miércoles, 6 de enero de 2010

¡Les pillé!

Ayer por la noche hice algo prohibido, que siempre temí desde mi infancia: cuando nos acostamos todos en casa después de volver de la cabalgata de Linares de la Sierra, dejando los zapatitos de siete niños en el salón, me levanté de la cama silenciosamente y, cámara en ristre, me aposté escondido detrás de una columna esperando la visita de Sus Majestades. La foto que obtuve es un documento gráfico impresionante.


¡Los pillé descolgándose por la escalera, los muy tunantes! Siempre me he preguntado cómo demonios entraban en casa, y no sé por qué pensaba que lo hacían por la puerta principal, dejando los camellos abrevando en el umbral. Resulta que no es así, se las arreglan para colarse por el tejado, seguramente por la claraboya (sin premio). Se descuelgan utilizando una escala, dejan los regalos y vuelven a subir, recogiendo la escala y desapareciendo sin que se note nada. Seguramente le pegan un cambiazo a Papá Noel de los camellos por sus renos voladores, al menos por esa noche; aunque el gordopilo se diera cuenta son tres contra uno.

Yo estuve todo el tiempo conteniendo la respiración, con la espalda pegada a la pared, hasta que dejé de oír ruidos. Entonces me asomé al salón a ver el trabajo que habían hecho, y vi esto.


¡Qué eficiencia! En poco más de diez minutos habían dejado el salón de esta guisa. Ojalá tomara ejemplo más de un trabajador que suelo ver por esas zanjas de dios. Y ni os cuento los gritos que han dado esta mañana mis cuatro hijos y tres sobrinos ante tal panorama. Si tuviera que definir la ilusión, diría que es la cara de los niños mientras esperaban arriba a que yo les dejara bajar por la escalera.

14 comentarios:

Paloma Corrales dijo...

Entrañable tu entrada de hoy, sólo te faltó el documento gráfico de la ilusión.

Un besazo.

Cita Franco dijo...

Siempre me gustan tus entradas, para que negarlo, pero esta es la mejor de las que yo he leido, no tanto por el contenido (que también) sino por el sentimiento y la belleza.

Besos

Cita

maite mangas dijo...

Yo tenía sospechas de que operaban de este modo y tu documento gráfico respalda mi teoría.
Los gritos de alegría que dan los crios esa mañana, los nervios antes de entrar al salón...¡qué momentos...!
Un abrazo

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Alguna vez alguien tenía que pillarlos. Mereces un Pulitzer. y ¡que vivan los Reyes Magos!

bambu222 dijo...

¡Que suerte !pocos han tenido el privilegio de ver a sus majestades,dicen que solamente los ven los que creen en ellos.Una vez de pequeña,estoy segura que los ví pero me dió tanto miedo que volví a esconder la cabeza debajo de la colcha deseando que se hiciera de día.Abrazo.

JESUS FIDELIS dijo...

Jajaja, Jose Miguel, ¡qué bueno!¡qué momentos!
¡Qué Reyes!

América dijo...

Son momentos que nos recuerdan el valor de la ilusión y el niño que todos llevamos dentro,preciosa entrada entrañable y con el dulce sabor de las cosas que por siempre perduran.

Feliz día de Reyes.

Alejandro Muñoz dijo...

No me los imaginaba tan bajitos, José Miguel.
Viendo desde dónde hiciste la foto en tu casa de Alájar, no te quedó más remedio que esconderte en la chimenea. Menos mal que el gordopilo sólo trabaja el 25. Habrías muerto aplastado y nosotros ignorando tu descubrimiento.

Alonso CM dijo...

Magnífico trabajo, propio de un reportero que espera la noticia. Me imagino los problemas que debiste tener sujentando a la tropa menuda. Esos momentos valen su peso en oro, toneladas, diría yo.

Un abrazo

P.D: Con lo del gordopilo me ha descojonado.

José Miguel Ridao dijo...

Es verdad, Paloma. Estábamos tan nerviosos que olvidé hacer la foto.

Muchas gracias por tus palabras, Cita. De verdad.

¡Qué momentos, Maite! De los mejores del año.

No me voy a pesentar al Pulitzer, José Miguel. Mejor que no se enteren SSMM, que me traen carbón el año que viene.

Seguro que los viste, bambu. Si crees en algo es que existe.

Eso digo yo, Jesús, ¡qué Reyes! Serán tunantillos...

Muchas gracias, América. Esta entrada la escribí a través de mis hijos.

No estaba en la chimenea, Álex, que no me fio yo del gordopilo. Seguro que estaba merodeando para copiar a nuestros magos.

No sé cómo pude contenerlos, Miradme. Eso es peor que el salto de la valla almonteña, cada año más temprano.

Un abrazo para todos, y gracias por acompañarme en una jornada tan emotiva.

Liliana G. dijo...

¡Qué hermosoooooo! Me has echo acordar de mi niñez en día de Reyes... Nunca pesqué a mi padre poniendo los regalos en los zapatitos ni tampoco vaciando los cuencos con agua y pasto recién arrancado que dejábamos para los camellos... El mismo ritual se repitió con mis niños, que además se despertaban a media noche para "revisar" si ya habían pasado los Reyes con sus regalos. Por la mañana, los gritos eran los mismos de todos los niños, de todos los países y de todas las épocas...
¡Cuánta ilusión!

Un besazo.

Mery dijo...

Casi me dan ganas de gritar a mí misma. Ese salón colmado de regalos es el sueño eterno...
Qué bonitos son estos días.
Un beso

José Miguel Ridao dijo...

Los más bonitos del año, Mery.

José Miguel Ridao dijo...

¡¡Qué imperdonable despiste, Liliana. No te he contestado!! Mil disculpas.

No sabía que en Argentina era igual que aquí. Lo del pasto para los camellos es realmente conmovedor. Este año mis hijos vieron a los Reyes montados en burros.

Un gran abrazo.