Esta fue la frase que me espetó el primer día de clase uno de mis alumnos del Aula de Mayores, iniciativa de la Universidad Pablo de Olavide dirigida a personas mayores que tienen una enorme motivación por aprender. La mayoría de ellos no tuvieron oportunidad en su día de acudir a la Universidad en la época de la posguerra, por motivos obvios, y ahora ven esta iniciativa como una forma de "sacarse esa espinita". Yo les doy clases de Economía, y son dignos de ver los debates que se forman en clase sobre temas que les interesan muchísimo, como la crisis, el papel de los bancos (podéis imaginaros la opinión que tienen de ellos), los mecanismos de fijación de precios y la inflación (nadie se cree que los precios estén bajando) y muchas cosas más. Yo intento ser lo más objetivo posible y les doy nociones básicas que ellos agradecen. Mi idea no es que adquieran un conocimiento profundo de la ciencia económica, sino que sean capaces de formarse una opinión con argumentos sobre los acontecimientos y las actuaciones que ven y leen en los periódicos, lo cual ya es bastante. Estimo que una mínima formación en materia económica es imprescindible en todo ciudadano precisamente para ejercer con garantías muchos de sus derechos, entre ellos el derecho al voto.
Pero a lo que iba, la frase de marras me llamó poderosamente la atención por dos motivos: primero, porque tiene el sabor de lo antiguo; en esas clases probablemente aprendo yo más de mis alumnos que ellos de mí, por sus vivencias y la experiencia propia de su edad. El segundo motivo es su educación, su motivación, su interés y su saber estar, que hace que las dos horas que dura cada clase se aprovechen hasta el último minuto (ni siquiera quieren hacer un descanso). El contraste con mis otros alumnos de universidad y de bachillerato es tan grande que da pena.
El profundo sosiego de las cosas
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En días de tribulación cuánto consuela la lectura de Séneca, el filósofo de
la serenidad, el autor, precisamente, de las "Consolaciones".
El primer auto...
Hace 4 horas
17 comentarios:
Debe ser una gozada dar clase a gente ansiosa por aprender y esforzarse, máxime cuando seguramente muchos de ellos ni siquiera lo necesitan por tener su vida ya resuelta. Hoy, con tu permiso, mi aplauso va para ellos.
Bueno, venga, otro para ti, que me ha gustado tu entrada.
Un abrazo
P.S.:Yo estudié la segunda carrera, la de económicas, por la UNED (por entonces nos examinábamos en las instalaciones de la antigua Universidad Laboral, la actual Pablo de Olavide) porque el trabajo me impedía otras opciones. Recuerdo a mucha gente mayor en los exámenes y yo los observaba con verdadera admiración. ¡Ea, otro aplauso para ellos!
Huelgan los comentarios, José Miguel, no podemos comparar la sabiduría innata de una persona mayor, donde la madurez ya le ha enseñado varias lecciones (aunque nos sean de cátedra) con la insolencia y despreocupación de muchos alumnos jóvenes, que más les interesa "zafar" la materia que aprenderla.
Me imagino que debe ser apasionante y enriquecedor estar al frente de una clase de adultos.
Cada tanto, algún veterano, me pregunta cuál es mi gracia... a mí también me llama la atención, gratamente, claro :)
Besotes
P.S.: Con casi 40 ºC, mis neuronas han hecho un parate, por lo que me resulta imposible sentarme en la computadora para comentar todos los días, pufff :(
Dar clases a gente motivada es el ideal para cualquier profesor. A tenor de lo que cuentas, es una experiencia envidiable. Queda esa lástima del contraste con la desgana de muchos jóvenes, que luego se lamentarán, claro, pero luego está muy lejos.
Un abrazo, y sumo mis aplausos a los de Tato.
Interesantes estos andurriales. Palabra que me ha traído hasta aquí.
Se la he oído muchas veces a mi padre.
Un saludo.
Si tengo ganas de dejar de trabajar es para emprender estudios universitarios, quiero hacer Derecho.
Por cierto, ¿sabes lo que te preguntaba tu alumno? Hay muchas personas, incluso mayores, que no lo saben. En previsión de la respuesta no, y ya que ni tú ni los anteriores comentaristas lo habéis hecho lo que te estaba preguntando es por tu nombre.
Saludos
Entrañable alumnos José Miguel.
Supongo que los Reyes te habrán dejado algún pañito de croché en sus casas.
Ya nos dirás cuando vuelvas a verlos.
Si es que consigues salir de Alájar.
