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Poética (1)
La poesía tiene dos ritmos distintos: el ritmo de leer y el ritmo de escribir, y no es bueno que esos dos ritmos se mezclen, porque entonces se adultera el acto de creación. Ello no significa que un poeta no deba leer poesía; todo lo contrario: cuando un enólogo quiere producir un buen vino ha de beber muchos más para apreciar lo que otros antes que él han conseguido, pero tampoco es bueno atiborrarse de ella, porque la ebriedad nunca fue buena consejera en ningún arte, a pesar del mito del absenta y del poeta bohemio y dipsómano. Es, pues, aconsejable llamar a muchas puertas, hacer la visita y marchar después de un tiempo prudencial, para no molestar. Si permanecemos demasiado tiempo en una casa ajena corremos el riesgo de encariñarnos con ella y quedarnos allí a vivir, lo que hará que tengamos que someternos a sus normas. El poeta ha de ser libre, y no como un pájaro, sino como un paseante curioso y atento, que basa su felicidad en cultivar su arte, aunque ello no debe ser a cualquier precio: por encima de todo arte, incluso del más elevado, están la persona y los compañeros que le acompañan en el camino de la vida. Demos, pues, a la poesía lo que se merece, no más, y olvidémonos de obsesiones, ídolos y modelos sobrehumanos. Disfrutemos de ella; leámosla pausadamente, como se merece, y si también queremos escribir abandonemos parte de nuestras lecturas mientras dure la inspiración, para poder encontrar el cauce de agua pura y crisitalina que sin duda recorre algún rincón de nuestro ser.
4 comentarios:
Estimado Miguel:
Completamente de acuerdo, y qué bien expresado. La vida entera, con solo abrir los ojos, es en sí literatura, y la definición de la delicadeza en el arte de observar debe aproximarse a la poesia.
Muchas gracias, un saludo.
Monsieur Ridao:
Con esta entrada le va usted a hacer la competencia a la mismísima "Poética" de Aristóteles...
Me parece muy sensato lo que explicas. Yo añadiría que, al igual que hay que estar en vena para escribirla, hay que estarlo también para leerla.
Saludos poéticas.
No sé, Ridao. Depende. El espontaneísmo no siempre es bueno, y ahondar en determinadas poéticas puede ser un buen recurso para encontrar nuevos caminos. Aunque, evidentemente, existe el peligro de volverse demasiado mimético. En este asunto todo es relativo.
Muchas gracias, Clochard, y bienvenido.
Dyhego: Ya quisiera ese tal Aristóteles... Creo recordar que era un griego muy rico.
Tienes razón, José Manuel. Más que relativo, creo que es una cuestión de no irse a los extremos. Ni el poeta del pueblo semianalfabeto (más bien un mito) ni el poeta erudito que lo ha leído absolutamente todo (aquí si hay más de un caso).
Abrazos.
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