martes, 5 de mayo de 2009

Alteridad y soledad


¿Qué sería de nosotros sin los demás, sin nuestros amigos, sin nuestros enemigos, sin todos esos que pasan a nuestro lado y unas veces saludamos y otras no, sin esos hombres y mujeres anónimos que vemos en una pantalla, en la televisión, o a través de una pantalla, en el autobús o en la cafetería? En ellos nos reconocemos, por ellos hacemos lo que hacemos, a ellos consagramos nuestra vida. Por mucho que miremos en nuestro interior es imposible aislarnos, miramos dentro y vemos reflejados otros rostros, otras almas, otro sentir. Somos concebidos en el vientre materno, y allí vivimos, dos corazones en un mismo cuerpo, hasta que salimos al mundo. La soledad es una quimera, una circunstancia del tiempo y del espacio que nos hace creer que estamos solos, pero no es verdad, siempre hay otros, si no no seríamos hombres. El yo y el tú se funden en el nosotros.

Y a pesar de todo, a veces nos sentimos solos, tan solos que buscamos afanosamente a alguien, y tenemos miedo, y nos sentimos desamparados.

A veces, por mucho que te busco no te encuentro, y creo que me he quedado solo en el universo.

Quise buscarte
por detrás del espejo,
pero no estabas.

15 comentarios:

Javier Sánchez Menéndez dijo...

La soledad es nuestra gran enemiga, pero tú, José Miguel nunca estás solo. Todo lo contrario.

Bello post y mejor haiku.

Un abrazo.

Liliana G. dijo...

Has dado en la tecla José Miguel nos "sentimos" solos, no lo estamos. Y buscamos afanosamente a alguien sin darnos cuenta de que lo tenemos al lado...

Claro que no estaba detrás del espejo, justamente estaba en el mismo reflejo, en el tuyo.

Estupendo José Miguel, me ha gustado.
Cariños.

Olga Bernad dijo...

Es verdad, yo siempre he dicho que la mirada de los demás nos sitúa en el mundo. Por eso los buscamos, nos exponemos -por ejemplo- escribiendo. Lo malo es que eso también te hace mostrarte demasiado y te pone a merced de los demás.
En fin, a pesar de todo, creo buscar a los otros es natural y es, en el fondo, la auténtica aventura de la vida, una de las formas de encontrarse a uno mismo.
Muy bonita entrada.
Un abrazo.

Juan Antonio González Romano dijo...

El problema de la soledad es, ante todo, la consciencia de que los demás están ahí y tú, pese a todo, estás solo.
Entre el gentío
por la calle camina
la soledad

Mery dijo...

A riesgo de resultar pedante, siempre acabo citando a Ortega porque miremos donde miremos, siempre somos nosotros y nuestras circunstancias.

Te sienta muy bien ponerte estupendo, J.M.; conmueves tanto en la prosa como en el verso.
Un beso

José Miguel Ridao dijo...

Javier, primero escribí el haiku, que me salió de muy dentro, y en torno a él hice la entrada. Por eso me alegra que fuera lo que más te gustó.

Eso es, Liliana, no hay que mirar detrás del espejo, los otros están ahí mismo. Quiero agradecerte todos los comentarios que me haces, tus visitas son un placer para mí.

Es verdad que nos exponemos, Olga, pero yo al menos no me siento a merced de otros, más bien me siento orgulloso de compartir mis sentimientos. Seguramente es porque no me vuelco del todo, o porque no todo lo que escribo lo siento.

Bonito haiku, Juan Antonio, y muy útil en una bulla de Semana Santa, aunque me temo que los occidentales no tenemos tanta capacidad de aislamiento mental...

Muy pertinente la cita de Ortega, Mery, y te agradezco tus palabras, si logro conmover a alguien con mi escritura es que voy bien encaminado.

Un abrazo a todos.

Anónimo dijo...

No nos engañemos, amigo Ridao: el sino del hombre es la soledad. No es menos cierto que, a veces, nos lo samos muy bien engañándonos en compañía de otras... Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

A mí me dan una pena terrible estos ancianos que a poco que les sonrías te cuentan tu vida porque viven solos y necesitan que alguien los escuche.

Julio dijo...

Hermoso haiku. El tema de la soledad es de mis favoritos.
Permíteme una recomendación: busca siempre delante del espejo, allí está la auténtica realidad...

Marisa Peña dijo...

Te aplaudo, querido amigo... Buscamos a otros porque, aunque estamos condenados a la soledad, no queremos resignarnos. Buscamos porque sabemos que un abrazo, una caricia, una sonrisa, una palabra de ánimo, conjuran la soledad, al menos por un instante...Un instante que vale por todas las eternidades. Un abrazo.

Alejandro Muñoz dijo...

Julio hizo una entrada sobre la soledad. Me dijo que, si es buscada, puede ser maravillosa.
Algunos ancianos, como dice Jesús, se sienten abandonados por sus hijos que no les visitan. Acabar los días en un asilo o en casa en compañía de un asistente es algo muy digno, pero, si la persona dice estar sola puede ser porque sus hijos han olvidado los primeros años de su vida, cuando sus padres lo dieron todo por ellos.
Por mucha compañía que les procuren, nuncan encontrarán consuelo.

José Miguel Ridao dijo...

Es verdad que es un sino, Octavio, pero mientras podamos evitarlo... y si es sin engañarnos mejor, que creo que también se puede.

A mí me gusta oír a esos ancianos, Jesús, tienen tantas cosas interesantes que contar...

Pues sí, Julio, mejor delante. Detrás sólo hay telarañas...

Gracias, Marisa, yo creo que tantos instantes de búsqueda van borrando soledades y al final hacen que el estado natural sea la compañía. La cosa es buscar y encontrar, y no dar demasiadas vueltas al asunto.

Yo por esos tengo tantos niños, Álex, ¿por qué si no?
Enhorabuena por tu recién estrenado cuaderno, promete mucho.

Un abrazo acompañado

AMPARO dijo...

No sabes como te entiendo!!!

Mi vida es una lucha contínua contra la soledad...

Y si nada cambia...

AMPARO dijo...

No sabes como te entiendo!

La vida es una lucha contínua...por la felicidad...por el amor...por el placer...

José Miguel Ridao dijo...

Yo creo que esa lucha es buena, Estels. Cuando se lucha nunca se está solo.