Cada vez me resulta más insoportable aguantar los lamentos de esos pobres artistas que ven insuficiente el dinero que el Gobierno destina a subvencionar sus obras excelsas, que por si fuera poco se ve ahora algo reducido con la crisis. Pobrecitos; como la cosa siga así no les va a llegar para pagar la hipoteca de sus mansiones, y van a tener que cambiar el Jaguar por un Kia de los que anuncia Rafa Nadal. Los hay para todos los gustos: titiriteros, en afortunada expresión de algún enemigo de ZP, que se reparten subvenciones y festejan por todo lo alto y a la salud de los contribuyentes unos premios Goya cutres, sucedáneo de los Óscars americanos que se financian con dinero privado, mientras que los cineastas independientes tienen que salir adelante por sus propios medios; artistas, por llamarlos de algún modo, contemporáneos, que acuden a ARCO y otras exposiciones acunados por el Ministerio de Cultura y otras instituciones autonómicas y locales, donde montan performances tan geniales como una pareja de esqueletos que bailan sobre un espejo; ganapremios profesionales de concursos literarios públicos que han hecho un estudio exhaustivo de los parámetros que suelen cumplir las obras premiadas, y hacen un esquema que lo mismo les vale para un concurso de novela histórica o para otro sobre la importancia del trabajo de las mujeres en el paleolítico inferior; pintores, músicos, fotógrafos, seres tocados por las musas que vuelan ligeros en alas de su inspiración hacia el trinque y disfrute a la mayor gloria de su genio sin par.
Seamos serios: el argumento de que el Estado debe contribuir a sostener las actividades artísticas no tiene una base sólida: los creadores de verdad no necesitan del dinero público para sobrevivir. Puede que no se hagan ricos, pero podrán vivir de su arte, o bien lo compatibilizarán con un trabajo que les procure el sustento, dedicando el tiempo libre a su vocación. Ni Cervantes, ni Shakespeare, ni Tolstoi, ni Van Gogh, ni Monet, ni Beethoven, ni la mayoría de los genios de la historia de la humanidad han necesitado de dinero público para construir su obra. Algunos han tenido, es cierto, mecenas, como Miguel Ángel, Leonardo, Velázquez, Bach o Mozart, en unos tiempos en que la aristocracia dominaba el panorama económico, pero también hoy en día existen filántropos que a través de Fundaciones financian con su propio dinero las creaciones artísticas. El arte se debe afrontar "por amor al arte", sin contaminación política, sin luchas de poderes, sin lobbies odiosos; el propio artista con su dignidad, con su independencia y con su genio.
P.S. Los titiriteros de verdad siempre fueron pobres.
16 comentarios:
Dice el Diccionario de la Academia, en la palabra "arte": 'Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros'. Si no es desinteresada, no es arte.
Un abrachop.
Sorpresas que da la RAE. No, si al final me van a car bien y todo...
Tienes más razón que un santo, Ridao. Y otra cosa que tiene que ser la creación es libre, imposible si tienes que lamer la mano que te da de comer. ¡Bien por las entradas cañeras! Un abrazo.
Completamente de acuerdo, ¡que coño!
Que se vayan a mamarla.
Un abrazo
Es más fácil y más elegante inventar una subvención para una actividad artística que crear infraestructura para erradicar el analfabetismo, por ejemplo. Además, entre la cultura y el Gobierno, está el "Triángulo de las Bermudas" propio, allí donde se pierde más de la mitad del dinero destinado para el supuesto fin.
¡Qué espanto!
Besos, José Miguel, ya extrañaba tus post y no me daba el tiempo...
P.S.: La del comentario suprimido fui yo, te había cambiado el Miguel por Manuel ¡madre mía, cómo estoy!
Lo del arte como actividad desinteresada, es un concepto que creo que proviene de Kant, que era un señor con una peluca empolvada que no sabía nada de subvenciones ni de zetaguais... un hortera reaccionario, vamos. Nada, nada, que vengan subvenciones y premios, ándeme yo caliente...
Di que sí, Pablo. Por cierto, ¿no organizarán en algún ayuntamiento de Zaragoza un concursillo, que estoy loco por publicar? A lo mejor tú, que tienes mano...
Eso, Rafael, a mamarla. Por cierto, he leído el periplo de tu última entrada y me admira vuestra capacidad para ingerir y para trasegar, por hablar en fisno.
Es que el trinking es universal, Liliana. España-Italia-Argentina. Menudo triángulo...
Fuera horteras, tocayo. Donde esté la gauche divine...
Abrazos.
Pa arte,el que teneis en Sevilla,Ridao,he estao allí hoy,y voy a tomá un cafelito a un bar,y el dueño tenía en la entrada este cartel colgao: Se necesita clientela,no necesaria experiencia.Que arte,RIDAOOOOO,QUE ARTE.
A este había que darle,hasta una pagita,por ingenioso.
Un beso artesanal.
Pero arte, Rocío. De eso sobra, lástima que no se pueda vender a cachitos, o al menos alquilarlo.
Yo he estado hoy en el centro. A lo mejor nos hemos cruzado. ¡Qué emoción!
"El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimeinto" esto lo dijo Bertolt Brecht, y a mi, cuando lo escuché, me gustó una jartá...
Pues entonces sé de más de uno (y no me refiero a ese uno, sino a otros unos) que tienen muy poco de artistas. Pero muy poco. Y bien que ronean, o roneaban en sus tiempos.
¿Mediocre ni mediocre...?
Pero,que no veas el arte que tienen los sevillanos,uno me ha dicho,por el puente de triana.rubiaaa,ojalá me diera una indigestión después de comerte entera,no me digas que no tienen grasia.Así que estabas,por el centro,pos no te he visto,porque te hubiera conocío,no ves que te conozco por la afoto del gorrito,y vamo te hubiera saludado y to,anda que no soy yo educá,y si te veo ya con la cazadora roja,te hago hasta una reverencia papal.
Hace poco Juanjo Puigcorbé se lamentaba del poco trabajo que se le ofrecía por haberse negado a arrimarse a cierto sector-interesado de la izquierda.
El arte debe ser excelso por ser libre. Lo que no sea así...huele mal.
Rocío: la próxima vez que vengas al bolivú alajeño me saludas, que yo no te puedo reconocer.
Mery: el cine, sobre todo, huele fatal.
Dos besos.
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