Ante los últimos acontecimientos truculentos no queda más que un vencedor: la muerte. La muerte es algo a lo que en nuestra cultura damos la espalda, como si no existiera, y sólo nos enfrentamos a ella cuando los focos de la actualidad la iluminan, creando polémica (Eluana) o suscitando la más absoluta indignación (Marta). Demasiado se ha hablado sobre estos dos casos, sin que por desgracia se pueda cambiar el resultado. Al menos sirve de desahogo, de reflexión necesaria para diagnosticar el mal, aunque me temo que los malvados no estarían dispuestos a tomar la medicina prescrita, hay muchos que piensan que más que medicina hay que darles leña. Y es que las medicinas judiciales de nuestro Estado de Derecho son más bien agua de borrajas, ya podrían ser aceite de ricino, que no cura pero hace pasar un mal trago.
Pero me estoy desviando de lo que hoy quiero contar. ¿Os habéis fijado en la cantidad de horas que acaparan estos sucesos en noticiarios, las páginas en prensa, los comentarios en blogs como éste, las conversaciones en bares, en el trabajo... Hay interés, hay necesidad de informarse, hay necesidad de desahogarse y, lo que es peor, hay mucho morbo. La Economía es la ciencia que trata de la satisfacción de las necesidades humanas. Ante una curiosidad tan palpable, siempre habrá alguien dispuesto a satisfacerla a cambio de una compensación.
En definitiva, se ha creado un mercado, pero es el mercado de la muerte, que vende más que el de la vida. Es lo que hay.
6 comentarios:
Y en ese mercado, siempre de oferta, se vende ignorancia por kilos, a ojos de malvados cuberos.
Un abrazo.
Alguna cadena de TV ofrecerá dinero al asesino de Marta, en su día, por contar su experiencia. Al tiempo.
Lo malo, Juanma, es que también hay demanda.
Al tiempo, Octavio. Estoy contigo.
Un abrazo.
Tu comentario coincide con mi artículo de hoy en Diario de Cádiz. Lo colgaré en el blog el fin de semana, como suelo hacer, pero aquí te paso el enlace, por si quieres echarle un vistazo.
Impresionante artículo.Te felicito por tu reflexión. El respeto hacia el sufrimiento ajeno se ha sustituido por el morbo y cierta especie de catarsis colectiva.Un abrazo
Me temo que no somos los únicos que estamos cavilando sobre estos asuntos, José Manuel. Interesante artículo, aunque yo sí reprocho a los intermediarios. Ya que no hay mucha conmiseración entre el personal, podrían contribuir a fomentarla en lugar de a destruirla.
Gracias, Marisa, aunque me temo que estas reflexiones no sirven de mucho. Los que las leen ya están convencidos, y al resto cada vez le cuesta más leer; prefieren ver noticias morbosas en la tele.
Un abrazo.
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