El silencio: el lugar donde se guarda y se protege el verbo ante el arrasamiento, el callejón donde se esconde el tesoro ante las tropas
Estas palabras pertenecen al magnífico ensayo de Adan Kovacsics “Guerra y lenguaje”, donde reflexiona sobre el poder del lenguaje y su utilización durante la Gran Guerra. Cuenta que cuando la monarquía austro-húngara declaró la guerra, los poetas entraron en una especie de trance creador. Richard Schaukal confesaba escribir ¡diez sonetos diarios!, y en el otro bando poetas socialdemócratas como Alfons Petzold también trataban de “proteger a la patria mediante hechos y palabras”.
¡Proteger a la patria con el lenguaje, con la poesía! Se puso en marcha una maquinaria bélica de versos y loas para acompañar a los cañones, y entre tanto algunos como Walter Benjamin o Karl Kraus permanecieron callados. Se refugiaron en su silencio para escapar del horror, para huir de las proclamas bélico-poéticas. Eligieron el silencio y lo usaron como aquel “lugar donde se guarda y se protege el verbo ante el arrasamiento, el callejón donde se esconde el tesoro ante las tropas”. Algunos fueron incluso más lejos con su silencio: lo hicieron eterno, se suicidaron incapaces de soportar el horror.
Las palabras de Kraus son especialmente reveladoras: “... las plumas se sumergen en sangre y las espadas en tinta”. Y más tremendo todavía: “Quien tenga algo que decir, ¡que dé un paso adelante y calle!”.
Cuesta trabajo comprender cómo las palabras se ponen al servicio de una guerra, o se usan para defender la otra postura, y pierden todo su valor, y los poetas dejan de serlo, y los pocos que de verdad son poetas, los que resisten, se ven abocados al silencio para salvaguardar su tesoro más preciado: los versos auténticos.
¡Proteger a la patria con el lenguaje, con la poesía! Se puso en marcha una maquinaria bélica de versos y loas para acompañar a los cañones, y entre tanto algunos como Walter Benjamin o Karl Kraus permanecieron callados. Se refugiaron en su silencio para escapar del horror, para huir de las proclamas bélico-poéticas. Eligieron el silencio y lo usaron como aquel “lugar donde se guarda y se protege el verbo ante el arrasamiento, el callejón donde se esconde el tesoro ante las tropas”. Algunos fueron incluso más lejos con su silencio: lo hicieron eterno, se suicidaron incapaces de soportar el horror.
Las palabras de Kraus son especialmente reveladoras: “... las plumas se sumergen en sangre y las espadas en tinta”. Y más tremendo todavía: “Quien tenga algo que decir, ¡que dé un paso adelante y calle!”.
Cuesta trabajo comprender cómo las palabras se ponen al servicio de una guerra, o se usan para defender la otra postura, y pierden todo su valor, y los poetas dejan de serlo, y los pocos que de verdad son poetas, los que resisten, se ven abocados al silencio para salvaguardar su tesoro más preciado: los versos auténticos.
18 comentarios:
Aun es mas curioso comprobar como los versos publicados en epoca de guerra son valorados, mucho tiempo despues, en funcion de a quien apoyaron, al fin y al cabo el poeta es hijo de su tiempo, el lector lo es de sus prejuicios
Magnífico y cierto. Muy cierto. Si pensamos hoy día el mecanismo político de la palabra se sigue utilizando. En otros términos pero se sigue utilizando. Son muchos los "poetas" que se ponen al servicio del "régimen" de turno, para alabar y cantar con sus loas los acompañamientos.
Un saludo José Miguel. Buen libro el que comentas.
Es una entrada muy emotiva.
La poesía surge a veces como un himno para dar coraje a los hombres en la batalla o para expresar los horrores vividos.
La poesía de guerra emerge de las emociones más intensas de los hombres en los momentos de desastre y caos, y son muestra de que, incluso en los espacios más hostiles, se puede crear belleza.
Besos
Yo no sé qué debiera hacer un poeta en tiempos de guerra. No lo sé. Si yo fuera poeta y me tocara la guerra...no sé, la verdad, supongo que soy demasiado miedica para ser poeta.
