domingo, 30 de enero de 2011

Che gelida manina




Desde el momento en que Rodolfo coge la mano de Mimí (0'21") hasta que le pide que hable, -Vi piaccia dir?- (4'45'') transcurren los momentos más emocionantes de la historia de la ópera. El ataque del tenor es hermosísimo, acariciante, como si las notas que canta fueran las manos casi transparentes de Mimí. En 1'07" ambos miran a la luna, que les contempla con una luz irreal, como la imposible historia de amor que protagonizan. Rodolfo, entusiasmado, se revela ante mimí -chi son? chi son!- (1,32") y los amantes se miran embelesados. En 2'00'' cambia la tonalidad y la música se hace más luminosa. El aria entra en un momento arrebatador: en 4'12" Rodolfo confiesa orgulloso que es un poeta, y ¿de qué vive?... se diría que del aire: -E come vivo? Vivo!- (2'10''). A partir de 2'17'' arranca una de esas melodías inconfundibles y maravillosas que sólo Puccini ha sabido componer. Es un canto a la pobreza alegre. Rodolfo derrocha rimas, himnos, sueños, quimeras, castillos en el aire... , y acaba exultante proclamando que (2'46'') su alma es millonaria -L'anima ho milionaria-. Creíamos que se había alcanzado el clímax, pero Puccini, con su genio sin par, es capaz de dar una vuelta de tuerca más y logra continuar la melodía (2'58'') con un canto a los ojos hermosos de Mimí que han disipado todos esos sueños para robar su alma. Ahora sí que se alcanza el clímax con la frase -poichè v'ha preso stanza... la speranza!- acabado en un si natural glorioso (4'08''), a partir del cual la melodía se va apagando, como la vida de Mimí, enferma de amor y de muerte.

24 comentarios:

veridiana dijo...

¡Qué bonita la Bohéme!

Me han regalado el libro de Gérard Mortier,Dramaturgia de una pasión,que estoy ilusionada x leer.

Un beso

José María JURADO dijo...

Es la cumbre del verismo.

José María JURADO dijo...

Y de toda la ópera, ¿por qué no?

José María JURADO dijo...

Esto y el acorde del Tristán.

José María JURADO dijo...

Bueno, y la rosa de Plata de la Mariscala.

José Miguel Ridao dijo...

Wagner juega en otra liga, lo suyo no son ni óperas, es otra cosa.

José María JURADO dijo...

Ea, por no moderar los comentarios...

Sigo tu consejo y ya no "me modero".

José Miguel Ridao dijo...

No me hables de Strauss que me pongo de mala leche.

José María JURADO dijo...

En la liga de Wagner ¿quién más juega?

José María JURADO dijo...

¿Por qué, por antisemita?
El Caballero de la rosa es lo más grande.

José Miguel Ridao dijo...

Pues fíjate lo moderado que estoy yo, nunca he llegado a 100, a ver si hoy...

José Miguel Ridao dijo...

El mojón más grande.

José María JURADO dijo...

¿Esto es el twiter?

José María JURADO dijo...

¿O es el e-book?

José Miguel Ridao dijo...

Perdona, hija, Veridiana, no conozco el libro. Ya me contarás. Estos amigotes...

José Miguel Ridao dijo...

Cobaaaarde que ere un cobarde...

José María JURADO dijo...

Adiós, twiteros.

José Miguel Ridao dijo...

¡Viva blogger! Sirve pa to... hasta de chat.

José Miguel Ridao dijo...

Au revoire, que me toca da de comé a los fistro de niñooooooorl...

José Miguel Ridao dijo...

Ah, en la liga de Wagner sólo juegan él y los dioses del Walhala.

mangeles dijo...

Juuu...lo escucho y se me olvida comentar...

Infinitas gracias Ridao, por lo que me enseñas.

Un besazo

mangeles dijo...

Juer...EL JURADO Y EL RIDADO..estan pa llá...un poné...que se les va la olla...un poné..que tienen una neurona loca...un poné...

Besos

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

¡Maricona! es un calificativo que se me queda corto.....
¡Mamona! es más adecuado al estado en que me encuentro. Me caen las lágrimas ahora como si hubiese tenido un disgusto.
Aunque hubiese escuchado este pasaje mil veces, mi cultura y conocimiento no hubiesen sentido nada más que la belleza del canto, el saber que es algo que no está al alcance de cualquiera. Con tu explicacions me permite gozar sabiendo lo que estoy escuchando.
Gracias Ridao, en serio, muchas gracias por enseñar a incultos como yo.
Lo digo sin ningún sentimiento de culpa, no he tenido la oportunidad de conocerlo y ya está. Lo malo sería, que dejara de gozar estos momentos ahora que puedo.
Gracias de nuevo, un abrazo

José Miguel Ridao dijo...

Los melómanos tenemos todos un toque dao, mangeles.

Rafael, para gozar de la ópera sólo hace falta sensibilidad. Y te digo una cosa: los críticos y los aficionados esos mijitas que están pendientes del mínimo fallo de la orquesta o del cantante son unos amargaos: ni disfrutan ni dejan disfrutar.

Abrazos.