sábado, 19 de marzo de 2011

Augen


Nunca oí una palabra de su boca. Ella sólo me miraba con esos ojos del color de la miel, y yo no podía apartar la mirada. Trataba de huir, buscaba el cielo, las montañas, los pájaros que revoloteaban por encima de nuestras cabezas, pero siempre volvía a esos dos agujeros negros que me querían tragar. Yo le hablaba mucho, le decía que me contara cosas de su vida, que me dijera al menos su nombre, que ni siquiera eso sabía después de tanto tiempo como pasábamos juntos, y sus ojos eran los que me respondían, cambiando ligeramente la tonalidad, del oro al verde pasando por todos los matices que pueden salir de la paleta de un artista celestial, y también me hablaba con el brillo de sus pupilas, que se encendían y apagaban con una velocidad asombrosa, y despedían chiribitas que me hacían cosquillas en los labios. Un día me la encontré llorando, y cuando le alcé la cara por ver qué le pasaba, la pena de su mirada me atravesó el corazón como si fuera un puñal afilado y hermoso. A la mañana siguiente ya no estaba allí, y la busque en vano por la casa, por el pueblo, por los montes. Nadie la había visto. Ya no la busco, sé que es inútil, ella es invisible como un hada. Sueño con sus ojos todas las noches, y por la mañana lloro como un niño al recordar su ausencia.

6 comentarios:

Muñoz Escasso dijo...

Rezuma tu texto a espina clavada.qué jodidas son. no nos dejan en paz nunca. a veces duelen más que una puñalada trapera.
en fin , están ahí. no podemos hacer nada. buenísima la foto.unos ojos mu preciosísimos, que dirían en mi pueblo.
buen fin de semana a todos.

soylapaqui.com dijo...

Claro que tenemos que dejar huella,pa eso estamos,también vosotros dejais huellas en nosotras,mira la Levisnski,o como se esciba,el peazo mancha que llevaba la jodía.Feliz día a to los padres,los pepes y las pepas.

José Miguel Ridao dijo...

Yo lo único que me clavo son espinas de lubina y dorada, por suerte para mí. La Levinski sí que sabe, aunque la muchacha es poco poética, todo hay que decirlo.

Buen fin fin fin de semana.

Rocío. dijo...

Felicidades,pa ti también Ridao,que ayer fue tu santo,y la paqui,ni te felicitó,como se nota que es Alhaurina,y no ha ido a colegios de monjas,paaaaaqui,chiquilla,no ves que etá por aquí el José Ridao,que poca educancia tienes.
Yo creo,que las cosas que no dejan huellas,es que no las has vivío con intensidad,bueno Don Ridao,como yo ya le he felicitado,espero que invite a algo,así que cuándo vaya por su pueblo,que menos que abra,una botelle,de petrus,con unas cigalitas,o un poquito de caviar iraní,en fin yo con cualquier cosa me conformo.
Un beso cigalero.

Mery dijo...

Es que los ojos miel tienen un no sé qué indescifrable que no me extraña que te inspiren tal relato.
Un beso

José Miguel Ridao dijo...

Gracias con retardo, Rocío. Te voy a invitar, pero no a esas mariconadas. Jamón de bellota y un bolsón de picos, y para beber botellines congelados de Cruzcampo. ¿Para qué queremos más? A ver si te dejas ver la próxima vez que vengas con los bolivuses.

Es un color inquietante, Mery. A mí me da hasta miedo.

Dos besos.