Voy a darle un besito a Wittgenstein para que no se me enfade cuando vea que lo saco de contexto con "de lo que no se puede hablar, hay que guardar silencio".
Un abrazo, querido José Miguel.
Lo curioso es que el talento poético de algunos hace que en cualquier circunstancia y a pesar de ella, haya frutos que merezcan la pena. Pero la propaganda por definición no es poesía, es propaganda, llena de buenas o malas intenciones, pero propaganda. Y desde luego,no creo en los diez sonetos diarios. La poesía es silencio también,“lugar donde se guarda y se protege el verbo ante el arrasamiento, el callejón donde se esconde el tesoro ante las tropas”. Pero hay quien sólo la entiende como altavoz político y, si no hay guerra, siempre nos quedará recordarla. Y no siempre con talento. No estoy en contra; simplemente, no me gusta. Y en algunos casos no es una cuestión de opinión.
Un abrazo, José Miguel.
Hoy respondo a todos de forma conjunta, vuestras reflexiones coinciden bastante, puede haber talento incluso en versos atroces, que apoyen una guerra, y esos versos son luego usados con intereses políticos. Pero no es eso lo que me llama la atención de este ensayo, sino el silencio de los mejores poetas, el silencio como única respuesta. En el libro también se apunta que ni siquiera vale escribir para denunciar el atropello, porque entonces se entra en el juego, y se ponen los versos al servicio de una causa. Los auténticos poetas, los que no se venden, dibujan versos con el silencio. ¡Es tremendo!
Querido Jose Miguel permíteme si disiento un poco(siempre desde la libertad y el respeto)Creo que una cosa es hacer poesía de propaganda ideológica, burda y sin cumplir las propiedades básicas de un texto literario (literariedad que decía Jakobson, je, je), y otra escribir poesía de denuncia d la injusticia o de la barbarie. El siencio o la evasión estética es una opción muy digna pero la deuncia no creo que meezca ser relegada. El horror o el dolor que genera una guerra o una situación de represión política, ¿no es poesía? Desde luego usar un poema para ecir viva mi partioX, muera el partidoZ, acompañado de insultos y descalificaciones a mí tampoco me parece poesía pero "El tren de los heridos", o España aparta de mí ese cáliz sí. En fin tal vez sea cuestión de aplicar los criterios básicos el texto poético y comprobar si se cumplen o no. Creo que si sale del corazón y trasciende la proclama ya no es pesía política es poesía existencial comprometida con na postura ética y vital más que con un partido o una ideología política.Perdona la extenión y enhorabuena por esta ntrada que permite reflexionar. Un abrazo, como el que tú me has dejado hoy.
Perdona por las letras que se ha comido el teclado, por favor.
Fe de erratas: partido X,poesía, silencio, entrada.
No hay paz más triste que la surge después de la guerra , y creo que los poetas hacen del mundo un lugar lleno de amor sin límites y más compasivo .
Un abrazo y buen día Jueves para tod@s .
Rosna
Lo que ocurre, Marisa, es que cuando el poeta emplea todo su talento en denunciar la barbarie y pone su poesía al servicio de una causa, por justa que ésta le parezca, yo pienso que en cierto modo deja de ser poeta, la poesía pierde su esencia. Es, si quieres, poesía-denuncia, legítima sin duda, pero ¿sigue siendo poesía? Para Benjamin y Kraus no, y eligieron el silencio encerrando sus versos como un tesoro, hasta que pasó el temporal. Otro abrazo (¡qué reconfortante tu entrada de hoy!).
Tú lo has dicho, Rosna, los poetas hacen del mundo un lugar más compasivo y lleno de amor, pero deben aguardar a la triste paz que llega después de la guerra. Un fuerte abrazo.
