viernes, 8 de enero de 2010

El milagro gugueliano

Es sabido que uno de los grandes avances que ha traído Internet consiste en el fácil acceso a información que antes costaba Dios y ayuda encontrar. Al hablar de estas cosas yo me suelo referir a Mr. Google, sin ánimo de hacer publicidad al famoso y monopolista buscador, cosa que por otra parte tampoco le hace falta. El caso es que hoy en día los diccionarios y enciclopedias han caído en desuso, y sirven poco más que como elegante objeto de decoración, que habla de las pasadas inquietudes culturales de su poseedor. En concreto, este invento resulta especialmente útil para los escritores, que cuando quieren documentarse sobre algo lo tienen al alcance de un clic. Es bien cierto que hay que tener cuidado con la validez de la información que se maneja, pero esto suele ser fácil de contrastar, y además existen fuentes muy fiables. Sin ir más lejos, a la hora de hacer una entrada "ilustrada" en un blog, pongamos por caso sobre mitología, en un momento somos capaces de poner en pie el árbol genealógico de todos los dioses de la antigua Grecia, lo que da un juego enorme.

Todo lo anterior no es más que un preámbulo a la reflexión que quiero traer hoy: cualquier persona mínimamente inquieta puede pasar poco menos que por un erudito en las más diversas materias; incluso puede mantener correspondencia por correo electrónico sobre asuntos que antes desconocía, manteniéndose actualizado y documentado en tiempo récord. A esto se puede objetar que sin una base previa de conocimientos no se puede “dar el pego”, pero sucede que muchas personas sí la tienen, y además hay gente con una gran facilidad para asimilar información nueva. En resumen, gracias a Mr. Google se han derribado muchos muros, los eruditos han visto invadido su terreno y legiones de arribistas opinan y pontifican sobre los más diversos campos del saber. Y que conste que uso la palabra “arribista” sin matices peyorativos; muchos de ellos son recién llegados con inquietudes legítimas, pero los viejos del lugar, como suele pasar, ven con malos ojos a los forasteros. Es lo que tienen los milagros de la nueva era gugueliana.

P.S. Palabrita del niño Jesús que no he recurrido a Mr. Google para escribir esta entrada.

10 comentarios:

Mery dijo...

Es verdad, J.M. ahora tenemos al alcance de la mano toda la información del mundo y, por eso mismo, sabemos muy poco de todo.
Hace muy poco ví un artículo sobre la mujer que dirige los destinos de Google, la que busca y sondea en el universo internauta para actualizarlo y conformarlo. Una mujer bastante joven, por cierto.

Un beso

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Yo tenía hace años ciertas prevenciones al google, hasta que un día el director de mi tesis me dijo: "busca esa palabra en google", y se me cambiaron los esquemas. De todos modos, hay que tener en cuenta que esa información es caótica, como le hice observar a un señor muy peripuesto de Barcelona (parecía un diputado de ERC)que vino un día a mi IES para decirnos que no debíamos enseñarles tantas cosas a los niños, ya que la información estaba en internet. Evidentemente, debe poseerse un dominio del pensamiento lógico para discriminar y seleccionar esa información, y esa capacidad lógica ha de basarse en el dominio previo del propio idioma, lo que vienen escamoteándoles a los alumnos hace dos décadas estos lumbreras. El buen señor se quedo un poco en blanco, y lamentó no haber podido traer un power point para ilustrar sus posturas, así como no poder hablar conmigo de un modo más "distendido" para conocer mis "posturas ideológicas". Cosas de la pedagogía camboyana. Un abrazo.

América dijo...

Como te comentaba en otra ocasión nuevos tiempos,alternativas donde el sentido común y el buen uso abre muchas puertas.

Un fuerte abrazo.

José Miguel Ridao dijo...

Mery, yo creo que eso depende: si se utiliza bien sabemos mucho de todo. Lo malo es que no se sabe usar, y en muchos casos falta la base.

