Cuando era niño las tardes de los domingos me traían una especie de ilusión por lo que depararía el futuro próximo de la semana; de joven lo que sentía era angustia, una opresión en el estómago que me hacía desear que se parase el tiempo para que nunca llegase el lunes. Ahora, recién estrenada mi madurez, siento una melancolía entre dulce y amarga, tirando a uno u otro lado según mi estado de ánimo, cambiante como el crepúsculo. Intuyo que en la vejez los domingos me dejarán indiferente, como cualquier otro día de la semana, porque habré llegado a entender que el tiempo no significa nada.
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Jaime está tosiendo malamente, una de esas toses de perro que anuncian la laringitis, y sólo quiere acurrucarse a mi lado. Ojalá pueda encontrar toda su vida un regazo cálido donde enjugar los males y las tristezas.
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Y ahora es Gonzalo quien me llama, con una voz clara, nítida, desde la cuna, reclamando su derecho a ser recogido amorosamente, a ser mimado, como corresponde a un niño de poco más de un año. Porque yo mimo a mis hijos, sí, y estoy orgulloso de hacerlo. El amor y el cariño es el mejor regalo que un padre puede ofrecer, y además nunca se agota, y no cuesta dinero.
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Cojo en brazos a Gonzalo y lo llevo a la cocina para darle la merienda. No se despega de mí, y mientras sorbe el batido con su pajita me pone la cara para que le de besitos. El muy carota no se conforma con uno sólo.
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Mientras tanto, Ignacio revolotea por la casa con su andar pausado, y Miguel está arriba ayudando a su abuelo, que monta una cajonera. Ignacio se piensa cada palabra que dice, y habla con convicción, mientras que Miguel ya me aventaja de largo en cuestiones relacionadas con destornilladores, alicates y taladradoras.
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Y tras esa aparente calma sigue acechando un fantasma, aunque ya hace tiempo que no temo al lunes.
9 comentarios:
Pues yo todas las tardes de domingo, digo...¡mañana no voy al curro¡...digo que estoy mala....y ¡ya está¡....Y luego nunca lo hago...
¡Pero sería genial...no ir un lunes a trabajar...alargar la aburrida tarde de domingo hasta el lunes....¡¡¡¡
En fin....
Mímales,mimales mucho...es la mejor herencia...cada beso...cada abrazo...cada mirada cómplice....
Besotes
Me ha emocionado de veras el planteamiento afectivo del ámbito paterno-filial, Ridao.
No me ha gustado que digas "cuando joven" so mamón.
Un abrazo
Ternura se llama eso, Ridao.
Ésa misma de la que andamos tan faltos en estos tiempos ímpios que corren.
No la pierdas.
Abrazo.
Consejos no soy quién para darlos, pero sí puedo hablar de experiencia: todo el cariño y mimos que les des a tus hijos te serán devueltos con excesos.
No estoy hablando de sentimentalismos y mariconeos, pero hoy se me ha caido la baba cuando la catequista de confirmación de mi hijo Jesús de la Salud, me ha dicho que se le nota la atención que le hemos dedicado su madre y yo en su niñez.
Disfrútalos ahora que puedes.
Me gustan muchísimo estas escenas hogareñas.
Fíjate de qué manera nos has descrito el carácter de cada hijo y, entre medias, sobrevolando, el tuyo.
Un beso y felíz resto de domingo
Entonces tendrías el problema del martes, mangeles. Gracias por el cariño.
Gracias, Julio. Como Lola está de guardia los he tenido toditos para mí. A ver si te enteras que ser toda la vida jovenzuelo es un coñazo, hombre.
Eso espero, Elías. A veces la ternura torna en furia, que cuatro mocosos ponen nervioso a cualquiera. Gracias por el cariño a ti también, como a los dos de arriba.
Bueno, Rafael, hoy estamos todos hechos unas nenazas, pero venga, un día es un día. Tú también los disfrutas ahora seguro, aunque de otro modo. Yo pienso que todas las etapas son buenas, y si tienen algo malo hago como que no lo veo.
Abrazos amariconados.
Me honras con tu comentario, Mery, uno pone mucho cariño en estas entradas, y a veces hasta me da miedo pulsar el botón de publicar, no por timidez, sino porque para estas cosas da como reparo parecer cursi.
Un beso.
Bonita entrada.
Muchas gracias, Sara.
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