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Escarmiento para gilipollas
Últimamente no estoy para muchas tonterías, no sé muy bien por qué, será la crisis, la edad, los niños o yo mismo, qué coño, para qué buscar explicaciones fuera. Pues eso, que aguanto más bien poco, y sobre todo me falta paciencia para escuchar gilipolleces, qué mala suerte, yo con esta alergia y el mundo que se llena de gilipollas, que encima son cada vez más gordos, parece que los ceban. Del amplio abanico de gilipolleces que figuran en el repertorio, lo que más me revienta es la enumeración de méritos, logros, triunfos o condecoraciones de que presumen estos sujetos gilipolleicos, a cuál más patético: que si me he comprado un coche de 60.000 euros, que si me he mudado a un chalet con balaustradas, que si mi empresa me ha pagado un máster en Londres, que si me he comprado el Aifon 4S y le he regalado el Aifon 4G a mi hijo de diez años, que va roneando con él en el colegio de los Legionarios de Cristo, donde es compañero del hijo de Javier Arenas, y mil gilipolleces más que te va soltando la gente a diario, y que te tienes que tragar poniendo tú también cara de gilipollas. Después de mucho cavilar sobre el asunto, he ideado una estratagema que no me libra de escuchar las gilipolleces de rigor, pero al menos deja descolocado al gilipollas de turno. Es algo bien sencillo: Llega alguien, me suelta la acostumbrada gilipollez, y yo le digo: "¿Y eso, cuántos puntos da?" Un poné: se me acerca el típico gilipollas soltero que se las da de ligón y todo el mundo sabe que se come lo que se comió el pastor, y me dice: "¿Sabes? Ayer por la noche conocí a un pivón de bandera, nos tomamos unas copas, fuimos a mi casa, y... ¡no te cuento más!" Yo le respondo, muy serio: "Y eso, ¿cuántos puntos da?". Mano de santo, oiga, lo dejo tirado, y no vuelve a hablarme de sus conquistas en un tiempo. Llega la hora del café, me encuentro a un amigo del colegio que no veo desde hace años, y me viene con éstas: "Hombre, José Miguel, cuánto tiempo, ¿a qué te dedicas?" No me deja ni abrir la boca para responder, porque vuelve a tomar la palabra: "Yo, ya ves, estudié económicas con el premio al mejor expediente, hice cuatro másters, entré a trabajar en una consultoría, doce horas al día, pero conseguí ser socio, y ahora trabajo lo mismo pero gano diez veces más..." Yo le corto, antes de que siga, y le digo: "Y eso, ¿cuántos puntos da?". Merece la pena obligarse a dar esa contestación, la carita que se les queda a los pobres gilipollas, y lo contento que vuelve uno a casa, no sé si listo, tonto o gilipollas, pero contento y aliviado.
14 comentarios:
Tomo nota.
¡Coño, Ridao, cómo mola eso de ¿Y eso, cuántos puntos da?!
Voy a ver si lo pruebo con algunos gilipollas de por aquí.
Un abrazo desahogao
Cuando hablo con los gilipollas de ese tipo me quedo absorto mirando su lenguaje gestual. Sobre todo en la mirada se ve el vacío que intentan recubrir con esos coches, chaleres, etc. Es triste. Buena técnica, por cierto.
Un abrazo que me ha costado un huevo.
PD: ¿Un chalet con balaustrada? Menuda horterada de nuevo rico.
Y esta entrada, ¿cuántos puntos da? ;-P
Un puntazo...digo, un abrazo
Supongo que lo de la balaustrada será como lo de los balcones a la plaza.
Para gilipollas y gilipollos habrás querido decir,Ridao Bacalao, que debemos utilizar las guías del lenguaje no sexista.
http://www.libertaddigital.com/sociedad/2012-03-04/la-rae-critica-las-guias-de-lenguaje-no-sexista-de-las-comunidades-1276451945/
Algo parecido utilizo cuando surge la conversación acerca del número de hijos:
"Y vosotros, con la parejita pararéis ya, ¿no?"
"Nosotros, gilipollas, estamos abiertos a la vida, y tendremos los hijos que Dios nos mande, capullo, porque follamos una jartá y sin la gomita esa asquerosa.
Esto deja totalmente descolocao a todo capullo y capulla, lolaico u lolaica que se preste.
Vaya lección, esta sí que se merece por lo menos un doctorado honoris causa.
La pondré en práctica tratando de no largar la carcajada en plena cara del/la susodich@, aunque si se me escapa, supongo que será como la frutilla del postre para dejarl@ descolocad@. (Mis disculpas por la mariconada del "arroba", pero es práctico para no repetir ambos géneros.)
Los besos ¿cuántos puntos dan?
esa es buena, ridao...
también puedes tirar de clásico:
vale, tío, ta quedao conmigo...
Palabra de Buddy.
Alguno me he encontrado también, sobre todo con el tema informático, y para esos tengo yo también algo infalible (por el poné el caso que cuentas). Con cara de alucinado le digo: ¿Y que es un aifón?
Y el nota no te vuelve a hablar de sus adquisiciones. Quedas como un ignorante, pero "ande yo caliente"...
Ya me cuentas, Dyhego.
Elías: podemos hacer una estadística de gilipollas por metro cuadrado entre tu ciudad y la mía, a ver quién gana.
Fernando: no había caído en lo del lenguaje gestual. A mí lo que me sale son cortes de manga.
Tato: 2000 puntos, la mitad en WIR y la otra mitad en francos suizos. He pillado un libro sobre los WIR, ya lo tengo en el ridáider. Pinta muy bien, ya te contaré.
Martín: es algo parecido, pero ahora con vistas a la piscina de una urbanización con campo de golf.
Bacalaero: he leído lo de la RAE y me he alegrado un montón. Yo, ante preguntas como la que dices, respondo: "Sí, ercoñotuprima".
Liliana: los besos van a 1000 puntos cada uno. Te mando un millón, que valen por otros tantos chaleres.
eresmicruz: cuando encontré la foto me acordé de ti. ¿Quién coño es ese budddy?
Paco: suscribo lo que dices... por ahora, hasta que me compre un aifon.
Un abrazo empuntado.
Buddy es la imagen de la campaña
Catholicism WOW!!!... de la película Dogma... una versión actuializada del Sagrado Corazón de Jesús...
lo que empezó siendo una broma en una película hoy sería algo completamente normal... podrías enlazar bloguerosconelpapa, ridao...
¡Ahora lo entiendo todo! Quita, quita, que como saque a este Buddy a pasear en el blog me apedrean los pacíficos católicos conservadores.
La crisis podría al menos servir para hacer un poco de limpieza en cuanto a gilipollas se refiere. Pero ya veo que no es así... :(
Una lástima, Sara, es un hecho probado que los gilipollas medran en cualquier sustrato físico, económico o político.
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