Ya se sabe que mucha gente da gran importancia al "qué dirán", y deja que la opinión de los demás condicione en cierta medida sus actos y sus manifestaciones. Pienso que nadie está libre de ello, y precisamente los que alardean de que les importa, con perdón, un carajo lo que otros piensen de ellos son los que están más condicionados, y les traiciona su comportamiento: si de verdad fueran tan independientes como dicen actuarían con discreción.
La reflexión anterior es trasladable a este nuevo mundo del blog, con la particularidad de que aquí no se tiene miedo al qué dirán, sino al “qué comentarán”. La interacción directa que se produce entre el blog y sus lectores hace que quien crea una entrada se quede desnudo ante sus lectores y comentaristas, que, bien con sus comentarios o con sus “silencios atronadores”, dictan sentencia sobre la opinión vertida o la calidad literaria de lo escrito. Incluso a la hora de hacer comentarios en blogs ajenos tenemos en cuenta lo que pensará el dueño del blog, y nos contenemos, o bien atacamos a posta para destruir el mensaje de la entrada. Algunos están más condicionados y otros menos, pero todos jugamos con las mismas reglas no escritas.
Y ya para acabar, que quien esté libre de pecado tire la primera piedra, que hará ¡chop! en mi cuaderno salpicándome, espero que no mucho, pues hace mucho frío en Alájar.
Casa Schröder
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La casa Schröder es patrimonio de la humanidad y aquí, en nuestras
ciudades, la contemplamos con admiración mientras nos quejamos de las
malditas pared...
Hace 17 horas
28 comentarios:
Creo que tienes razón en que todos jugamos con las mismas reglas, y nos preocupa el "qué comentarán". Yo antes me dedicaba a vivir y a escribir poemas cuando me llegaba la inspiración, y ahora, además de todo eso, escribo un blog. He pensado en seguir los consejos de un buen amigo bloguero que me aconseja no escribir más de dos entradas a la semana, pero al hacer esto, me llevo pensando casi todo el día en cosas para escribir, y interpreto lo que me ocurre cada día como apto o no para reproducirlo en el blog. He estado esta mañana muy preocupado porque se ha ido el contador de visitas, y a mí no me ha vuelto aunque puedo consultarlo en mi correo ¡Vaya chorrada! Esto engancha más de lo que pensaba, tocayo, un saludo desde Cádiz.
Esto engancha tela, tocayo. Una de mis primeras bloguerías decía "El blog es una droga blandita y gustosita". Gustosita sí, pero blandita... Y lo curioso es que yo no soy nada dado a engancharme con nada. Yo creo que a los que nos gusta mucho escribir el blog nos atrapa.
Un abrazo.
Ay Jose Miguel, qué difícil es volar alto y libre, por encima de las palabras que duelen y de los "silencios atronadores" que retumban en el ego.No sé si alguna vez conseguiré no esperar una palabra afectuosa cada vez que escribo un texto,tal vez algún día ya ni siquiera los escriba, tal vez...
Te mando un abrazo cálido desde mi Madrid, frío, a tu Alájar.
Querido Jose Miguel, si uno escribe porque siente la necesidad de hacerlo, en cierta forma escuchar/leer las críticas, sean éstas buenas o malas, no le afectará mucho.
Ahora bien, si uno escribe de cara a la galería, buscando reconocimiento, entonces creo que no disfruta del verdadero placer de escribir.
Besos.
¿Y ese otro miedo del que comenta a veces? Decir que no has entendido nada de lo que dice alguien o muy poco -va a pensar que soy lela-, o que no estás de acuerdo si es que has entendido lo que ha dicho -que estoy a la contra siempre-, joé, a ver si le parece mal, o le hace daño -esto lo que más puede preocupar-, etc. El temor del comentarista no es moco de pavo pienso...
Estoy muy de acuerdo con Paloma, aunque hay que entender que todos somos humanos y el reconocimiento ayuda. Creo que hay que distinguir entre quien busca amistad (lícito) y quien busca reconocimiento (lícito también) y también entre quien merece ese reconocimiento y quien no. La amabilidad es importantísima, pero la sinceridad también. Yo creo que mucha gente ha caído en su propia trampa: deja comentarios por dejarlos, esperando respuesta, y al final los recibe por el mismo motivo, y eso crea frustración. Pero es que en nuestros pecados llevamos nuestras penitencias.
Un abrazo.