José Miguel, creo que has puesto el dedo en la llaga: hay que dominar el pensamiento lógico para sacar partido a Internet, y si no se tiene el exceso de información es incluso contraproducente.

Rafael, tu comentario está en la línea del de mi tocayo. Insisto en que la herramienta es utilísima.

Eso es, América, se abren nuevas puertas, con vistas maravillosas y otras veces con un abismo negro detrás.

Abrazos.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

¡Ojalá fuera cierto lo que dice Umberto Eco! -a menos que hable de tesis muy mediocres-. Desgraciadamente, manuscritos e incunables están concentrados en las grandes bibliotecas nacionales, y tienes que ir allí a la fuerza, y echarle varios días de quemarte las pestañas (hay pocas obras de este tipo digitalizadas -en internet sólo se encuentra lo que alguien se ha tomado el trabajo de colgar, y se agradece mucho cuando se encuentra-), y para consultar muchos libros y revistas especializadas extranjeras debes tener la suerte de contar con el préstamo interbibliotecario universitario. La labor de documentación de una buena tesis es ardua, pero una vez lograda, como bien señala Rafael, es imprescindible saber buscar, y seleccionar lo oportuno. Y en esa labor de síntesis radica el éxito del trabajo. Un fuerte abrazo.

Olga Bernad dijo...

Nos da un conocimiento rápido y superficial, pero la facilidad para acceder a datos concretos no es desdeñable. Sin embargo, el conocimiento es otra cosa, creo yo, esa maduración incluso de la búsqueda y también el proceso interior para acertar en la selección desaparece. El resultado se olvida tan rápido como se obtiene. Y luego está la cuestión de la fiabilidad de los datos... uf, es un mar proceloso. Como han apuntado otros, la capacidad para diferenciar unas cosas de otras es ya la auténtica sabiduría, y eso no se encuentra con un simple golpe de ratón.
Es un mundo complejo y apasionante pero también un cuchillo sin mango, que puede herir la mano del que lo usa.
Abrazos, Ridao.

Cita Franco dijo...

Y te creo, se nota que es de tu cosecha, Ridao.
Y no has notado que dependiendo de lo que buscas cada vez salen también mas chorradas?? Siempre lo encuentras, cierto, pero a veces entre basurilla. Al menos yo me vengo dando cuenta hace tiempo.

Besiños

Cita

José Miguel Ridao dijo...

Yo también creo que Umberto Eco patinó con esa frase, tocayo.

Olga: es verdad que el conocimiento se basa sobre todo en ese proceso interior que dices, pero una vez que se posee, gracias a Internet se avanza muchísimo más rápido. Sólo hace falta saber usar bien el cuchillo, que en cualquir caso tampoco veo que corte demasiado.

Sí que es verdad, Cita, pero lo suyo es perder poco tiempo con la basurilla. En eso ayuda mucho la experiencia.

Abrazos.

maile dijo...

Hace poco menos de treinta años me hice con el Larousse. Lo coleccioné por fascículos y me parecía que poseía el mejor diccionrio del mundo y, cuando no conocía una palabra allá que me iba a buscarla. Pero esta me llevab a una historia, y esta a un personaje... y así hasta que me veía con doce tochos encima de la mesa.
Hoy con señor google la cosa es peor porque la comodidad me hace que termine leyendo algo que nada tenía que ver con la palabra en cuestión, pero en el camino he disfrutado con infinidad de cosas, he viajado, le leido cosas muy interesantes, sabido de gente... vamos que, después de cribar, he aprendido algo.
Como dice la señora Olga más arriba, la capacidad para diferenciar la paja de lo autentico no se encuentra con un golpe de ratón, pero tampoco en los libros. Esa capacidad, supongo, la vas adquiriendo con el tiempo de uno y de otros.
Aún así, nada como el olor a papel y a tinta

Saludos señor Ridao.

José Miguel Ridao dijo...

Hola, Maile. Seguro que te dan una pasta por el Larousse si lo vendes al peso. Es verdad que huele mejor la tinta, pero es más cómodo el byte. Un abrazo, y gracias.