Alumnos motivados... ¿Dónde, dónde?
¡Ah! Que son en Aula de Adultos... Ya decía yo que era rarito el fenómeno.
Es posible que los mismos jóvenes que ahora vienen a clase por venir, acaben dentro de cuarenta años arrepentidos de haber perdido su oportunidad... Pero el caso es que por más que se lo repitan, con diecisiete años, no se dan cuenta de nada. Será exceso de hormonas.
Muy de acuerdo con lo que dices sobre la necesaria información económica para hacerse un criterio cabal sobre la realidad. Menos ideología -que ya sabemos que no vive de la experiencia, sino que siempre la interpreta a su favor-, y más economía. Recuerdo que J-F Revel decía que el liberalismo no era ideología, sino praxis. Me alegré mucho cuando entendí lo que era la deflación (como la que vivimos ahora). ¡Quizás sé ya más economía que ZP! Un abrazo.
La frustración (bajo especie de espina o puñalada trapera) puede ser un gran acicate para la superación. Es normal desear algo con fuerza si la vida te lo ha negado (mayores); es normal no valorar en su justa medida lo que la vida te regala (jóvenes). Un saludo, José Miguel.
El abrazo y el mérito es para ellos sin duda, Tato.
Te compadezco, Liliana. ¡40º! Prefiero sin duda los 0º que tenemos aquí. Dedsde luego, la madurez es un valor importantísimo, y también infravalorado. Tengo prevista una entrada sobre ello.
Muchas gracias, Juan Antonio. Desde luego, no tiene nada que ver con dar clase a los chavales.
Bienvenido, Izara. Es una palabra que siempre me ha gustado, por eso la elegí para el nombre de mi blog.
Lo que comentas dice mucho y bien de ti, Rafael. Yo sabía el significado de la pregunta por haberlo leído en alguna novela costumbrista, pero nunca me lo habían preguntado directamente. Le tuve que decir que lo repitiera.
Álex, volví de Alájar ayer por la tarde, me cago en to, y me he perdido la nevada. Los mayores son cariñosísimos, el año pasado me regalaron un peazo de cartera de piel.
Yo no sé si es exceso de hormonas o defecto de neuronas, Alegre opinador, pero la cosa no tiene remedio.
Tocayo, por lo que dices sabes mucho más de Economía que ZP, aunque claro, seguro que echaste más de dos tardes... Lo de "menos ideología y más economía" lo suscribo ya.
Hola, Luis. Has dado en el clavo, y lo has expresado con una concisión encomiable. Gracias.
Abrazos para todos.
Esa frase tiene sabor a respeto, responsabilidad, aprecio, reconocimiento, buena educación...
Todas esas cosas que se aprendía antaño en casa y en la escuela.
Cómo me gustaría asistir a esas clases yo misma, Ridao.
Disfrútalos mucho, que ya lo haces.
Un beso
La diferencia entre unos y otros debe ser descomunal, sobretodo si hablamos de ganas y motivación. Y supongo que para ti estará siendo enriquecedor... me alegra ver que hay gente tanto en tu lado como en el de tus alumnos.
Besos
Cita
La desgracia de estos tiempos que corren es que ya no tenemos gracias, ni se dan, ni ... cosas de la educación.
Está claro que tus alumnos buscan conocimientos, porque educación a tienen toda.
Y por cierto, el nombrecito del aula... Nunca me ha gustado, me recuerda a cuando alguien le dice abuelo a una persona por ser anciana, pued no, no es su abuelo.
Qué bonito eso de su gracia... y qué suerte tener alumnos así de vez en cuando. Y el vocabulario que tiene la gente mayor ¡qué envidia!. Qué importante la economía y lo que llaman "alfabetización financiera" fuera, si no, los bancos nos engañan como a chinos (y lo que no son bancos también). Un abrazo.
Sobre todo en casa, Mery. Creo que el problema gordo está en la familia, que es la base de todo.
Gracias, Cita. Es verdad que enriquece mucho.
El nombre no lo he puesto yo, Capitán. Es verdad que se las trae. En otros sitios la llaman Aula de la experiencia.
Eso les digo yo, Aurora, que como no sepan lo básico de finanzas se los comen por sopas, y ellos lo reconocen. El problema es que los alumnos que salen ahora tampoco tienen esa alfabetización financiera, porque la Economía que se da es escasísima y no a todos. Aunque, bien pensado, habría que empezar por la alfabetización clásica...
Un abrazo alfabético.
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