P.S.: De todas formas yo personalmente soy partidaria de darle las menos vueltas posibles, escribir las mejores entradas posibles y leer a quien me creo (en lo posible:-)
He suprimido el anterior comentario por propia iniciativa y para que así conste etcétera...
Diego Morales
Marisa, yo creo que el primer paso es reconocerlo. Eso ya es mucho. Ya te lo he dicho más veces: los que aman las palabras nunca dejan de escribir.
Paloma, yo creo que casi todos los que tenemos un blog escribimos porque nos gusta, pero siempre hay un componente de exhibición, unos más y otros menos. Lo veo inevitable.
Es verdad lo que dices, Aurora, pero pieso que cuando el comentarista tiene mucho temor lo mejor es no comentar, y no pasa nada.
Suscribo todo lo que dices, Olga. Todo, hasta el P.S.
Ojú, Dyhego, ahora no sabemos lo que piensas. ¿Miedo del comentarista? Es broma...
El principio de la encimera y el caracol (de Javier Sánchez Menéndez) se tendría que aplicar con más frecuencia o al menos intentarse.
Un abrazo, José Miguel
No sabía de esa teoría de nuestro amigo, Miradme, pero Mr. Google es un hacha. Yo más que ésa aplico la teoría de los marsupiales y el grajo:
Escribo lo que me sale
de la punta del carajo.
Un abrazo.
Chop, chop para los demás, bueno, para algunos.
Hace escasos tres meses que conozco este mundillo, pero creo que, seguramente, llevas mucha razón.
En mi opinión, lo que afirmas ocurre porque los comentaristas de cada blog acaban por ser siempre un grupo más o menos fijo de habituales entre los que, de forma inevitable, se crean lazos de 'afecto' que trascienden el medio en que nacieron, y que convierte a los blogueros en grupos de 'amigos' virtuales (e incluso reales) que tienen unos para con otros las mismas normas de cortesía (pensar en qué puede molestarle, aplaudir sus aciertos y restar importancia a sus errores, etc.) que practicamos en general con todas nuestras relaciones. La sinceridad absoluta (si existe) se podría dar más entre auténticos desconocidos, y sobre todo, cuando el comentario se hiciera con el afán de seguir un diálogo, en el que importa más exprimir el tema y perseguir una 'verdad' que conocer quién emite cada comentario.
Quizá este es un asunto paralelo, que da para otro debate: ¿por qué los comentarios de los blogs parece que se acaban en sí mismos, una vez emitidos? ¿No sería posible continuar 'charlando' y aprovechar las ideas que aporta el conjunto para avanzar en la idea que esboza una entrada? Al final, a mí me parece que casi todos los comentarios vienen siendo un aplauso, más o menos fuerte, a quien escribe ..., como si, inevitablemente, con ellos el telón acabara de bajar, en lugar de empezar a subir.
Un saludo, Jose Miguel.
Creo que leo casi todos los blogs de los que por aquí pasan. Me gusta pasear junto a todos los que hacen comentarios (llámenme cotilla si es lo que soy), pero es que lo que me gusta es leer, y si me remueve algún sentimiento mejor que mejor porque, encima, voy y lo cuento porque lo que se calla se pudre y o se pierde o hace daño.
No tengo nada de literaria, pero gracias a los que leo me pareció que mi blog podía ser algo más de lo que pretendía y que lo que escribía en un papel, y sólo para mí, podía ser de alguien más si le gustaba.
Yo no sé escribir, pero las palabras me gustan, me gusta utilizarlas, aprenderlas ( porque no sé muchas)y, cuando no las conozco las busco en el diccionario y las hago mias. Supongo que escribir para mí es, además de algo que me gusta, un ejercicio quem me permite utilizar lo que aprendo con todos los demás.
Y si a la postre alguien me favorece con un comentario, le haya gustado o no, ¡¡¡ es la leche !!!
Creo que esto de los blogs tiene mucho de vanidad y el que te lean y te comenten fomenta el que quieras escribir sobre lo que antes no hubieras escrito.
¿Es vanidad?
Pues yo también estoy bastante de acuerdo con Olga. Por eso, aunque leo los blogs amigos casi todos los días, de un tiempo a esta parte sólo dejo comentarios cuando creo que puedo aportar algo o cuando tengo algo que decir que no consista simplemente en ser amable y dorar la píldora. Vamos, que me he vuelto un poco más exigente. ;-P
Un abrazo
P.S.: Obviamente, este comentario es una excepción ;-P
Creo que tenés mucha razón José Miguel, claro que yo no lo noto tanto porque al publicar poemas, al que no le gusta, no lo comenta y listo. Por lo menos eso pienso yo. ¿Para qué dejar un comentario negativo? Para eso pasar de largo... Pero como en la viña del Señor nos encontramos con cualquier "ejemplar", tenemos que estar preparados para afrontar la situación... son las reglas.
