Dedicado a la familia de Marta del Castillo.
Cerrar podrá sus ojos la primera
tunda que se llevare cualquier día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lastimera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
revivirá mi niña en su porfía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma que alguna vez humana ha sido,
hombre a quien todo un dios la vida ha dado,
bestia inmunda, cabrón y mal nacido,
su cuerpo sufrirá, mas no hay cuidado;
será paliza, mas tendrá sentido;
palos serán, mas palos muy bien dados.
Estoy seguro de que Quevedo aprobaría mis cambios; en el Siglo de Oro no se andaban con contemplaciones.
Becqueriana
-
Perdóname, Bécquer,
Gustavo, mi amigo,
si cambio tus versos,
por hacerlos míos.
Hay veces que alma
vaga en el vacío
y no halla consuelo
a tanto suplicio.
...
Hace 2 horas
8 comentarios:
Por supuesto que los aprobaría, y sería el primero en recetar de esos palos con sus propias manos. Un abrazo, amigo.
Desde luego, las contemplaciones las tenemos nosotros. Y luego resulta que nos las tenemos que tragar. Así nos va: atragantados por la vida.
Abrazos.
El primer terceto está muy conseguido.
Yo no estoy a favor de la violencia, de responder de esa forma, pero si eso le hubiera ocurrido a alguien de mi familia me hubiera ido a por él.
Lo que sucede es que cuando respondes con violencia la vida perdida ya no se recupera, ni se elimina el dolor, y encima bajas al nivel del asesino.
Tampoco me gustan las aglomeraciones de gente pidiendo el linchamiento, es muy salvaje y me da por pensar que no hemos avanzado mucho desde las ejecuciones públicas que se hacían en las plazas en siglos anteriores.
No disculpo al asesino, pero no acepto la imagen que se quiere dar de malvado. Creo que fue bruto con ella y la asesinó sin quererlo y que después, por miedo, ocultó el cadáver. Debe ser castigado por nuestras leyes o por otras mejoradas, pero por la justicia de todos.
Besos
Juan Antonio y Juanma, lo dicho.
Parsimonia, en realidad estoy bastante de acuerdo con lo que dices. Esto lo he escrito con las tripas, pero sobre todo con la cabeza; si me hubiera pasado a mí no tendría fuerzas para jugar con un soneto. No quiero una vuelta a la barbarie, pero digamos que no me importaría demasiado que quitaran de enmedio a este asesino y, ojo, a otros mucho más crueles pero con menos repercusión mediática. Es un mal menor, el 99% no se reinsertarán en la cárcel, estarán fuera en cuatro años, y hay muchas papeletas de que vuelvan a matar. ¿No es mejor proteger a los inocentes? Ya dije en una entrada anterior que para mí a veces el fin justifica los medios, pero lo malo es saber cuándo. En estos casos creo saberlo. Me quedo, antes que con este Estado de Derecho pusilánime, paraíso y criadero de delincuentes y asesinos, con otro mucho más expeditivo, aún con sus fallos. No pido barbarie, sino más contundencia; infinitamente más.
Muchas gracias por vuestros comentarios.
Estoy muy de acuerdo contigo, las leyes son insuficientes.
No sé el grado de rehabilitación que puede conseguirse (que no en todos los casos es posible) y las penas que se imponen son blandas y nunca se cumplen en su totalidad.
Además la cárcel ofrece un tipo de vida mejor que el de la calle en muchas ocasiones. No digo que haya que meter a los delincuentes en antros sucios, pero podrían colaborar para asfaltar calles, por ejemplo.
Besos
Yo estoy en desacuerdo (lo siento) con Parsimonia. Asesinar sin querer... Está claro que cuando se golpea con un objeto contundente se quiere hacer daño. Un comportamiento como ese necesita un castigo ejemplar. La muerte no puede salir tan barata en España.
Y creo que, en efecto, Quevedo estaría contento con tu versión.
Es que es verdad, matar es muy barato en España.
A falta de mayor firmeza, esto será lo que tengamos siempre.
José Miguel, pese a la dureza del tema, hay que decirte que eres un maestro con los retoques.
Un abrazo
Estoy con Octavio y con Mery, matar es demasiado barato en España, y robar, y contaminar, y tantas otras cosas. El gobierno está haciendo méritos para atraer a nuestro país un gran capital humano, lo mejor de cada casa. ¡Qué paraíso!
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