La exposición pública de un poema siempre causa pudor e inseguridad. Es como soltar un globo sonda, con la particularidad de que es muy fácil que nos lo pinchen.
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Después de leer a Pessoa queda uno devastado, con la sensación de que ya está todo dicho, y no queda sino releerle una y otra vez.
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La mayoría de los malentendidos se entienden muy bien.
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Es muy conveniente hacer leña del árbol caído, para que no rebrote.
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¡Qué peso tiene la posteridad! Y cuanto más se dice y se piensa que eso no va con nosotros, más nos contamina con su promesa incierta y, sobre todo, vana.
5 comentarios:
Monsieur RIDAO:
A lo mejor al árbol caído le pasa como al olmo de Machado...
A lo mejor el árbol caído sólo sirve para hacer leña (dime donde que cojo mi motosierra y me soluciono el asunto de la chimenea para todo el invierno...).
A lo peor el árbol caído necesita viagra.
A lo mejor es el "Árbol de la ciencia" o el del bien y el mal, o el arbolé, arbolé, seco y verdé...
Salu2 arbóreos
Al fin y al cabo, el árbol caído es biomasa y de ella se puede sacar energía, así que ya sabes.
Un abrazo de parte de la Reina de Saba.
No le des más vueltas, Dyhego, se trata de un cabrón que ha mordido por fin el polvo y hay que machacar para que no se levante. Un poné: Zapatero.
Fernando: dile a la Reina de Saba que no venga, y la obesa tampoco, que he apañao un cambalache con muy poca vergüenza y voy p'allá esta noche.
Abrazos.
De acuerdo en lo del poema-globo sonda, yo siempre temería al pinchazo.
Ahora bien, la posteridad de un poema publicado, o cualquier cosa lanzada al ruedo,no te la quita nadie. Mira, puede que lo pinchen precisamente en esa posteridad, o que lo alaben infinitamente. Van Gogh, por ejemlo.
Eso es verdad, Mery, aunque entonces tenemos que tener un concepto muy generoso de lo que es posteridad.
No puedo evitarlo, siempre estoy tentado de decir "posterioridad".
Besos.
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