jueves, 5 de mayo de 2011

Everyman


Old age isn't a battle; old age is a massacre


He estado leyendo la novela Everyman, de Philip Roth, una reflexión lúcida y desolada sobre los grandes temas que rodean al hombre: la vida en pareja, el deseo, la enfermedad, la soledad y la muerte. La esperanza está ausente por completo del relato, que se ve abocado a la lucha de un hombre contra su destino, perdida de antemano. El personaje habla en primera persona, y va desmenuzando su propia vida entre visita y visita al quirófano para reparar sus coronarias cada vez más dañadas. A su alrededor el paso del tiempo va dictando su implacable sentencia, y sus ex-mujeres, compañeros de trabajo, vecinos y familiares van siendo abatidos sin compasión.

Sospecho que el protagonista bebe mucho de la propia experiencia de Roth, al que se le nota la cultura norteamericana a la que pertenece. El culto al dinero y el hedonismo se cobra su tributo, y se hace difícil mantener una relación afectiva continuada, pues el propio egoísmo se interpone como un obstáculo casi insalvable. Continuamente aparecen en el libro nobles valores, pero simplemente para constatar que no se ha podido seguirlos. La primera mujer abandonada con dos niños pequeños por no querer asumir esa carga; la segunda engañada con una mujer treinta años más joven, y esta última que se reveló una chiquilla incapaz de acompañar a un hombre maduro, y mucho menos soportar la compañía de un enfermo. Una carrera de éxito en el mundo de la publicidad, un retiro idílico en una zona residencial costera, una afición a la pintura largamente postergada y a la que ahora puede dedicarse en cuerpo y alma... pero la soledad lo tapa todo, y lo único que de verdad le llena son las conversaciones con su hija divorciada, la única que no le guardó rencor desde la infancia.

Este antihéroe tan al uso americano me ha helado el alma, pero me ha servido para reafirmarme en mi mundo mediterráneo donde una familia sigue siendo una familia, y donde la esperanza sigue vendiéndose a buen precio en los mercadillos de cualquier barrio populoso, donde se da importancia a lo que de verdad la tiene, y la compañía de los seres queridos no tiene precio, porque no estamos dispuestos a negociarla. Ése es mi mundo; a él pertenezco, y lucharé porque no cambie, para poder legar a mis hijos la herencia más valiosa: el cariño incondicional hacia su familia.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Si te ha gustado este libro, te recomiendo Patrimony, una historia llena de humor y ternura -nada sensibelera- sobre el amor de Roth hacia su padre (es una novela autobiográfica). Es verdad que Everyman es una historia desoladora, pero seguro que te hizo sonreir en más de una ocasión... ¿o no? Un abrazo.

Elías dijo...

Ridao: estoy de acuerdo con Sara.
Te gustará Patrimonio.

Abrazo.

Dyhego dijo...

Monsieur RIDAO:
¿Y quién le manda a usted leerse unos libros tan deprimentes? Léase usted la biografía de la Belén Esteban, de la Carmencita Tisen, de la Carmencita Franco, de Berlusconi, de Zapatero, de Rajoy...
Salu2 librescos.

José Miguel Ridao dijo...

Gracias por la recomendación, Sara y Elías. La leeré. La verdad es que no me llegó a hacer sonreír, a lo mejor es por el estado de ánimo en el momento de la lectura.

Dyhego, no me tires de la lengua. ¿Habrá algo más deprimente que la biografía de un político, o de un mierda de ésos que se han hecho famosillos?

Abrazos.

Anónimo dijo...

No sé, a mi me encanta ese humor judío tan presente en las novelas de Roth (aunque en unas más que en otras, es verdad!).

José Miguel Ridao dijo...

Sara: yo creo que esta novela es especial. O mucho me equivoco, o no tiene ni una pizca de humor.