Es muy peligroso ir por ahí. Convertir la poesía y la literatura en una cuestión moral sólo propicia que crezcan los comisarios políticos y los censores como hongos. Deplorar el estalinismo (como lo deploro) no me evita disfrutar de los poemas más rabiosamente estalinistas de Neruda, y de algunos de Miguel Hernández, en sus momentos más exaltados. Como dice mi amigo el poeta Juan S-Vico, "poema es todo texto que merece ser leído como poema." Eso podría incluir incluso, a la propaganda. Basta que caigan unos cuantos cientos de años encima para que se difumnen eso que los filólogos clásicos llamen "realia".
Saludos.
¿Y no será que en la guerra, como en la paz, al final sólo queda la palabra de los grandes? Neruda, Vallejo, Hernández, Aleixandre... escribieron impresionantes poemas en la época de la guerra civil. Otros cientos de poetas, también, pero sus versos no alcanzaron la calidad necesaria como para ser perdurables. Akal tiene una antología de poemas de la guerra y son pocos los textos interesantes desde el punto de vista poético. Pero los hay. Como has apuntado, José Miguel, es difícil, desde fuera, saber qué postura adpotaríamos en una situación así (ojalá no lleguemos a saberlo nunca); lo normal es que prime más la urgencia y la desesperación y la rabia, malas compañeras de viaje para la poesía. Pero también habrá quien se sepa sobreponer a las circunstancias. Aunque me extienda más de la cuenta, ¿no es acaso buena poesía la que escribe Joan Margrit sobre la muerte de su hija, un tema tan dado a la sensiblería, tan difícil de aborar con calidad? Pero ahí están sus poemas.
Muy buena reflexión, compañero.
Ahí está. Con toda la prevención hacia la política en poesía, el problema final no suele ser el tema. Hay quien es capaz de volver cursi una batalla, por muy enterado que esté de estrategias, y quien sabe convertir una flor en algo nuevo. El misterio del talento, que escapa (afortunadamente) de nuestra intención. Y de la de los comisarios políticos por muy políticamente correctos que sean. Me imagino a según que gente con un poco de poder... veríamos dónde quedaba su respeto al contrario. Hay veces que no puedo evitar no creerme ni los buenos días, y lo primero que debe hacer un poeta es suspender nuestra incredulidad.
Saludos.
En general estoy bastante de acuerdo con vosotros, y ma ha convencido la idea de Juan Manuel de que basta que pasen unos cientos de años, aunque no hay que olvidar que Homero cantaba las hazañas de los héroes, no se comprometía ni denunciaba. Lo de Neruda es verdad, pero yo sigo admirando la opción de Benjamin, que se veía incapaz de escribir, e hizo del silencio su poesía. A lo mejor es que para escribir con talento en el fragor de una guerra hay que valer. ¿No dicen que para todo hay que valer? Sin embargo, me quedo con los poetas de lo sencillo, no me gusta mezclar poesía y política. Lo de escribir sobre la muerte, aunque sea de un hijo, es distinto, muy distinto. Hace poco traté el tema en una entrada sobre Mahler y Rückert (Kindertoten).
Un saludo.
Difícil situación la que se plantea.
Como no soy poeta, no puedo ni imaginar qué haría yo en tiempos de cólera.
De lo que sí estoy segura es de que leería poesía.
Un abrazo
La poesía forma parte de la guerra desde el principio de los tiempos, ahí tenemos todos los cantares épicos de la mayoría de los pueblos. Lo raro es que una guerra no tuviera sus poetas y sus poemas.
Es más, quizás nos podemos hacer la pregunta: ¿podría existir la guerra si no pudiera darse algún tipo de enaltecimiento, en forma oral, poética, en canciones, o poesía oral?
En la naturaleza no hay lo que se llama guerras; puede haber conflictos, escaramuzas, encontronazos, pero el componente indispensable, creo yo, para que funcione la guerra, es la glorificación de hechos heroicos etc... y eso lo da la poesía.
La poesía no es tan santa.
Es muy atinado tu comentario, Manuel, gracias. Eso es válido para la poesía épica, pero los poetas que eligieron el silencio no eran épicos, sino más bien líricos, si es que puede usarse este término. Lo que es verdad es que al fin y al cabo todos son poetas, los que hablan y los que callan.
Un saludo.
Ah, Mery, y leer poesía, eso siempre. Hasta en el cuarto de baño.
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