Y de última, moderación de comentarios, jajajjaaa
Besos.
P.S.: Si he sido partícipe de algún "silencio atronador", fue sin intención, el tiempo me corre, la semana que viene deberás prescindir de mí, debo viajar :)
Estando de acuerdo el Tato y yo, optamos por maneras diferentes. Yo suelo comentar en pocos blogs pero soy muy fiel, aunque voy ampliando poco a poco. Soy fiel porque la razón de acercarme a esos blogs es que me gusta lo que escriben, me gusta de verdad, mucho, y espero las entradas porque esas entradas me ayudan, porque dejan algo de sí mismos y eso se nota; no lo dicen constantemente para que nos demos cuenta, pero se nota. Me parecería muy injusto no hacérselo saber, casi tanto como lo otro, el ir en busca del comentarista perdido y comentar hasta lo incomentable. Creo que un halago es algo serio y callárselo es malo, igual que tener una plantilla de halagador profesional.
Luego, si la amistad es posible, pues mejor, tampoco pasa nada. Pero si una persona me cae bien, le digo que me cae bien, no que escribe de maravilla. Y espero lo mismo. Ahora, si me gusta lo que escribe, se lo puedo decir todas las veces que haga falta, y disfruto con ello.
69, eso me ha recordado a un compañero mío que cuando llegaba a un sitio decía el muy cabrón: "Buenas tardes a todos menos a uno".
Un abrazo casto.
Zim: no siempre los comentarios en los blogs se acaban en sí mismos. Eso depende de la entrada, de los comentaristas y de las ganas de "dialogar". Recuerdo que hice una entrada titulada "diáblogos" que hablaba de eso. Mira esta entrada, por ejemplo, donde se entabló un diálogo muy fructífero.
Por otro lado, lo que dices de que se crean "círculos" de amigos es muy cierto, y no favorece precisamente el enriquecimiento con los comentarios.
Un abrazo.
Maile, has citado una de las cosas más interesantes de los blogs: lo que se aprende leyendo a otros. Estoy completamente de acuerdo en que en el blog hay mucho de vanidad. Modestia aparte, hice en los inicios de mi estupendo blog una genial entrada titulada vanidades blogueras, que ahora que la releo tiene muchos puntos de semajanza con la que he escrito hoy.
Un abrazo vanidoso.
Tato, entonces... ¿ya no me vas a hacer más la pelota? ¿Dejarás de aplaudir mis entradas keynesianas? Bueno, menos mal que sé el motivo. Cada vez que no me comentes sabré que estás ahí impresionado por mi entrada...
Un abrazo corniveleto.
Es verdad que en tu caso (y en el de Olga) es distinto, Liliana, pues sólo publicáis poemas. El único problema es el que dices, los miuras que os entran de vez en cuando, pero se aprende a torear y listo.
Y para nada te atribuyo silencios atronadores. Es más, me admira e incluso me abruma tu fidelidad a mi blog (y también me halaga, para qué negarlo).
Besos agradecidos.
Eso que dices lo dejas ver muy bien, Olga, tanto en tu blog al responder comentarios como cuando comentas en los nuestros. Y se te agradece, porque nunca dices nada por decir, algo que no es demasiado frecuente en este mundillo, creo yo.
Espero que todos bien de salud ahora que terminó el puente. Tú, por si acaso, no hagas más presentaciones...
Besos para todos.
Pues parece que sí, Jose Miguel. Alguna vez se entablan diálogos bien interesantes. Gracias por el enlace.
Sigo creyendo que no es lo más habitual, en lo que llevo visto. Y tampoco es común que los comentaristas se comenten entre sí y que se convierta la cosa en conversación a varias bandas.
Coincido en que se aprende y se piensa bastante paseando por estos lares.
Saludos cordiales.
Me ha gustado mucho Ridao, mucho.
¡Cómo si me acordara de ti, y mucho!
No es lo más habitual, Zim, pero el blog es un medio idóneo para establecer estos diálogos. Esta reflexión de Alejandro Martín Navarro es muy esclarecedora.
Gracias, Javier. Hoy nos acordaremos de ti, y mucho.
Abrazos.
Si, probablemente lo sea
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