán, en la línea de Lola. Así da gusto. En cuanto a las orejas tendré cuidado, que no quiero convertirme en un Mr. Spock de la vida.
Desde luego hay huellas endebles, huellas insignificantes, huellas como pozos...
No sé si el blog es de una clase u otra, pero lo de los hijos es mas cierto que el sol.
Bonita entrada, José Miguel.
Un beso
Muchas gracias, Mery.
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