A lo mejor esto que voy a decir es una perogrullada, pero la Semana Santa sólo es santa para quien crea en los santos. Esto tiene mucha más miga de lo que parece. En primer lugar, puede seguir siendo santa por mucho que los incrédulos no lo vean así, y viveversa: puede ser no santa se pongan como se pongan los creyentes. Yo veo dos opciones:
1. Que los creyentes estén en lo cierto, y entonces sí sería santa.
2. Que los creyentes se equivoquen, y entonces no sería santa, aunque para el caso es lo mismo: la fe inquebrantable nunca les haría cambiar de opinión.
Al final siempre ganan los creyentes, que se quedan con su Semana Santa, y los agnósticos nos quedamos un poco puteados, que si sí que si no, aunque al que de verdad tenga dos dedos de frente le debe importar un pimiento la santidad de la semana en cuestión. Lo que importa es la fiesta, la celebración, las vacaciones.
En resumen: lo dejamos como está: SEMANA SANTA, con todas las letras. Y ahora, ¡a la calle a ver los pasos!... ¡o a la playa!... ¡o a escribir en el blog!
Yo me quedo en Alájar.
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