El pasado mes de noviembre nombraron director de RTVE a un señor de 81 años, y pronto llovieron críticas por todos lados, mofándose en algunos casos y dudando de su capacidad de gestión. Entre otros muchos argumentos, leí que lo más probable es que durara poco y que a su edad ya no estaba para tomar muchas decisiones.
Podemos dejar al margen que nuestro hombre ingresó con 25 años en el cuerpo de Abogados del Estado, fue secretario general de RENFE, consejero director general del Banco Hispano Americano, ministro de Industria y Energía y ministro de Sanidad con Suárez, ministro de Defensa con Calvo Sotelo y, por si fuera poco, un escritor que fue amigo personal de Gil de Biedma y que en 1997 obtuvo el X Premio Comillas de Biografía, Autobiografía y Memorias por su obra «Contra el olvido». Digo que podemos dejar esto al margen porque lo que importa no son sus méritos personales, sino el hecho de que se le critique por su edad. A quien dice que durará poco le diré que menos duran los ineptos que ponen en esos cargos; quien piensa que a los 80 años no se tiene capacidad para tomar decisiones no tiene más que ver a muchos dueños de empresas al pie del cañón hasta que el cuerpo les aguanta; infravalora una de las cualidades más importantes que atesora cualquier gestor: la experiencia.
Quien desprecia a sus mayores demuestra que es un desagradecido, un cretino, un pobre hombre, un producto de esta sociedad corrompida que ha perdido el respeto, un envidioso que no le llega a las suelas del zapato no a esta persona de quien hablo hoy, sino a cualquier anciano con un mínimo de honestidad y sabiduría.
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Hace 1 día
15 comentarios:
Suscribo tu escrito de pe a pa, pero no te acostumbres, eh.
Consultar un consejo de ancianos no nos vendría mal en estos tiempos.
Un abrazo.
Monsieur RIDAO:
¿Esta entrada te la ha soplado también tu suegra...?
(¡Qué piiiiiiiiii soy!)-
Es broma, acho.
El desprecio por la edad y el megaenchochamiento por la juventud, divino tesoro, es apabullante. Que se lo digan a los trabajadores en paro con 40 tacos...
Salu2.
Pero es que no es a los 80, es que más allá de los 40 ponen pegas en muchas empresas. El otro día oí a dos chicas hablar en el metro "es que quieren contratar a una telefonista de ... 30 años, ¡fíjate qué mayor!". Y todo se pega, además. "¿A esta edad te pones a escribir?" "¿Y vas a aprender un idioma nuevo con tantos años?" "¿Te atreves a cambiar de ciudad... a tu edad?" Este país es de carril fijo y no te muevas, en todos los sentidos. Y la edad, que antes venerábamos -en los pueblos o en algunas familias por lo menos- ahora es vista por encima del hombro, pero no a los 80, desde los 30 y algo ¡la gente se va quejando de que "ya" es vieja! ¡cuánto pelma, el y ella, con los 40 y los 50, al cumplir años! Si los propios se ven así... ¿cómo no nos van a ver los extraños?
Nunca mejor dicho, digo escrito.
Se puede decir más alto pero no más claro.
Totalmente de acuerdo. Aunque no conviene decirlo demasiado alto, no sea que nos alejen más la edad de jubilación. Yo, por mi parte, creo que empezaré pronto a hacerme el achacoso, a ver si me mandan a mi casa.
Me parece que fue Ramón y Cajal quien dijo que las arrugas que debían preocuparnos no eran las del rostro, sino las del cerebro y desgraciadamente vivimos en una sociedad que podría ser denominada como "cerebros de pasas".
Brindo por la sabiduría de las canas y la experiencia... ¡¡sí señor!!
Besos.
Fataría más, Fernando, aquí sólo se admiten comentarios que fomenten mi autocomplacencia y halaguen mi vanidad. ¡Until here we can arrive!
Grasia, maestro Jesú.
Un hallazgo lo de enchochamiento, Dyhego. Veo que estás imbuido por el espíritu de mi diccionario andurrialero.
Moy bien expresado, Aurora, en largo para complementar mi corto. Lo suscribo all in all.
Abrazos mega...
Gracias a ti también, Ramón.
No cuela ni de coña, José Manuel, que estás hecho un chaval, aunque no tanto como yo. Mejor que nos vayamos haciendo a la idea de que vamos a durar más trabajando que el tío de la tiza, nunca mejor dicho.
Paloma: no conocía esa frase de Ramón y Cajal, pero es una verdad como un templo. Así nos va...
Un abrazo tiodelatizero.
Desde luego su trayectoria es estupenda, pero sí resulta algo extraño, que no tengan a alguien más apropiado para el puesto.
Es desconcertante que un hombre de 80 años, que se supone que se debió jubilar a los 65 o 70 años,tenga que asumir esa responsabilidad. La verdad es que yo no lo entiendo. Por muy preparado que esté para el puesto, que seguro que lo está. Pero no tiene sentido.
En fin.
Besos
Desde luego, el hombre es un lumbreras, vale. Pero yo creo que con 80 años hay que dedicarse a otras cosas y dejar el camino a gente más joven.
Un abrazo.
Mangeles y Paco: coincidís en que no es el hombre adecuado y debería elegirse a alguien más joven. Ahí está el debate. Yo lo que critico es que se utilice el argumento de la edad para negarle el puesto. Evidentemente es un hándicap físico, pero el factor experiencia juega a su favor. En cualquier caso, para la mediocridad que impera entre los altos cargos que veo en la administración, seguro que éste les supera.
En nuestra sociedad los mayores están injustamente marginados.
Dos abrazos.
Estoy completamente de acuerdo con vos, José Miguel, como no podía ser de otra manera. Creo que este tipo de mofa es producto de la ignorancia y la soberbia propia, es decir, producto de los ineptos de siempre.
Besotes.
Di que sí, Liliana. A ver si cambian las cosas para cuando cumplamos los 80 nosotros, ¿eh?
Un abrazo.
Excelente entrada, José Miguel, y, según parece, con 81 seguiremos dando clases... a nuestros bisnietos.
No sé tú, Álex, pero yo espero jubilarme a los 101 con un permiso de gracia del ministro.
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